TRIBUNA DEL LECTOR

Cuando Argentina ayudó a Francia

Participado por el profesor Juan Carlos Chachques (Chevalier de la Legión de Honneur y jefe de Cirugía Cardiovascular Experimental del Hospital más grande de la comunidad europea, Georges Pompidou) a la presentación de un pormenorizado y necesario recordatorio de la olvidada gesta argentina en Francia, por los doctores Rubén Sanguina y César Gotta, en la Cité Universitaire a Paris, sentí un enorme orgullo, del que deseo participar a nuestros compatriotas.
Los franceses recuerdan y homenajean eternamente a los que colaboraron con ellos. De ahí que podemos obtener esta laboriosa información, recopilada minuciosamente por los colegas mencionados (archivos del Servicio de Salud en Limoges).
Nosotros también tenemos todo registrado, pero ¡en el olvido!
Al inicio de la Primera Guerra Mundial, la comunidad argentina estaba formada por grandes hacendados, mientras Francia aún padecía, empobrecida, secuelas de la guerra de 1870.
El doctor Luis Agote, en 1914, en el  Hospital Rawson, consigue la anticoagulación de la sangre y la transfusión directa, técnica que rápidamente se aplica en los frentes, salvando innumerables vidas.
Los hospitales solventados por los argentinos, con personal voluntario, estaban en zona interior.
Josefa Balcarce, nieta del general San Martín, abre en su Petit Palais de Brunoy, con sus propios medios y un quirófano de avanzada, el Hópital Auxiliere 89 de Brunoy.
María Luisa Dosa, casada con un terrateniente francés afincado en la Argentina, Maurice de Lariviere, abre con sus propios medios el Hospital des Belles Feuilles 20, con equipos caros para su época. El hijo, que sobrevive a la guerra, regresa a los 26 años con su familia a la Argentina y muere en este país en 1975.
El 25 de mayo de 1915, el representante de la comunidad argentina en París, el doctor Enrique Rodríguez Larreta, hace entrega de veinte ambulancias equipadas con quirófano móvil.
El profesor Pedro Chutro, discípulo de Alejandro Posadas, es nombrado jefe de Cirugía del Hospital Buffon, donde realiza 2 mil intervenciones por año. Aplica exitosamente la solución de Dakin-Carrel (desestimada hasta entonces) para el lavado de las infecciones (no había antibióticos aún, los cuales surgen en la Segunda Guerra Mundial.
Cerca de 40 médicos llegan de Argentina, entre ellos Rafael Cisneros, medalla de oro con diez de promedio.
Marcelo T. de Alvear llega, en 1917, para organizar el Hospital Militar Argentino en París, en el edificio recién construido por los Anchorena, inaugurándose el 25 de mayo como Hospital Argentino 108 UFF de Paris.
A su llegada, en 1918, el profesor Fonochietto es nombrado jefe Médico. 
Finochietto concibió y elaboró instrumentos y aparatos para uso quirúrgico que se extendieron a todo el mundo. Inventó el frontolux, un sistema inspirado en las lámparas de los mineros que, ceñido a la frente del cirujano, permite iluminar el campo operatorio puntual a la visión del cirujano; el "empuja ligaduras", para detener las hemorragias; el porta-agujas, en diversas medidas y formatos; la pinza Doble utilidad, usada para hemostasia y como pasahilos; el aspirador quirúrgico para limpiar la sangre del campo operatorio; las "valvas de Finochietto", para separar órganos; la cánula para transfusiones; la mesa quirúrgica móvil, manejada con pedales e impulsada por motor eléctrico, que permite colocar al paciente en cualquier posición para facilitar la operación; el banco para cirujanos, que permite operar sentado; y el separador intercostal a cremallera para operaciones de tórax, conocido universalmente como "separador Finochietto". Se exiben permanentemente en Paris junto a su busto con ceremonia anual.-
En 1918, durante la última ofensiva alemana, ningún médico abandona su puesto, aún la nieta del general San Martín en su hospital de Brunoy.
Finalizada la guerra, el gobierno argentino le da un crédito por 200.000.000 de piastras de oro para su reconstrucción.
Vicente Almonacid, uno de los primeros ingenieros argentinos, amante de la aeronáutica, se entera de la inauguración de la primera escuela de vuelo en París. Los franceses creen que es un eximio piloto sudamericano y le ofrecen el último modelo en madera con relojes de control, sin saber que los diseños del argentino nunca levantaron vuelo. Intrépidas picadas y vuelos rasantes hacen que lo incorporen al servicio con la misión de bombardear la fábrica alemana de gas mostaza en la frontera. Perseguido por los cazas alemanes, después de lograr su objetivo, consigue aterrizar hecho un colador y salva su vida. Regresa a la Argentina y crea el Correo Aeropostal, en el cual posteriormente trabajaría Saint Exupéry, Su nombre está en el Arco de Triunfo.
Innumerables ejemplos, que no recordamos, me hacen suponer que solo quedó en el corazón de los argentinos el mito de la “Argentina Potencia”, el “Granero del Mundo”, entre otros, que moldeó las políticas públicas de nuestra clase dirigente, que con ignominioso despilfarro de subsidios -sin apostar a la infraestructura productiva y gastando por sobre sus recursos (condicionada por el mito)- no ve que somos uno de los países más pobres de Latinoamérica (después de Cuba y Venezuela), con la peor educación, pobreza e inseguridad, al lado de nuestros vecinos que fueron más objetivos y menos soberbios.
Todavía sigo escuchando que con una cosecha nos salvamos.

Dr. Eduardo Sabus

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