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A la fecha, todas las encuestas, cuyo margen de error suele resultar alarmante, adjudican a Cristina Kirchner.
LA COLUMNA DE LA SEMANA

Perspectivas para las PASO

Las perspectivas electorales resultan aún indefinidas. No solo por los resultados, sino también por la interpretación que de dichos resultados se lleve a cabo y, en particular, por las consecuencias que depararán para el futuro inmediato del país.
Desde ya que pese a votar en las 24 jurisdicciones que componen la Argentina, la elección en la provincia de Buenos Aires acapara todas las palmas.
No solo por la cantidad de electores, casi determinante en cualquier comicio, dada la disparidad poblacional que muestra la Argentina, sino también por las características de quienes allí se enfrentan.
De un lado, la resurrección del pasado kirchnerista. Del otro, el aún indefinible Cambiemos
Quizás allí radique, precisamente, la causa de la incertidumbre sobre el resultado final.
Por un lado, el estereotipado populismo. Sin vueltas y sin tapujos, pese a los intentos de maquillaje que llevan adelante Cristina Kirchner y sus muchachos de la Cámpora. Con todo el bagaje de corrupción que protagonizan y que no parece hacer mella entre sus seguidores.
Por el otro un Cambiemos que muestra acentuados ribetes republicanos, que intenta recuperar el atraso en materia de infraestructura pero que no consigue generar la confianza suficiente para llevar adelante los cambios imprescindibles para integrarse al mundo y generar así condiciones para avanzar en materia económica y social.
Entre ambos extremos de lo que se ha dado en llamar la brecha, navegan, en la provincia de Buenos Aires, los renovadores de Sergio Massa, aliado con Margarita Stolbizer, y los peronistas tradicionales que intentan crecer de la mano del ex ministro Florencio Randazzo.
Para finalizar el cuadro, debemos hacer referencia a una elección Primaria Abierta Simultánea y Obligatoria (PASO) sobre las que nadie exhibe ningún entusiasmo, entre otras cosas, porque como máximo oficiará, tanto para senadores nacionales como para diputados nacionales de la provincia de Buenos Aires, como una mera encuesta anticipada, en agosto, del comicio decisivo que tendrá lugar en octubre.

A tres semanas
A la fecha, todas las encuestas, cuyo margen de error suele resultar alarmante, adjudican a Cristina Kirchner y su conglomerado, voto más, voto menos, un tercio del electorado de la provincia de Buenos Aires.
De movida, parece ser un núcleo duro. Un piso y un techo en simultáneo. Al punto que nada parece alterarlo, ni en más, ni en menos, no obstante cuanto ocurre en derredor.
Si el administrador de los Kirchner va preso por violar el embargo judicial o si la Argentina es condenada por el CIADI –el tribunal de arbitraje internacional- a pagar 320 millones de dólares por la pésimamente mal hecha estatización de Aerolíneas Argentinas bajo el gobierno anterior, a ninguno de los seguidores de la Kirchner parece preocuparlos.
No ocurre lo mismo con las otras variantes que se presentan a los comicios bonaerenses.
Para el oficialismo de Cambiemos, la fidelidad del voto, en la provincia de Buenos Aires, es mucho menor. Se compone de un escaso voto PRO, de un mayor voto radical sobre todo en el interior provincial y de un abundante voto anti K.
Al escaso voto PRO no se lo debe confundir con el mucho más cuantioso apoyo que recibe la gobernadora María Eugenia Vidal. El primero es un voto cerrado al conjunto que, además de Vidal, incluye a Mauricio Macri y al gobierno nacional. El segundo en cambio es fuertemente anti K y ve en la gobernadora una líder más que potencial para enfrentar a Cristina Kirchner.
Tironeado en el medio aparece Sergio Massa. Su necesidad es “comer” votos que deberían sumarse a Cambiemos y, a la vez, defender los votos acumulados en la elección anterior que pueden resultar atraídos por la variante peronista tradicional que intenta edificar Florencio Randazzo y, sobre todo, por Cambiemos, por aquello del voto útil.
Difícilmente, la izquierda crezca más allá de su caudal tradicional que ronda el 5 por ciento. El populismo kirchnerista le quita votos, al menos, en igual caudal que cuanto recibe.

