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Cristina alerta que en recientes mediciones seis de cada diez personas admiten dificultades para llegar a fines de mes.
LA COLUMNA DE LA SEMANA

"No hay futuro": la segunda del lado B

Allá por 1987 Los Intocables lanzaban el primero de los dos discos que publicaron antes de disolverse. El álbum llevaba como título el nombre de esta banda de ska que ponía a bailar en puntas de pie a los jóvenes "progres" y contestatarios de la época, y estaba compuesto por 11 temas.
"Él se llama Don José" se constituyó en el hit de aquel "casete" y probablemente se trató también del principal éxito que supo concebir la agrupación, en la que cantaban Clody junto con Juan Velázquez. Sin embargo, casi tanto barullo causó en ese momento "No hay futuro", la segunda canción del lado B.
"No quiero morir insatisfecho, solo quiero mis derechos", decía el tema, sumamente pegadizo por cierto. Treinta años después, es probable que su estribillo aún repiquetee en la memoria de los cuarentones cada vez que escuchan hoy hablar en público a la ex presidenta Cristina Kirchner.
Progresista o no, Cristina está lejos de bailar ska al ritmo de Los Intocables en vísperas de los comicios legislativos del 22 de octubre próximo -de 2017-, pero claramente se ha propuesto como objetivo de campaña -¿de miedo?- generar desesperanza o al menos incertidumbre al mencionar una y otra vez los presuntos riesgos que implican las políticas de endeudamiento dispuestas por el Gobierno.
"No hay futuro", insiste la ex Presidenta en cada uno de sus actos, en los que también implora a los vecinos de la provincia de Buenos Aires, en donde se postula para ser senadora nacional por el novel frente Unidad Ciudadana, que ponderen "el presente" a la hora de concurrir a las urnas.
Cristina parece estar convencida de que, como aseguran algunos analistas políticos, la gente, en comicios de medio término sobre todo, suele votar en función de sus expectativas a corto y mediano plazo, y no tanto tomando en cuenta su coyuntura del momento. 
En este contexto, recientes mediciones demuestran que seis de cada 10 personas admiten dificultades para llegar a fines de mes, pero las perspectivas de la población de que su situación económica mejore en los próximos meses registraron en agosto pasado su nivel más alto desde enero de 2016.

"Piantavotos" abstenerse
A esos vecinos les habla Cristina, mientras intensifica sus incursiones en el Gran Buenos Aires, allí donde atesora su núcleo duro de respaldo electoral. Con su discurso planeado en estos términos, Cristina intenta seducir y generar que cambien de opinión aquellos que, ilusionados con la posibilidad de disfrutar de un futuro más promisorio, estarían dispuestos a otorgarle un voto de confianza al Gobierno.
En 2014, durante un acto por el Día de la Bandera (20 de junio) en Rosario, la ex mandataria, en aquel momento titular del Poder Ejecutivo nacional, pidió a un grupo de militantes que enrollaran sus estandartes para permitir que quienes se ubicaban por detrás de ellos pudieran ver mejor, aunque aclaró: "Las banderas no las bajen nunca, las banderas siempre en alto".
Tres años más tarde, la estrategia de Cristina para tratar de ganar las elecciones del 22 de octubre, llevar de la mano al ex canciller Jorge Taiana al Senado nacional y empezar a construir su candidatura presidencial para 2019 impone nuevos lineamientos, incluso algo reñidos con aquellas convicciones aparentemente innegociables de las que hacía gala otrora.
Nada de banderas partidarias en sus actos -y mucho menos de La Cámpora o de Unidos y Organizados-, nada de militancia movilizada ni de folclore kirchnerista. Sí mucho Conurbano, mucha "gente común" en primera fila, por más que ya no tenga espacio en el escenario para contar sus "historias de vida" como sucedía antes de las PASO, y definitivamente mucha más Cristina acaparando las miradas y al mismo tiempo enfocada por decenas de teléfonos celulares durante sus prédicas.
Tanto la ex Presidenta como el frente oficialista Cambiemos coinciden en su ambición de agigantar la "grieta" y robustecer la polarización con vistas a los próximos comicios, repitiendo así la hoja de ruta diseñada antes de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto.
Se trata de una táctica electoral que les ha resultado beneficiosa a ambos, en especial al Gobierno, que supo capitalizar la fragmentación que produjo en la oposición el regreso de Cristina a la arena política tras la derrota de 2015 y es muy probable que lo termine confirmando en las urnas con un triunfo en los comicios de octubre.
La irrupción de la ex presidenta afectó especialmente al líder de 1País Sergio Massa, que obtuvo un resultado por debajo de sus expectativas en agosto pasado y junto a su compañera de aventuras Margarita Stolbizer corre serio riesgo de acabar devorado por la grieta dentro de tres semanas.
En el propio entorno de Massa admiten que el retorno a la acción de Cristina significó un golpe furibundo para el ex funcionario kirchnerista, que fantasea con la posibilidad de encabezar una especie de liga de gobernadores con aspiraciones de renovar al peronismo después de las elecciones, también con la mira puesta en 2019, pero claro, antes debería preocuparse por ganar en Tigre al menos ahora en octubre.

