Vacuna
OPINIÓN

Gracias a las elecciones llegan las vacunas

Para preservar la salud de la población y de una Argentina más justa.

Después de más de un año que, siendo benévolo, podríamos calificar como "de una política de salud para enfrentar la pandemia equivocada, aislada de la realidad y tardía en elegir el arma para ponerle freno". De entrada en el mundo, se supo que la única posibilidad para intentar frenarla eran las vacunas. Desde los primeros pasos en busca de proveernos de ellas se tomaron actitudes ambivalentes, interviniendo no en forma exclusiva el Presidente de la Nación y su ministro de Salud Pública, apareciendo giras de contactos internacionales de sus secretarios y personas que se decían relacionadas con el tema, pero desconocidas públicamente. 
Se establecieron prioridades geopolíticas y/o ideológicas, sin tener en cuenta que ya la larga cuarentena había aumentado el área de afectación de la salud, desatado la crisis económica, aumentado los contagios y las muertes. El miedo y la vida diaria acumulaban cansancio y agotamiento psíquico.
Se hicieron anuncios de llegadas de vacunas y de contratos revoleando anuncios de millones de dosis que comenzarían a llegar a fin del año pasado y en los primeros meses del corriente. Se cerró la información en forma absoluta para el Parlamento y para los demás sectores políticos, sociales y empresarios del país. Nadie sabía en concreto qué se había firmado y qué no.
Llegó la segunda ola y el drama se fue transformando en tragedia y la cadena vacunatoria, que se fue formalizando en muchos lugares, daba muestras de desigualdad y desorden con respecto a las prioriadades.
Parece que el miedo y la cercanía del comienzo de la campaña electoral ha puesto en alerta a algunos sectores del poder que nos están dando mas precisiones, por lo menos de la llegada de esta única arma que tenemos, que es la vacuna.
Quienes dictaron nuestra Constitución Nacional establecieron elecciones intermedias en los mandatos presidenciales y la ley Sáenz Peña que estableció el voto secreto, universal y obligatorio, parece que han desatado la necesidad de tratar de cumplir con la mayoría de la población.
Que no se equivoquen. La época del reparto “de una alpargata antes del voto y otra de acuerdo al resultado” pertenece a episodios desgraciados de nuestra vieja vida política.
Que la renovación parlamentaria sirva para la prioridad de salvar la salud pública, e indirectamente resguardar las instituciones republicanas y democráticas.

(*) Ex Senador de la  Nación (UCR- CABA)

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