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ES UNO DE LOS PERSONAJES DE JUNIN QUE HA CINCELADO UNA HISTORIA PROPIA

Una polemista y defensora de los animales que se ha enfrentado a medio mundo: Mary Alciati

Sus discusiones con organizadores de domas de caballos, suelta de toros y tiros al pichón./La carta a la reina de España, sus contactos con Brigitte Bardot, Jacques Costeau y Pérez de Cuellar.

Ha sido una de las titulares que tuvo la Sociedad Protectora de Animales de Junín, gestión que a veces se vio envuelta en numerosas polémicas, públicas y privadas, al punto que uno se siente tentado a titular la nota «Las increíbles aventuras de Mary Alciati», que de ella se trata.

En muchos casos, su intervención en defensa de los animales terminó en escándalo.

Hoy, es ella misma quien evoca diversos episodios con la misma fuerza que puso en sus intervenciones públicas.

Agresiones

Recuerda que en 1979, en Chacabuco, durante un «show» campestre se produjo el primero de esos episodios.

«Fue el primer espectáculo donde intervine (como defensora de los animales) solicitando al comisario Muiño que se secuestraran las espuelas de los jinetes, en una doma que se realizaba en el lugar. Los gauchos se me vinieron encima y en un momento siento que algo puntiagudo se me clavó en la espalda. Simultáneamente veo que al lado mío un sargento de la Policía que levantó la ametralladora que empuñaba. Me di vuelta y vi que tres o cuatro policías amarraban a un paisano; era el que me había agredido, creo que con un arma blanca.

Después, cuando dije que me volvía en ómnibus a Junín, la policía no me dejó, me trajo custodiada en patrullero hasta mi casa».

Otro

«El otro atentado -cuenta- fue en Roberts, partido de Lincoln, en una doma nocturna, dos años después de la primera agresión. «Logro interrumpirla, secuestrar las espuelas, y demás», dice Alciati. «Cuando se terminó la papelería de la denuncia, alrededor de las tres de la mañana, regresábamos en una camioneta con un matrimonio amigo, por caminos de tierra. Cerca de Timote (el pueblo donde mataron a Aramburu), de repente se nos puso atrás un vehículo que empezó a darnos topetazos. Lo hizo varias veces, mientras nos encandilaba con los faroles. Los topetazos se repitieron hasta que, en una curva del camino, nos dieron otro topetazo muy fuerte. Por ese golpe violento, nosotros seguimos derecho por la entrada a un campo, mientras la camioneta dio un salto en el aire y cayó con las cuatro ruedas sobre la tierra. Allí nos bajamos, dejamos la camioneta y salimos corriendo por el campo sembrado, con miedo por lo que podía pasarnos si nuestros perseguidores seguían con las agresiones». «Al rato llegamos a un camino donde pasaban vehículos. Paramos a uno y nos subimos. Pero quienes nos llevaron, para mi, eran los mismos que nos habían dado los topetazos en la camioneta».

«Yo escondía la cara, pero no nos reconocieron. Llegamos a Lincoln, nos bajamos e hice la denuncia en la comisaría. Pero después se tapó todo, como todas las cosas en esta Argentina. Nos enteramos que la camioneta que nos llevó era de un juez que criaba caballos y quienes manejaban el vehículo eran sus tropilleros».

Reto

Por estos episodios que le tocó protagonizar a la juninense, el comodoro Juan José Güiraldes «los reta a los gauchos y los trata de ‘comerciantes’», en una carta de la Confederación Gaucha Argentina (que éste presidía), copia que le envió a Mary Alciati en diciembre del 84 y que ésta muestra al periodista.

«Güiraldes le dijo la señora tiene razón», acota la entrevistada. Y agrega que en otro episodio, tras parar un espectáculo en el campo de polo de Palermo, «un juez de Morón (que intervino en la causa) me mandó cariños y un ramo de flores», en obvia coincidencia con la juninense.

A los toros

En su defensa de los animales, Alciati también se ocupó del arte taurino. Señala que «en las corridas de toros tienen intereses todas las empresas internacionales que viven del turismo, por eso es tan difícil luchar contra eso».

En septiembre de 1992 la juninense le envió una carta a doña Sofía, la reina de España, al propio palacio real, donde le decía (entre otras cosas) que «usted es reina de un país donde la tortura, el derramamiento de sangre y la muerte de seres irracionales son para beneficio de una mafia que (no solo) se adjudica la legalidad para ejecutarlas, sinó también obteniendo el calificativo de la máxima expresión de la cultura hispánica».