Incógnitas
Si este es el panorama inicial quedan dos incógnitas por resolver de cara a las inútiles PASO que, dicho sea de paso, desvirtúan por completo la existencia y vigencia de los partidos políticos.
Desde un costado, la efectiva concurrencia electoral el día 13 de agosto próximo en ocasión de las citadas PASO.
Por el otro, si la eventual ausencia de concurrencia representará una pérdida de caudal similar para cada uno de los actores en la provincia de Buenos Aires.
Es de imaginar, una concurrencia menor para las PASO que para las nacionales. En primer lugar porque, después de todo, se trata de una elección legislativa. Aquí no se cambia un presidente, ni un gobernador –con excepción de la provincia de Corrientes-, y casi ningún intendente.
¿Cuánto menor? Imposible de calcular. Con una anacrónica obligación de votar aún vigente que obliga a emitir un voto a quien, con justo derecho, no le interesa hacerlo, el caudal electoral en la PASO debería acercarse bastante al total que emitirá su voto en las generales.
No obstante, es probable que quienes están exentos de la obligación –personas mayores y adolescentes de entre 16 y 18 años- no muestren un interés mayor por votar en un comicio –el de las PASO- que no decide nada.
Y así ocurrirá también con quienes cuentan con la obligación de emitir un voto. Dicha obligación se torna cada día más flexible. Al fin de cuentas, la sanción que cabe es casi puramente teórica.
Claro que la abstención -es más propio hablar de ausencia- no parece resultar igual, en términos proporcionales, de acuerdo con la eventual opción de voto.
En principio, es procedente imaginar mayores “faltazos” entre votantes de Cambiemos o de Massa que entre votantes de Kirchner.
No solo por la mayor incidencia de sectores medios entre los primeros, sino también por un mayor “control” sobre el votante que ejercen algunas organizaciones “sociales” que apoyan al kirchnerismo.

Posibles resultados
Así las cosas, varios resultados resultan posibles. Dos parecen claros, sobre todo a partir de un 15 por ciento de indecisos que las encuestadoras reconocen y que, a todas luces, pueden sumar algún punto más.
El primer resultado es un triunfo de Cristina Kirchner en las PASO. Aquí aparece como fundamental establecer la diferencia respecto de Cambiemos.
Difícilmente ocurra, pero si Cristina Kirchner aventaja a los candidatos de Macri-Vidal por más de seis puntos, la elección puede quedar cerrada a favor de la ex presidente. 
Si, por el contrario, la ventaja del kirchnerismo no supera los cuatro puntos, habrá que girar la mirada hacia dos variables.
Por un lado, el número de personas que no fueron a votar. Por el otro, el caudal de votos que obtuvo Sergio Massa. 
Es que, en este escenario, operará el voto de la brecha. Cristina Kirchner no sumará nada, mientras que los candidatos de Vidal y Macri quedarán en buenas condiciones de agregar votantes no concurrieron en la PASO y, sobre todo, electores de Massa-Stolbizer que no aceptan un retorno al pasado.
Conclusiones: pese a todo, y no son pocos los errores cometidos, como por ejemplo no aceptar a Elisa Carrió como candidata en la provincia de Buenos Aires, las perspectivas aparecen como más halagüeñas para el oficialismo que para el populismo. Pero no está dicha la última palabra. 
Sí, en cambio, el “gran resultado” emerge claro en el resto del país: Cristina Kirchner no cuenta con votantes “ganadores” fuera del conurbano bonaerense.
El probable renacimiento de la “liga de gobernadores” peronistas apuesta a una derrota cristinesca para reemplazarla, definitivamente, como cabeza del otrora imbatible movimiento. 
Ese será el puntapié inicial para un proceso de renovación peronista que debe empezar cuanto antes sin que nadie aventure cuando deberá concluir. En todo caso, nadie ignora, que finalizará recién cuando emerja un nuevo liderazgo.