Adelantado salteño
Así como el Gobierno insiste en ubicar a la obra pública, los brotes verdes de la economía y la lucha contra las mafias como los principales ejes de su campaña, Cristina continúa barajando y dando de nuevo, aunque sí parece estar persuadida de que la segunda del lado B, "No hay futuro" (la octava entre 11 canciones), es la apuesta que mejores dividendos le puede llegar a rendir.
Massa también explora temas sobre los cuales machacar. Habló mucho de la "grieta" antes de las PASO, pero el tiro le salió por la culata, según comentan en su entorno. Ahora cambió de asesor publicitario y orientó su discurso más hacia la clase media, ese maravilloso, heterogéneo y extraordinariamente volátil universo de, ¿cuánto? ¿25 millones de personas en la Argentina? Gente con ideología definida, pero no encadenada de manera religiosa a una determinada agrupación política; gente que incluso suele votar influenciada por sus propios dogmas sobre premios y castigos.
A Massa, el llamado "voto útil" en la elección para senador de la Nación podría destrozarlo y a dejarlo incluso más dañado políticamente que al entusiasta líder del peronismo renovador Florencio Randazzo, que sigue perdiendo lugartenientes, aunque una derrota de Cristina frente a Esteban Bullrich (de Cambiemos) bien podría otorgarle una pizca de fortalecimiento.
Otro que espera frotándose las manos que la ex presidenta trastabille en las urnas es el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, que si logra salir airoso en su provincia y se ve favorecido por otros resultados -como por ejemplo, un tropiezo ruidoso Juan Schiaretti en Córdoba-, comenzará a mostrarse como "presidenciable" a partir del mismo domingo 22 de octubre.
En ese contexto, es probable que Urtubey empiece a "nacionalizar" su discurso y a enfocar lentamente la mira en los comicios de 2019: "El liderazgo del peronismo se dirimirá entre los que ganen en octubre", comentó días atrás el mandatario, que hace poco viajó a Corrientes a darle su respaldo al candidato a gobernador Carlos "Camau" Espínola (Podemos Más).
En esa provincia los comicios para elegir al sucesor de Ricardo Colombi están previstos para el próximo domingo 8 de octubre y en las últimas horas desembarcó allí el jefe de Gabinete nacional, Marcos Peña, que se mostró junto al gobernador en busca de apuntalar la candidatura de Gustavo Valdés, de Encuentro por Corrientes (ECO)+Cambiemos.
Se espera que cuatro días antes de las elecciones, el 4 de octubre, viaje Macri también anunciar obras de infraestructura y dar su bendición final a Valdés.

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