Algunas expectativas por la soja a  520 dólares, pero sin un plan definido
TENDENCIAS ECONÓMICAS

Algunas expectativas por la soja a 520 dólares, pero sin un plan definido

Con el inicio del 2021 se reiteran los pronósticos económicos del año y las expectativas sobre cuáles son las tendencias más importantes para la inflación, el dólar, la emisión monetaria, el nivel de empleo o el desequilibrio fiscal. Aunque este año, al igual que en el anterior, la pandemia del COVID ha modificado totalmente el escenario internacional, de manera que no se puede eludir esos pronósticos económicos de las acciones que ha tomado cada país para enfrentar el virus y sus programas de vacunación. Es un desafío de una magnitud nunca visto en la historia de la humanidad: una vacunación para que sea eficaz debería alcanzar al 60/70 por ciento de los habitantes del planeta, es decir unas 5.400 millones de personas. 
Para ello sería necesario producir unas 12.000 millones de dosis por año, más del doble de la capacidad actual del sector farmacéutico en el mundo. El “regreso a la normalidad” es bastante más complejo de imaginar este año, adicional a los cambios productivos permanentes que ha originado el COVID, al menos en dos aspectos visibles: la revolución de la industria farmacéutica y en la actividad digital, y un enorme giro en la logística y las actividades turísticas.

La fuerte suba de soja y otros granos generaron una esperanza nueva: que con esos precios los productores agropecuarios liquiden más exportaciones y las arcas del tesoro se beneficien por al menos 3.000 millones de dólares más.

Existen otros cambios significativos para considerar, por ejemplo, que lo más probable es que el mundo deba adaptarse a convivir con este virus por mucho tiempo, que el sector de la salud ha multiplicado su importancia o que el COVID vuelve a reforzar las desigualdades entre los países y los sectores sociales. La Argentina, con menos del 1% de la población, debería pensar en estos violentos cambios o al menos sus sectores dirigentes, para adaptarse y no quedar otra vez postergada en la historia. Esos objetivos, por ahora, aparecen relegados bajo otras prioridades y consideraciones cortoplacistas.
Las elecciones legislativas de octubre próximo y los temas judiciales concentran los esfuerzos oficiales, de forma que la campaña de vacunación o un rebote económico quedan subordinados a esas decisiones. En este aspecto, no parece haber novedades de magnitud que modifiquen las expectativas y anticipen un año con importantes cambios positivos. La oposición tampoco ha logrado promover una agenda diferente. Son, otra vez, aspectos externos los que abren una brisa de mejora en el 2021 en el capítulo económico. La iniciativa del gobierno de Joe Biden (por U$S 1.900 mil millones) de lanzar otro programa masivo de ayuda al sector privado y sus ciudadanos (ya hubo otros planes similares en el 2020 en los países desarrollados) y de la FED (Banco Central estadounidense) de reducir las tasas de interés, ha llevado al mundo a una coyuntura de gran liquidez y suba del precio de los commodities.
La Argentina, por errores del gobierno de Alberto Fernández, no podrá disfrutar de las mieles del dinero barato y súper abundante, pero sí de los beneficios de la soja que llegó a 520 dólares la tonelada, el maíz a 210 dólares y el trigo a 250 dólares. El mercado financiero está cerrado para la Argentina, pese a haber refinanciado su deuda con los privados y no afrontar vencimientos en los próximos dos años. Para el resto, la situación es muy diferente, basta indagar muy poco. Mercado Libre, la compañía argentina, pudo colocar hace pocos días 1.100 millones de dólares en dos bonos de mediano plazo, a tasa de 2,3% y 3,1%. En cambio, YPF (compañía estatal) realizó una oferta “hostil” la semana pasada, para refinanciar sus deudas a tasas del 8/9 por ciento en dólares y no logró cerrar un acuerdo. Mientras que las tasas en dólares oscilan en 3, 4 ó 5%, según la calidad del deudor, en el mercado internacional, los bonos de la Argentina refinanciados en agosto último, dan un rendimiento del 16%, en niveles de default.
La posibilidad de que la Argentina pueda bajar sustancialmente su tasa de riesgo y vuelva a ser un sujeto de crédito internacional (igual que sus empresas), depende de que la negociación del ministro Martín Guzmán con el FMI, lleguen a un acuerdo. Por el momento, esa alternativa se presenta lejana y con pocas expectativas del organismo internacional. Por segunda vez en pocas semanas de diferencia, el vocero del FMI realizo una declaración en donde dejó en evidencia que Guzmán no presentó aún un programa como para avanzar en las negociaciones. Los funcionarios del organismo dicen continuar apoyando al país, pero señalan que siguen esperando elaboren un programa económico. Sin plan no hay acuerdo, y sin acuerdo no habrá un programa plurianual de facilidades extendidas y tampoco una refinanciación. No es casualidad, en consecuencia, que las expectativas sean muy bajas y las apuestas se inclinen cada vez más a pensar que el gobierno de Alberto F. intentará un acuerdo luego de las elecciones legislativas de octubre. De manera que, sin esas expectativas, las esperanzas de un rebote económico importante este año se diluyen.
Como se señaló, la fuerte suba de soja y otros granos generaron una esperanza nueva: que con esos precios los productores agropecuarios liquiden más exportaciones y las arcas del tesoro se beneficien por al menos 3.000 millones de dólares más. Estas divisas adicionales debieran fortalecer la recaudación tributaria y disminuir el desequilibrio, con menor necesidad de emisión monetaria. De igual forma, debería ayudar a reducir la brecha cambiaria, y bajar las expectativas de una maxi devaluación, fortaleciendo las reservas del Banco Central. Aunque en verdad nada de este círculo virtuoso está garantizado. Sectores K hablan de la “maldición” de las exportaciones de alimentos y, casi en simultáneo, el ministro del área, Luís Basterra, decide suspender las ventas externas de maíz por un reclamo que habría llegado de la secretaria de Comercio, Paula Español, originado en los productores de pollo. Sin plan ni metas claras y con visiones tan opuestas de cuáles son las mejores opciones económicas para dar inicio a una recuperación, las esperanzas del 2021 se pierden con bastante facilidad.

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