Se refería, claro, a la suerte de los toros durante las tradicionales corridas. También reconvenía a la soberana de España porque su país celebrara los 500 años del Descubrimiento, «donde hombres, mujeres y niños fueron esclavizados y asesinados por considerarlos ‘infieles’ al pretender defender sus derechos».

Se quejaba Alciati de que ese acontecimiento se festejara en la Expo Sevilla ’92 «torturando y asesinando a miles de toros en Sevilla y Barcelona, en las Olimpíadas Taurinas». En esa misiva había muchas otras quejas fuertes.

La reina Sofía obviamente nunca respondió la carta. Pero la publicó el principal diario español, El País, que también colocó el texto en un exhibidor en el hall de entrada del edificio de esa publicación.

Tiempo después Mary Alciati viajó a España con varios representantes de entidades protectoras de animales de otros países. «Los únicos que no tienen sociedades protectoras de animales son España, Perú y México, porque allí se permiten corridas de toros. Aunque ahora, el único que mata a los toros es España», aclara.

Tiro al pichón

En 1985 se había organizado el Campeonato Mundial del Tiro al Pichón. «Se iba a hacer en la Capital -evoca Alciati- así que viajé y me entrevisté con el entonces intendente Saguier, todo un señor, que me prometió que allí no se iba a hacer. Pero después lo llevaron a la Provincia, a Ingeniero Maschwitz.

«Fuimos con José de Zer, de Nuevediario. Me fui a la comisaría de Pilar y nos otorgaron dos patrulleros para llegar al lugar del campeonato. Organizadores y participantes nos pusieron obstáculos, pero a De Zer le gustaba lo que ocurría y quería seguir con la nota. Entre los que nos agredían había gente con armas que usaban para el concurso; alguno de ellos era de Junín. En la puerta ingresamos un poco, nos insultaron en todos los idiomas, nos tiraban con pichones moribundos. En esa epoca venía gente aquí, a Junín, a comprar pichones de palomas. Tras el concurso, se lo iban a dar a un colegio de monjas de Villa Rosa para que comieran los chicos. Fui y hablé con las monjas. Cuando se enteraron para qué era, se querían morir», dice.

«Paralelamente a esto, el presidente Alfonsín presenció una corrida de toros en España. Por lo que sé, este hecho sumado al escándalo del tiro al pichón (más la denuncia que hice sobre este concurso al presidente de las Naciones Unidas de entonces, Javier Pérez de Cuellar), según me han dicho, fueron puntos en contra para la cadidatura de Alfonsín al Premio Nobel; finalmente no se lo dieron».

«Al poco tiempo Pérez de Cuellar me contestó, en una carta muy elegante (la muestra). Yo nunca me propuse que Alfonsín no fuera elegido Premio Nobel de la Paz, pero me enteré de eso en la ciudad suiza de Ginebra, donde está la filial de las Naciones Unidas», remata.

«En el ’79 estuve en Bs. As. con José Narosky y su hermanos; ellos están con la defensa de la ornitología del Plata, e invitaron a Jacques Costeau, a quien conocí en la recepción que le ofrecieron. Como dama me dio un beso, nos saludó, nos dijo algo en francés y se fue. Por esa época, con Brigitte Bardot nos escribimos dos veces para invitarla a venir a la Argentina en el ’83. Se realizaba el Primer Congreso Mundial de Zoonosis, sobre protección y enfermedades de animales, en el Teatro San Martín, sobre calle Sarmiento.

Gracias a la colaboración del Instituto Merrieux y de la Cancillería argentina conseguimos el pasaje y la estadía para Bardot. Contentísima, agradeció y comprometió su visita. Pero después nos mandó un telegrama diciendo que no venía por miedo al avión. En realidad, nos enteramos que se había tomado una gran cantidad de barbitúricos porque la había dejado un novio alemán».

Huevos

La última: «en julio del ’94, en Mar del Plata y para las vacaciones de invierno, se iba a realizar una suelta de toros a la manera de las que se hacen en Pamplona. Viajé allá, hablé con los medios y con el juez Hoft. Logramos que la suelta de toros no se hiciera». Otra vez el escándalo: «Me acuerdo que me tiraban huevos, de todo. Me gritaban ‘Margaret Thatcher’. En fin, no me importaba. Después me enteré que esos novillos que iban a soltar eran de una estancia vecina a Junín».

Sigue con otras muchas anécdotas y, al final, comenta que la invitaron desde Gualeguaychú para cortar el puente con Uruguay. Pero que los hijos no la dejan. Vuelve a calificarse como «una ambientalista», pero la sensación es que, en realidad es una polemista innata, que disfruta tanto defendiendo animales como atacando a quienes los maltratan.

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