Hasta entonces
Con excepción de la presencia presidencial en la ciudad de Mendoza para la Cumbre del Mercosur, la semana giró en torno de Cristina Kirchner o, mejor dicho, de los delitos y los desaguisados de la banda que encabeza Cristina Kirchner.
Comencemos por su pésimo gobierno. Desde estas columnas, hace ya varios años, lo alertamos sobre manera: la “estatización” decidida y realizada, allá por el 2008, de Aerolíneas Argentinas traería pésimas consecuencias sobre el país.
Pasaron 9 años y las consecuencias llegaron. El tribunal arbitral del Banco Mundial, conocido por su sigla CIADI, condenó a la Argentina a pagar 320 millones de dólares, más sus correspondientes intereses, al grupo español Marsans.
Marsans fue un pésimo administrador de Aerolíneas Argentinas, casi tan malo, aunque no tanto, como los kirchneristas Julio Alak y  Mariano Recalde quienes gobernaron la empresa “tras la estatización” y la condujeron a un balance en rojo subido como consecuencia de convertirla en un aguantadero de La Cámpora y de los gremios aeronáuticos.
Todo el proceso de estatización del peronismo kirchnerista fue tan arbitrario como lo fue la privatización del peronismo menemista.
Los argumentos argentinos –durante el gobierno K- fueron casi pueriles. Acusaron a Marsans de “desinvertir” la empresa, argumento que fue rechazado por el CIADI dado que Aerolíneas había pasado a ser una empresa privada y, por tanto, la desinversión afectaba solo a sus dueños.
Luego hicieron hincapié en que Marsans vendió los derechos sobre la deuda a un fondo de inversión, Burford Capital. Algo que es de práctica comercial común.
En síntesis, kirchnerismo mediante, a los 4.500 millones de dólares que Aerolínea recibió como subsidio del Estado argentino, es decir, de los contribuyentes, empresas y ciudadanos argentinos, hace falta ahora sumar otros 350 millones más como consecuencia de la sentencia del CIADI.
Los K en silencio.
Fue nada más que una foto, pero el sector la consideró como una afrenta. Fue la foto que la ex presidente se hizo tomar cuando visitó un tambo en el partido de Lincoln, provincia de Buenos Aires.
No fue una visita así nomás. Se trató de una producción para un video de campaña en el que la Kirchner da consejos a los tamberos sobre “el fluido”, traducción al idioma K de la leche fluida.
Nadie ignora que el sector fue uno de los que más sufrió como consecuencia de las arbitrariedades que llevó adelante, con aval de la “jefa”, el entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
Durante el kirchnerismo, debieron cerrar sus tranqueras más de 5.000 tambos.
Por supuesto, es imposible obviar el intento del oficialismo y una parte de la oposición de expulsar a Julio De Vido de la Cámara de Diputados de la Nación.
Difícilmente ocurra. El kirchnerismo y sus aliados parecen contar con los votos suficientes para parar el intento. En todo caso, la sociedad confirmará, un vez más, quienes optan por vericuetos legales para defender un corrupto que perjudicó al país en miles de millones de dólares.
Queda lo del contador Vìctor Manzanares, el contador de los Kirchner, con prisión preventiva por maniobras con fondos embargados a la familia Kirchner. Manzanares resulta un ejemplo más de la impunidad que instalaron los Kirchner en el país, con el objetivo claro de beneficiarse de manera delictiva sin ser molestados por nadie.
Solo que las cosas cambiaron. No lo suficiente, pero cambiaron. Manzanares y los Kirchner parecen no haberse dado cuenta. Así, el contador continuó desviando fondos de la intervenida inmobiliaria Los Sauces que fueron a parar, ilegalmente, a los bolsillos de los jóvenes  Máximo y Florencia.

Mercosur
Los presidentes de los países que integran el grupo más los que adhieren –Chile y Bolivia- se reunieron en Mendoza para tratar tres temas: el acercamiento con la Alianza para el Pacífico, la búsqueda de un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea y la situación en Venezuela.
Sobre el último punto y con la disidencia del boliviano Evo Morales que no firmó la declaración final, solo se pudo avanzar hasta una nueva advertencia al autoritario Nicolás Maduro para que no lleve a cabo una amañadas elecciones, el próximo domingo, para reformar la Constitución venezolana.
Pero esta vez la advertencia –sobre una posible suspensión permanente- tiene fecha de caducidad que es el mismo próximo domingo.

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