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El desafío de la Medicina

La salud es uno de los derechos básicos del ser humano y, lamentablemente, hoy debemos reconocer que ese derecho no se distribuye en forma igualitaria. Lograr la equidad y calidad para todos es una responsabilidad social.
Hace unos 2.500 años, Hipócrates, el padre de la medicina, decía: “La acción de la medicina debe ser no solamente curar enfermedades sino asegurar la salud”. Y concretaba su pensamiento en lo que hoy es parte del “corpus hipocrático” y un componente del juramento médico afirmando: “Fijaré el régimen de los enfermos del modo que le sean más convenientes según mis facultades y mi conocimiento, evitando todo mal e injusticia”.
Observemos que, ya desde hace 2.500 años, se hablaba de la necesidad de la acción médica como un componente fundamental de la salud de la gente. Se hablaba también de los conocimientos necesarios para evitar todo daño e injusticia.
Hace unos escasos 60 años, comenzaron a producirse documentos que afirman compromisos nacionales e internacionales sobre la equidad y calidad.
Señalemos alguno de ellos. En 1946 se publica la carta de la creación y constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En 1948 aparece la declaración universal de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos y en 1977 se afirma el compromiso de lograr la meta de salud para todos de la OMS. En el año 2011 aparece una declaración política, Río 2012, orientada a ejecutar acciones concretas sobre la salud y los determinantes sociales.
En estos cuatro documentos, encontramos una unidad conceptual. Todos concuerdan en la definición amplia de salud, y sobre el derecho a la salud, sin ningún tipo de limitación económica y/o social. Es la responsabilidad del sistema de salud

Éxitos y frustraciones

Es importante señalar que, cuando hablamos del sistema de salud, estamos hablando de la organización sanitaria, de la educación médica, de los recursos humanos y financieros para distribuir adecuadamente los conocimientos de la promoción de la salud, la prevención y el adecuado tratamiento
Se han logrado importantes éxitos, y también, hemos experimentado grandes frustraciones hacia la equidad.
Como éxitos debemos mencionar la erradicación de enfermedades. La viruela en 1980, la poliomielitis en 1994 y el control de otras enfermedades transmisibles. Identificamos además, importantes avances en la situación general de salud, medida por promedios nacionales que muestran la tendencia al descenso de la mortalidad general, la mortalidad específica y el aumento de la esperanza de vida.
Son éxitos logrados en base a una conjunción positiva de saberes aportados por las ciencias médicas, el trabajo del equipo de salud, su adecuada formación y compromiso, así como por las políticas públicas de apoyo a estas actividades de promoción, prevención y tratamiento. Un verdadero ejemplo de complementación entre la ciencia, la educación médica, el estado, y la sociedad civil hacia objetivos claros.

Desigualdades

Sin embargo, lamentablemente, aún se observan inaceptables desigualdades en la atención de la salud.
En los últimos 30 años, encontramos sucesivos documentos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), de la OMS y de otros organismos internacionales donde se insiste en la falta de equidad y calidad en la atención de la salud, afirmando que: “existen claras diferencias en la forma en que se entregan y reciben los conocimientos de las ciencias de la salud”. Y estas diferencias aparecen en poblaciones con menor acceso a servicios que brinden calidad y seguridad.
El problema de la calidad de la atención se expresa cuando se afirma que un sistema de salud puede llegar a producir eventos adversos, riesgos y muertes no deseadas por limitaciones de la organización y del trabajo en equipo.
Todos estos riesgos en la atención de la salud nos hacen estimar que en Argentina se producirían unas 7 mil muertes al año y 400 mil eventos adversos de los cuales un 80% son evitables (Estudio IBEAS).
Sobre este tema resulta de interés el análisis elaborado por el Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos que, en sucesivos informes en los años 2000, 2001 y 2013, hacen énfasis en dos aspectos fundamentales para resolver lo que llaman “el abismo existente entre buena y mala calidad”.

Educación médica

Por un lado, es necesaria una adecuada organización sistémica institucional y, por otro, una educación médica y del equipo de salud adaptada a las nuevas necesidades de atención.
De esta forma se pone énfasis en la responsabilidad de las Escuelas de Medicina como actores centrales del cambio del paradigma sanitario para el nuevo milenio, afirmando que las mismas no pueden ser observadores pasivos de los cambios en las prácticas médicas surgidas del avance constante del conocimiento y de las nuevas tecnologías, sino que deben aceptar su responsabilidad social en la formación de profesionales, que puedan afrontar dichos desafíos.
En este mismo sentido, la Organización Mundial de la Salud, en un reciente documento ha llamado la atención sobre los cambios demográficos ocurridos en los últimos decenios lo que conlleva a un aumento de las enfermedades crónicas con la consiguiente demanda de nuevas prácticas e intervenciones médicas.
En respuesta a este problema mundial, en el año 2003, los países integrantes de la OMS aprueban la Alianza para la Seguridad del Paciente haciendo recomendaciones específicas referidas a la organización sanitaria y a las instituciones del sector.
Se hace una especial mención a la necesidad de una revisión de los programas de educación médica que respondan a los cambios del paradigma sanitario antes mencionado.
Se define, de esta manera, una ineludible responsabilidad de las universidades en general y de las escuelas de medicina en particular, en asegurar a la población la formación de un profesional adecuadamente capacitado para la calidad y seguridad del paciente.
Pensamos sobre la necesidad de una acción conjunta de cada uno de los componentes de un sistema de salud, es decir de la conducción política nacional, provincial o municipal, los organismos de la sociedad civil, los sistemas de financiación, las universidades, las instituciones de formación de profesionales de la salud, para un ajuste permanente hacia una mayor responsabilidad, para la equidad calidad y seguridad de la atención.
Sobre este tema, desde la facultad de Ciencias Médicas de la UNLP, se ha elaborado un proyecto de marco legal para la construcción conjunta de un paradigma sanitario de cooperación de todos los actores.
La salud para todos con equidad, calidad y seguridad es el objetivo. El desafío sistémico científico y social está planteado. Permítaseme entonces, una última reflexión.
Así como la física, como toda ciencia, revisó sus conceptos, sus teorías y sus prácticas a partir de la teoría cuántica, como una demostración de evolución permanente, las ciencias médicas lo hacen también en beneficio de la salud, la calidad y la seguridad.n

(*) Integrante de la Academia Nacional de Medicina

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