MARKETING APLICADO

Papelito

De la notoriedad a la relevancia.

A nivel de “La Ribas” o Samperi, se trata de un recuerdo que atraviesa el corazón de varias generaciones. Una marca que con el tiempo resignificó aquella precariedad estructural en valor y reconocimiento. Hoy me cuestiono haber demorado más de 8 años en dedicarle esta columna, por eso quiero pagar la deuda. Lejos del golpe bajo y la nostalgia sin sentido quiero fijar la idea en el marco de la gestión comercial. 
En la actualidad, adquirir notoriedad pareciera ser el mandato, un contexto que se caracteriza por la aceleración autómatica. En este camino se aplica el marketing como impostura y perfeccción absurda. Un manual con fundamentos enlatados e indiferenciados. Todo rápido, repetitivo y similar. Surge así el paradigma de marcas que no destacan, sobresalen y mucho menos despiertan emociones. Carentes de alma, contenido y corazón. Una concepción de éxito que se sostiene en cantidad de seguidores, aun cuando al revisarlos son personas que nunca serán clientes o ni siquiera existen. 
Para quienes no conocen la historia, “Papelito” fue un circo humilde y de gran corazón que recorría la provincia de Buenos Aires de la mano de su creador, Carlos Brighenti. Si bien ya pasaron varios años de su desaparición física, queda el legado de la marca que hoy además se refleja en una película y posicionamiento diferencial: “El último circo criollo de la Argentina”. 

¿Notoriedad o relevancia? 
La construcción de valor no depende tanto de la capacidad de inversión o el alcance sino del interés que puede despertar en las audiencias, algo que demanda cabeza porque la notoriedad se pueden comprar pero la relevancia hay que ganársela con gestión e imaginación.
Una vez más recurro a los recuerdos para ejemplificar mi columna. Las marcas son eso, un lugar al que asistíamos felices arrastrando nuestra silla. Una propuesta a la que no le pedíamos nada, le bancábamos los errores sin importar el frío o los nuevos agujeros de una carpa vieja. 
De humor fresco y desopilante como virtud. Una propuesta que se reía de sí misma y tenía la capacidad de enamorar con cosas simples. Un soñador que nos dejó una huella, una marca que cada uno recuerda e ilustra a su manera. Quizá Papelito no sea tan notorio en la actualidad, pero no dudo de su relevancia que nos atraviesa como tantas otras de nuestra ciudad.

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