Martín Arce comenzó a darle forma a la Casa del Bonsái en 2016.
Martín Arce comenzó a darle forma a la Casa del Bonsái en 2016.
EL ARTE DE LA CONTEMPLACIÓN

Más de mil ejemplares conviven en armonía en la Casa del Bonsái en Junín

Desde 2016, Martín Arce habilitó en su domicilio un vivero especializado en cuidar y producir este tipo de ejemplares. En diálogo con Democracia habló sobre los detalles de su pasión por esta técnica ancestral japonesa.

Martín Arce, aficionado a la botánica, comenzó cerca de 2016 una colección desde cero que conserva y cuida en el patio de su domicilio en Junín; lugar que nombró como la Casa del Bonsái. Allí, actualmente, conviven más de mil “arbolitos” – como él mismo los denomina - a los cuales se encarga de atender junto con el resto de plantas.

Los bonsái son una cruza entre la horticultura y el arte; aunque son pequeños, tienen un impacto inmenso en los maestros que los cuidan.

Se pueden crear a partir de semillas, esquejes, acodos o con alguna planta que tengamos en nuestro jardín, pero es importante que reúna ciertas características tales como hojas pequeñas, especies que vivan muchos años y, en lo posible, que no sea un tipo de árbol complicado.

Con el correr del tiempo, el árbol va tomando su carácter. Y, aunque son árboles comunes y corrientes, no se hacen de un día para el otro, sino que, por el contrario, se van formando a través de la dedicación constante, del pinzado, podado y alambrado.

En diálogo con Democracia, Arce aseguró que “a la técnica del bonsái la aprendió de modo autodidacta, sin realizar ningún tipo de curso”. “Con los años me di cuenta que tengo un vínculo especial con los árboles y con la naturaleza, y siento que las plantas me responden; es difícil de explicar pero – en mi caso - muy fácil de sentir”, señaló.

Pero de nada sirve aprenderse y saberse la técnica si no se tiene la delicadeza, paciencia y dedicación que tiene Arce para cuidar estas miniaturas típicas de la cultura japonesa.

Desde el principio de la entrevista, él destacó que un bonsái “lo puede hacer cualquier persona que tenga un poco de paciencia y que tenga un mínimo de conocimiento”.

“Al estar viviendo en una sociedad donde reina lo rápido, lo inmediato, pareciera que no se tiene tiempo para nada. Se vive tan acelerado que si hablas de tener un árbol y que te dé satisfacciones pero que tienen que pasar – mínimo - 5 años, ya uno aborta la idea de tener un bonsái”, explicó.

En ese sentido, aseguró que “al verlos año tras año y paso a paso, me doy cuenta que todo esto es como un proyecto a largo plazo”. “Si uno pensaría esta iniciativa para un beneficio económico, creo que va a pasar más hambre que otra cosa. Siempre digo que lo mejor está por venir en cuanto a los proyectos de los árboles”, indicó.

La calma y paz que transmite Arce al hablar es la misma que se plasma en los ejemplares que tiene en el patio de la Casa del Bonsái. “Cuando era chico vi la película Karate Kid, donde el personaje del profesor Miyagi tiene un bonsái y fue ahí que comenzó mi motivación porque era la primera vez que veía un bonsái; y a raíz de eso probé, indagué, le busqué la vuelta para tener un arbolito, me basé en algo autóctono y tuve suerte porque hoy lo sigo teniendo”, explicó.

Desde aquel entonces comenzó “un antes y un después” en su vida. “Quise hacer un proyecto trascendental; quise que toda mi casa esté llena de bonsáis. Todos los arbolitos nacieron acá y son más de mil que están siendo atendidos individualmente. Mi idea era producir arbolitos para mí pero también para vender”, puntualizó.

Los tres puntos “más interesantes”, en la producción y mantenimiento de bonsáis, según su consideración, son asegurar “una buena ubicación, buen sustrato y buen riego”.

Más sobre los bonsáis

Basado en el arte antiguo del penjing, de China, unos estudiantes de budismo zen introdujeron el bonsái en Japón en el siglo VI, cuando regresaron de sus viajes al extranjero. La palabra "bonsái" significa, literalmente, "plantado en un recipiente", y en su nivel más elemental, este arte consiste simplemente en cultivar un árbol silvestre en un recipiente pequeño.

La variedad de los bonsáis va a estar definida por su altura y no por su estética. “Aquellos arbolitos que tienen más de un metro de altura, ya no son considerados bonsáis, sino que son plantas de jardín”, detalló Arce.

