Lo primero que hizo el Papa argentino al llegar ayer a Bangkok para una visita de tres días en Tailandia, fue abrazar con afecto a su prima, la monja salesiana Ana Rosa Sívori, de 77 años, misionera salesiana en el país desde hace más de medio siglo.
“Estoy contento de verte y que seas mi traductora”, contó Ana Rosa que le dijo su primo Jorge, con quien se escribe y a quien visitó dos veces el año pasado, cuando pasó por Roma a la ida y a la vuelta de un viaje a Buenos Aires para estar con sus familiares.
Tras una ceremonia en el sector militar del aeropuerto, en el que saludó al viceprimer ministro Somkid Jatusripital y al ministro de Relaciones Exteriores, Don Pramudwinal, Francisco y su comitiva se dirigieron a la nunciatura apostólica donde el pontífice pernoctará.
La jornada estará consagrada al descanso del Papa, que con su gira a Tailandia y Japón afronta el más largo viaje de su pontificado, de 27.000 kilómetros.
En un mensaje grabado que se difundió aquí, dirigido a los 69 millones de tailandeses, el Papa dijo que el ex reino de Siam es “una nación multiétnica” que “obró mucho para promover la armonía y la coexistencia pacífica”. Agregó que su gira servirá para fortalecer los vínculos de la comunidad católica “con los hermanos y hermanas budistas”.
El 95% de los habitantes es budista y los católicos son solo 400 mil (3,8%), que viven en un clima de plena tolerancia religiosa.
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