Forma parte de un largo listado de personas que llegaron a nuestra ciudad para potenciar la faceta profesional y descubrir un lado personal que no sabían. A esta altura, y tal como manifestó él mismo, se puede afirmar que es un juninense por adopción. Por su bagaje profesional de más de cinco décadas de labor, Omar Lencina, se ha constituido como una palabra autorizada en el mundo de la traumatología a nivel nacional.
En diálogo con Democracia, el “negro” (como le dicen popularmente) recordó sus inicios en medicina; abordó sus años en el seleccionado argentino; y realizó un repaso por su trayectoria profesional.
Formación
Lencina se formó académicamente en la UBA en la década del 70, cuando aún no había examen de ingreso. “Jugaba al fútbol, trabajaba y estudiaba. De hecho, iba a los entrenamientos con el guardapolvo para irme a estudiar”, recordó.
Y profundizó: “Mi horizonte era ser médico de fútbol y lo logré. Tenía clara la idea de hacia donde quería ir. Me recibí en el 80, hice la residencia y empecé a trabajar en AFA donde me nombran médico de las juveniles de la selección. Esa era una directiva de Carlos Salvador Bilardo: que hubiera un médico que tuviera vestuario y yo había jugado toda la vida al fútbol y atendía a mis compañeros”.
En tal sentido, Lencina comentó que su función fue abocarse al trabajo de las juveniles hasta sub-23. “En el 85 gané una beca para especializarme en medicina deportiva. Es para países emergentes para trabajar durante un mes en un lugar que elijas”, compartió.
Y continuó: “En el 89 me fui de la selección y me aboqué a mi actividad privada. Entré a trabajar en cinco hospitales a la vez”.
Tras ello, Lencina continuó con su formación en Mallorca, España, y regresó al país para continuar desarrollándose profesionalmente.
Experiencia en la selección
Además de haber jugado en las infantiles del Bicho con Diego y Hugo Maradona, sumado algún partido recreativo de adulto, resaltó el lugar ocupado por Bilardo como líder de equipos. Al respecto, contó: “Bilardo te llamaba a cualquier hora y te decía, por ejemplo, ´andá a ver al Moncho Fernández que no lo veo bien y me parece que está fumando'.
Aprendí mucho al trabajar con él, pero era muy intenso todo. Yo no era bilardista y me hice por el rigor de su trabajo”.
En el marco de su experiencia en el seleccionado, Lencina tuvo bajo sus órdenes (como encargado del área de salud) a exfutbolistas de la talla de Claudio Caniggia, Pedro Troglio, Sergio Goycochea, Ángel Comizzo, entre otros.
Sin embargo, en las vísperas del mundial de Italia 90, decidió dar un paso al costado y priorizar el desarrollo de su faceta profesional más institucional.
De tal forma, reconoció: “Si me hubiera quedado, quizás, hubiera estado en el mundial. El médico en el fútbol tiene que estar diez años, no más. Te da y te quita mucho”.
“El fútbol te da prestigio y te quita lo familiar y los fines de semana. El médico de fútbol tiene una vida muy sacrificada que no se ve siempre. Ojo que hay profesionales que les gusta y eligen eso. A mí me gusta estar en el quirófano”, analizó.
Luego de su alejamiento del seleccionado nacional, ofició como consultor en equipos como Nueva Chicago y Estudiantes de La Plata, sin integrar los respectivos planteles. “No fui médico de equipo. Se puede decir que empecé por el final de la película donde, primero, sos médico de un equipo y luego de la selección”, expuso.
Al margen de los quirófanos y las canchas de alto rendimiento, vale señalar, el compromiso social de Lencina con el deporte como herramienta de desarrollo.
“Tuve escuelas de fútbol con Francisco Cornejo en Capital, durante tres años, cuando hicimos un trabajo interesante. Para quienes no lo conocen, él descubrió a Maradona. Viajé a Bolivia y traje el modelo de la Universidad Tahuichi”, comentó y contextualizó: “Los chicos que estaban en situación de calle acudían ahí para jugar al fútbol, pero, para eso, tenían que estudiar y nosotros, luego, les buscábamos alguna salida laboral relacionada con algún oficio”.
Análisis del deporte
Acudiendo a su expertiz en la materia, al ser consultado en torno al panorama del alto rendimiento en la actualidad, Lencina respondió: “Desde las sociedades médicas siempre decimos que es mucha la agenda de competencia durante el año donde no hay descanso. Antes se jugaban 30 partidos por año y hoy son 70. Tiene que ver con lo económico donde hay un aumento de partidos ha hecho aumentar las lesiones porque no hay tiempo de recuperación”.
