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MARKETING APLICADO

Patos

Información o conocimiento.

Entiendo que en la actualidad hay una tendencia hacia el “hágalo usted mismo” fundamentada en la disponibilidad de contenidos digitales. De esta forma, podemos obtener información relevante para la concreción de un matambre de cerdo a la mostaza, un plan de marketing o como tejer una bufanda para el invierno. Tan sólo basta con “googlear” nuestro interés para calificarnos como expertos en el tema. Sin dudas, esta situación es beneficiosa para resolver tareas caseras pero me deja alguna duda en la generación de planes comerciales para las pymes.
Se trata de la cultura del “atajo”, una situación que afecta a muchas especialidades generando situaciones muy complejas y difíciles de controlar. Al parecer, nuestro asesor es la ventana de “google” con el cursor titilante a la espera de lo que necesitamos. Surgen así las preguntas más insólitas a saber: ¿Cómo armar un plan de marketing? ¿qué debo hacer si me duele la cabeza? ¿cómo decorar un departamento de un ambiente?
Las respuestas que lanza la máquina surgen de la misma lógica. Personas con mayor o menor conocimiento lanzando contenidos sin control ni conocimiento alguno sobre la situación particular de la pyme, la migraña de quien consulta o si el departamento es de un adolescente o un divorciado que está iniciando una nueva vida.
La cultura de la información nos ubica a todos en el mismo punto de partida, los datos como valor aplicable a cualquier situación. El agravante es que las editoriales se hacen “eco” de esta demanda latente y lanzan libros de autoayuda personal o comercial sostenidos en enunciados un tanto insólitos como “Las siete claves para ser millonario” o “veinte secretos para la felicidad”.
Creo que estamos olvidando el aparato digestivo como valor fundamental en la lectura activa de un texto o información para transformarlo en conocimiento. Al menos ése es el recuerdo de mi paso por la escuela. El desafío era claro, nos hacían leer un texto para lograr una interpretación personal que redunde en respuestas a un cuestionario. Si las respuestas de un alumno eran iguales a las de un compañero, la trampa era evidente: se habían copiado. Hoy eso no ocurre y la situación parece ser compleja.
Tengo la sensación que las soluciones se repiten sin considerar la experiencia como fuente para el asesoramiento y el diagnóstico. Se recurre más a la solución “masticada” que a la posibilidad de masticar una solución y de esta forma, todos nos empezamos a parecer un poquito más al de al lado.
Dejemos de tragar fórmulas, desarrollemos el problema de modo de digerirlo y así encontrar la mejor solución.
Cuac! 

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