Cruce de Los Andes
Rubén Ghio junto a sus dos hijos.
AVENTURA

Es de Alem y realizó el cruce sanmartiniano de Los Andes

Se trata de Rubén Ghio, Director de Cultura y Turismo del municipio quien participó junto a sus dos hijos. "Ahora nos estamos preparando para el cruce de Los Patos".

Para estas vacaciones, Rubén Ghio, Director de Cultura y Turismo de Leandro N. Alem eligió algo diferente: realizar el cruce de Los Andes, un viaje que combina destreza, paisaje e historia. Si bien, ya había realizado la aventura sanmartiniana hace cuatro años atrás, esta vez fue diferente porque la pudo realizar junto a sus dos hijos. “Fueron unas vacaciones distintas, de pura aventura. Hicimos el cruce de los Andes, por uno de los pasos que usó San Martín cuando liberó Chile. Ya la había hecho hace cuatro años, y fue fantástica, y este año decidimos volver a hacerla con mis hijos. Es algo inexplicable, hay que estar en ese lugar para poder captarlo en toda su intensidad”, confesó Rubén y agregó “uno no se imagina doscientos años atrás cómo pudieron hacer semejante travesía, por momentos se hace muy difícil. Pensás todo el tiempo en San Martín y en la logística que tuvo que tener con los pocos elementos con que contaban en la época, realmente una proeza”.

Cruce de los andes

Así, la travesía que realizó Ghio tuvo una duración de cinco días y el grupo estuvo conformado por un total de 38 personas de todo el país y también extranjeros. Al respecto, Rubén explicó que tuvieron que llevar un examen psicofísico “porque es bastante la exigencia”, sobre todo para andar a caballo. “Los animales están absolutamente preparados para eso, son tremendamente mansos y se han criado en la montaña. Cuando nacen ya están pisando piedras, por eso no se les dificulta andar por esos pasos. Vamos en fila unos detrás de otros, y pasamos por caminos que a veces no superan los 40 cm de ancho, y ellos van como si nada”, resaltó.

Cruce de Los Andes

En cuanto a las noches, el Director de Cultura relató que las temperaturas bajan mucho, pero que los guías les enseñan a usar la montura y sus diferentes componentes para armar un piso sobre el que colocan las bolsas de dormir. “Al día siguiente aparecen los caballos, y nos dan el de cada uno según el criterio que manejan ellos. No lo podemos perder, así que nos familiarizamos enseguida con ellos, porque si no lo hacemos no lo encontramos entre los 38 que hay”, contó y agregó “la comida está toda perfectamente organizada por la empresa que uno contrata. Se hacen las cuatro comidas bien abundantes, y a la noche hay vinito y cerveza. Nosotros contratamos una empresa de Malargüe. Paramos en Los Molles, de ahí fuimos a Las Leñas Chicas”.

Por último, Ghio aseguró que el cruce sanmartiniano “es una experiencia intransferible, todo lo que yo pueda decir es poco, lo tienen que vivir. A la noche mirás las estrellas y es como si estuvieran ahí nomás, una maravilla. Uno se siente pequeñísimo frente a esa magnificencia”, y culminó “ahora nos estamos preparando para otro cruce, por Los Patos, que es más difícil, es nuestro próximo desafío como familia”.

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