Siguiendo con su mirada agregó: “Antes había pretemporadas y ahora los campeonatos mundiales son en pleno verano. Hoy el fútbol es mata-mata todos los partidos y eso genera un gran estrés que favorece a las lesiones. Desde lo médico, las críticas, no tienen mucho interés porque el producto está ligado a lo económico”.
Sin embargo, pese a la realidad actual, fue la inquietud permanente la que lo impulsó a ir siempre por más y, para encontrar la génesis de eso, hay que remontarse a su adolescencia y su vínculo con el deporte. “Sufrí una lesión de rodilla cuando tenía 16 años por lo que vi a muchos médicos y uno me dijo que no me opere. Me quedé con la idea de que se podía recuperar sin cirugía. Sufrí lesiones y cuando consultaba no tenía respuesta. Me dio la sensación de tener que llenar un vacío”, relató.
E hizo foco en la medicina regenerativa al explicar que “estamos operando menos y tratando más con plasma, cultivados y concentrados biológicos. Eso puede ser una respuesta para lo que está pasando con el futbol”.
Además de su opinión, señaló un ejemplo concreto que atestigua que la metodología de la medicina regenerativa funciona. “La selección de Canadá inyectaba plasma como prevención a sus jugadores durante la Copa América y no tuvo lesionados. Claro que también influye lo cultural para implementar ciertas iniciativas donde el fútbol en Canadá no es lo mismo que en Argentina o Brasil”.
Junín: el lugar en el mundo
Si bien es oriundo del barrio porteño de La Paternal, Lencina también vivió en otros puntos como Núñez o Calafate, a nivel nacional, y Mallorca o Barcelona, a nivel mundial. Pese a todo ese bagaje cultural y de vivencias, al referirse a nuestra ciudad, fue cuando demostró mayor afecto.
“Había ganado un concurso en La Pequeña Familia para cirugía de adultos y niños. Una vez al mes iba a Junín, trabajaba viernes y sábado y después me volvía a Capital. Con el tiempo ese camino fue al revés: me mudé a Junín para cambiar de vida e iba de vez en cuando a Capital”, valoró.
En lo que hace a los fundamentos que lo llevaron a tal decisión expresó: “Principalmente me sedujo la tranquilidad. Tenía muchos pacientes y muy buena vibra con la ciudad. En un momento con mi pareja (Silvia) pensamos hacer un cambio de vida”.
Y siguió: “Tenía buena relación médico-paciente que no era igual que en Buenos Aires (que era buena también). Digamos que me cambió la mentalidad del médico capitalino. Por ejemplo: me pasaba de operar un paciente en Junín e ir a verlo a la casa. Siempre decía que la primera curación era irlo a ver a su domicilio. Cosas impensadas en Buenos Aires”.
Más allá de esa tranquilidad y calidad humana, el comienzo de su etapa juninense no fue sencillo. “Al principio me quedé mal porque me gusta mucho ir al cine, el teatro y actividades sobre literatura. Cuando llegamos a Junín adolecíamos eso hasta que apareció ´847´: un centro de literatura con personas que tenían en común el interés de estudiar literatura. Era encontrarse todos los miércoles y, por otro lado, los domingos se hacía cine a la noche”.
De esta manera, puede verse que Lencina no solo concibe al médico como profesional de la salud, sino, desde una integralidad. “Un médico que solo sabe de medicina es muy pobre. Es muy importante lo cultural y mi ser médico abarca todo y hago todo con la misma pasión. Me gusta ser pasional en lo que elijo y busco. Estoy contento de mis decisiones”, ponderó.
Cierre
Al día de hoy, al mirar el currículo de Lencina registra las siguientes experiencias de notoriedad como haber sido presidente de la Sociedad Argentina de Traumatología del Deporte y de la Sociedad Argentina de Cirugía de Hombro; es ex presidente del Comité de Investigación de la Asociación Argentina de Traumatología y Ortopedia.
También supo ser médico de la Selección Juvenil entre 1986-1989 como así también médico consultor de La Pequeña Familia en traumatología y ortopedia. Actualmente es el encargado del curso de deportólogos en la Universidad de Luján.
No todo se agota allí, ya que, su mayor orgullo es la familia integrada por sus siete hijos, cuatro nietos y un quinto nieto en camino. Finalmente, sumado a ello, disfruta de la parte cultural como puede ser su gusto por la literatura y el tango. “Mi corazón está en Junín y me siento juninense pese a no haber nacido acá”, cerró.
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