Y agregó que “aunque esté en una maceta o en una bandeja que parezca de bonsái, si el ejemplar, supera el metro de altura, ya no se define como tal; los arbolitos que yo tengo no tienen más de 40/50 centímetros”.

En cuanto a la poda de raíces, aseguró “que se da cuando el árbol lo necesita”. “Tengo arbolitos de siete u ocho años que no están trasplantados y hay otros que a los dos o tres años los tenés que trasplantar. Hay que entender, también, que una poda de raíces es antinatural; porque ningún árbol en la naturaleza conoce que lo saquen de su lugar, que le podan las raíces y que lo vuelvan a poner en la tierra. Aunque se sabe que es un método que la planta lo resiste, no es natural. A eso hay que sumarle lo que es el estrés que le pueda generar; no todas las plantas responden de la misma manera”, afirmó.

Para el artista del bonsái, el alambre es como el pincel para los pintores. Sin embargo, según confirma Arce, “la técnica del bonsái es más antigua que el alambre”.  “Antes se usaban otras técnicas para hacer torsiones a las ramas pero luego, con la introducción del alambre fue un antes y un después. Dentro de la técnica de cómo producir bonsáis hay mucho de improvisación. Por eso también creo que abre la posibilidad de que cualquiera lo pueda hacer. Y no solo los bonsáis son los que uno ve desde Japón. Estamos en Junín produciendo bonsái”, remarcó.

Por otro lado, explicó que “la maceta definitiva de bonsái es aquella en la que el arbolito puede estar toda su vida”. “Previo a estar ahí, es un pre – Bonsái. Podés tener un árbol con mucho carácter, muy interesante, en una maceta de plástico pero está siendo cultivado todavía. Cuando pasa a una maceta para exponer, ya pasa a ser un bonsái. Vos le das el título de bonsái. Igual es importante aclarar que un bonsái no se termina absolutamente nunca. Siempre se trabaja y se tiene que seguir cuidando”, sostuvo.

En relación a las especies más recomendadas para producir, indicó que “una  planta autóctona siempre va a responder mucho mejor al cuidado, porque sabemos que tiene mayores posibilidades de no padecer los cambios bruscos de clima”.

Las técnicas para elaborar un bonsái 

El empleo de los utensilios necesarios para modelar y cuidar de un Bonsái es un punto a tener en cuenta. Aunque existen muchas herramientas especializadas para esto, lo recomendable es comenzar comprando solo unas pocas de ellas, las básicas e indispensables, como un buena podadora cóncava y unas tijeras afiladas.

En tanto, algunos de los métodos utilizados para dar forma a las raíces, tallo, ramas y las hojas, son el alambrado, trasplante y la poda. Para la poda hay que detenerse en la distribución de las ramas principales y las secundarias. 

Por ejemplo, se podan las ramas ubicadas en forma paralela, que están muy enmarañadas o las que están inclinadas hacia adentro. 

El tiempo permitido es de dos a tres meses porque de lo contrario, por el proceso de crecimiento del árbol, las ramas y el tronco crecen y pueden superar la presión del alambre, lo cual deja cicatrices profundas en el bonsái. 

Esta técnica se puede hacer en cualquier época del año, dependiendo de las características de la planta, pero se recomienda que las mayores torsiones se realicen en invierno.

Otro método para ensanchar la raíz o el nebari es trasplantar la planta y cortarle las raíces que crecen de manera vertical, para así obligar a las raíces laterales a ensancharse. 

Además existen varias otras técnicas como la defoliación, que consigue una pausa en el crecimiento foliar para que el bonsái rebrote con hojas mas pequeñas; el torniquete, para hacer que crezcan raíces aéreas y, la madera seca, la cual ayuda a que el árbol parezca mucho más viejo de lo que realmente es.

El señor Miyagi y los bonsái

Fue en una escena del primer acto de “The Karate Kid” (1984) cuando Daniel “Soy un enclenque humano” Larusso (Ralph Macchio) llega a su hogar después de recibir otra paliza y se encuentra con el señor Miyagi (Noriyuki “Pat” Morita) podando unas diminutas plantas bonsái. 

Miyagi, en su eterna sabiduría, sienta al joven frente a una de las plantas y le enseña cómo darle forma, y así al sumergirse en esta tarea, el joven encuentra la calma.

Por cierto, el bonsái que aparece en la película es de la familia juniperus procumbens nana.

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