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PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE ESCRITORES FILIAL JUNÍN

José Manuel Racero: “La escritura me da mucha paz”

Hace unos meses que se hizo cargo de la institución que agrupa a los escritores locales. Su obra consta de dos libros de cuentos y poesías. Además, fue empleado de correos y es aficionado a la danza folclórica.

Cuando era chico, José Manuel Racero tomaba las hojas del envoltorio de los paquetes de tabaco que utilizaba su padre en la pipa inseparable y utilizaba esos papeles para escribir.
Es que el deseo de garabatear historias se despertó en él siendo muy chico y lo acompañó toda su vida.
Hoy, con dos libros publicados, es el presidente de la filial Junín de la Sociedad Argentina de Escritores.

Una vida en el correo
Racero se crió en el barrio Evita y aún vive allí. Hizo la primaria en la Escuela N° 18 y el secundario en el Colegio Industrial. Y aunque fue hijo, nieto y sobrino de ferroviarios, no pudo entrar al ferrocarril.
Cuando terminó su escolaridad trabajó en la Casa Mirarchi, una fiambrería muy importante que estaba ubicada en la esquina de Rivadavia y Colón. Allí permaneció ocho años, hasta que ingresó en el Correo.
“Entré como mensajero, que es el que reparte los telegramas”, cuenta Racero. Luego pasó a ser cartero y durante 20 años hizo el reparto en bicicleta.
“En ese momento –recuerda–  trabajábamos seis horas, pero había que salir con frío, sol, frío, calor, como fuera. Yo repartía más de quinientas cartas por día”.
Según dice, lo que le gustaba del trabajo era que “en la calle nadie te manda y, además, te hacés conocido de la gente”.
En 1991 pasó a atender en ventanilla. Racero califica a la atención al público como una tarea “desgastante”.
En cuanto a los cambios sufridos en la actividad a partir de la privatización del Correo, señala: “Empezó a parecerse más a un banco porque teníamos el pago de impuestos, se hacían giros, envíos de dinero al exterior y hasta se pagaban las asignaciones familiares”.
Finalmente, el año pasado se jubiló.

Escritura
Fue un profesor de Castellano, en el secundario, el que lo estimuló para que enviara alguno de sus escritos a algún concurso. Racero lo hizo y en ese entonces ganó varios premios, en diferentes ciudades.
La escritura pasó a ser una parte de su vida, aun cuando en alguna temporada haya dejado de hacerlo o aminorado el ritmo. No obstante, siempre tiene un anotador y un lápiz en la mesa de luz: “Si se me ocurre algo lo anoto y después por ahí lo uso”.
Una de sus características para trabajar es que escribe a mano. Entonces dejó de participar en concursos, en los que hay que mandar trabajos informatizados. “Yo veo que la computadora es muy fría para escribir”, asevera.
Tampoco se sintió atraído por los talleres literarios, ya que considera que “el que va ahí termina siendo un escritor de laboratorio; lo que uno escribe tiene que salir del alma, y lo que se quiere transmitir no lo enseña ningún taller”.
No obstante, empezó uno en el Pepsam. “Ahí la profesora nos dice que tenemos que escribir lo que sentimos”, aclara.
Su primer libro lo publicó en 2010: “Hasta ese momento escribía para mí, pero un día pensé en que me gustaría que quedara algo de lo que hice. Me contacté con la gente de la editorial Las Tres Lagunas y me dieron todas las posibilidades”. Para ese trabajo, hizo una selección de los cuentos y poesías que tenía.
El año pasado editó el segundo, que es solo de poesía, y ya tiene material como para hacer otro libro.

SADE
Su afición literaria y, más específicamente, hacia la escritura, lo impulsó a incorporarse a la filial Junín de la Sociedad Argentina de Escritores. Esto fue en los inicios de la entidad en nuestra ciudad: de hecho, es el socio número 30.
Así fue como participó durante un tiempo, estuvo en la comisión directiva, y después siguió siendo socio, aunque se alejó un poco.
“Y en el último tiempo –cuenta– la SADE estaba por quedar acéfala por diferentes circunstancias, entonces se convocó a una reunión y me eligieron como presidente”.
Actualmente se realizan reuniones cada quince días y están trabajando en la organización de los clásicos certámenes literarios. “Hace unos días entregamos los premios del concurso del año pasado y ahora estamos organizando el del año próximo, que va a ser en una categoría juvenil y para adultos”, comenta.
Además, trabajan en el armado de un stand que van a tener en la Feria del Libro y en la posibilidad de armar encuentros de cafés literarios.
“Y también quisiéramos darle otra visibilidad y asociar más gente –concluye Racero– porque hoy tenemos poco más de 40 socios y en la mejor época llegamos a tener 145”.

Balance
Según dice, la poesía le sale “con más facilidad que el cuento”, aun cuando la hace solamente con rima, ya que la poesía libre no es su estilo.
Las últimas que hizo se las escribió a la calesita, a la plaza del barrio y a la estación de trenes, lo que deja entrever cierta nostalgia en los temas abordados.
Con todo, para Racero, el momento de sentarse a escribir resulta un momento único de introspección: “La escritura me da mucha paz, mucha tranquilidad, yo me siento a escribir y me olvido de todo, es como una terapia”.

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