OPINIÓN

2017, un año de seis meses

El próximo año, decisivo en términos electorales, es para el oficialismo un año de seis meses.
La inflación en el 2016 pasó por arriba los pronósticos optimistas de los ministros económicos del gobierno, las inversiones de afuera que iban a hacer llover dólares no llegaron nunca, el recolocamiento geopolítico de la Argentina después del pago a los Hold Out y la salida del Default se hizo trizas contra el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los EE.UU y la responsabilidad de los empresarios argentinos generando inversiones y protegiendo el trabajo para mantener el consumo fue tan efímera como las promesas de eliminación del impuesto a las ganancias realizadas en momentos de campaña.
Teorema de Baglinni se llama desde hace unos años a la sobredimensión de las promesas de quienes son candidatos en momentos de campaña comparada con el cumplimiento de las mismas cuando se gobierna.
Todo ello trae aparejado a la coyuntura política de este tiempo el desgaste de un gobierno que prometió más de lo que pudo hacer.
 La coyuntura domina la escena política y no comprenderlo significa no entender que el tiempo real es mucho más fugaz que el tiempo del pensamiento político.
El tiempo real es el de la gente de a pie, el del obrero, el empleado, la clase media. Los que definen las supremacías electorales a lo largo del tiempo.
Esas supremacías electorales se mueven al compás del bienestar, la verdad rebelada de saber si hoy están mejor que ayer y a partir de esa convicción define su elección política. Nadie puede creerse el propietario de sus votos y como hoy te colocan en la supremacía del poder al día siguiente se revelan y bajan tus egos sociológicos de un hondazo.
El Gobierno que se sentó en la caja de la obra pública durante estos doce meses, para bajar el déficit fiscal, volver competitiva la economía devaluando el peso contra el dólar y eliminando los subsidios al consumo, ve hoy con frustración que ningún índice macroeconómico mejoró en estos doce meses.
Ahora necesita pensar en términos políticos y dejar de hacerlo en términos económicos, para algunos es muy tarde. Si no gana las elecciones legislativas del próximo año la seguridad jurídica que pretende exhibir al mundo para generar inversiones será otro espejismo más donde se ahogaran de nuevo sus intenciones.
El año que viene para el gobierno no tiene doce meses, tiene seis y en esos seis deberá lograr incluso como ahora parece haber decidido hacerlo (abusando del gasto público), reactivar la economía. Para lograr humor social, tarea difícil, que al final de ese plazo, de no lograrlo, lamentara haber perdido tanto tiempo.
Todos esperamos que los sucesos electorales del año que viene aseguren el futuro que nos merecemos, pero tendrán que trabajar contra reloj. El tiempo es indefectiblemente el dueño de la historia y perderlo el error más repetido de los hombres. <

(*) Dirigente radical. 

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