DOCENTE JUNINENSE QUE VIVE EN NEUQUÉN

Carlos Laino: “Las cosas que hago están unidas por el amor”

Fue un impulsor del Club Sarmiento de San Martín de Los Andes, una iniciativa que nació a partir del amor por el Verde de Junín. Apasionado por la historia, armó su árbol genealógico en el que llegó a determinar 345 familiares.

Desde siempre Carlos Laino tuvo una relación fuerte con Sarmiento. Su abuelo fue encargado de las plateas cuando se inauguró el estadio, su padre jugó al fútbol allí y él empezó a ir a la cancha a los cinco años. El amor por los colores estuvo ahí todo el tiempo. Aun cuando la vida lo llevó por otras latitudes.
Todavía hoy, en los fines de semana neuquinos, cuando va a su cabaña del lago Lolog, sigue las transmisiones de los partidos a través del wifi que se hizo colocar.
Hace más de 30 años, cuando se instaló en San MartÍn de Los Andes vio que allí había un club de barrio que se llama Sarmiento y tenía los mismos colores. Y su origen estaba conectado con el Verde de Junín. Fue así como este juninense se puso a trabajar en aquella institución, ayudó a su crecimiento y gestó un lazo con la de nuestra ciudad, en un vínculo que se extiende hasta nuestros días.

“Yo pude hacer realidad los sueños de mi abuelo y los de mi viejo”.

Docente
Laino se crió en el barrio El Picaflor, arrancó la primarIa en la Escuela N°2 y la terminó en el Marianista, donde hizo el secundario. Según dice, el colegio religioso de nuestro medio le fue clave en su formación.
En 1976 su padre se fue a vivir a Mendoza y un año después se fue Carlos. Estudió un año Ciencias Económicas, pasó por el seminario, hasta que finalmente se decidió por la docencia. Se mudó a Neuquén, arrancó con la carrera de Ciencias de la Educación y, una vez recibido, se instaló en Aluminé, donde dio clases en una escuela mapuche. Ahí armó las cooperativas laneras y ayudó en proyectos de fuerte compromiso social.
Cinco años más tarde se mudó a San Martín de Los Andes donde se involucró en el movimiento cooperativista y trabajó como docente en escuelas rurales.

El Verde de San Martín
Ahí fue cuando se enteró de  que en San Martín de Los Andes había un club de barrio que se llama Sarmiento y tenía la camiseta verde. “Nadie sabía la historia –recuerda– pero con el tiempo encontré a la persona que había definido el nombre del club y sus colores: era un mapuche que se había hecho hincha de Sarmiento en la época en que estaban Ricardo Gareca y el ‘Toti’ Iglesias”.
Atraído por esa historia, Laino se involucró en el desarrollo del club: “Me reuní con los jóvenes, analizamos nuestros sueños y pusimos los objetivos. Intenté ayudarlos desde la planificación a armar el club. Hice un trabajo a corto, mediano y largo plazo. En síntesis: armamos el club, hicimos la personería jurídica, los estatutos, conseguimos la tierra en comodato, y en Junín, Fernando Chiofalo y el padre Julio Santamaría me regalaron los primeros juegos de camisetas”.
Esto fue en el año 2007. Con Laino como secretario, primero, y presidente, después, el club se convirtió en algo más que en una institución deportiva. “Con el tiempo se generó ahí una cooperativa de trabajo con la que se construyó una escuela y 20 viviendas”.
Además, siempre se le dio la merienda a los chicos que concurren, pero ese servicio se transformó en un comedor que todavía funciona en el club.
Al mismo tiempo, hay un vínculo institucional entre el Sarmiento neuquino y el de Junín: “Mucha gente de allá ha venido a hacer capacitaciones, porque son entrenadores amateurs, y acá los recibieron muy bien. Creo que Sarmiento tiene sus propios temas, pero en algún momento tendría que pensar en el de allá porque de aquella zona salen muy buenos jugadores, pero hace falta trabajo”.

“Las cosas que hago están unidas por el amor que pongo en cada una”.

Su pasado
Otra de las actividades en la que estuvo imbuido durante mucho tiempo fue el armado de su árbol genealógico en el que reconstruyó la historia de dos familias que vinieron de Italia, un trabajo de más de ocho años en el que llegó a establecer quiénes fueron 345 familiares suyos, de hasta seis generaciones.
“Esto lo impulsó el amor que tengo por la historia y el gusto por conocer mi origen”, afirma respecto de esta iniciativa. Y asevera que ese proyecto le permitió saber cosas de sí mismo que estaban en el ADN familiar, como que su inclinación hacia la justicia social viene de sus antepasados mártires, o que la migración también fue una constante en su ascendencia: “Estos trabajos sirven para entender que uno es la concreción del sueño de muchos. Yo pude hacer realidad los sueños de mi abuelo que decía que había que estudiar, o los de mi viejo, que decía que había que organizarse y pelearle al poder desde lo social y lo político. Hay cosas que uno recibe en un legado de cultura.

“El que definió el nombre y los colores de Sarmiento de San Martín de Los Andes fue un mapuche que se había hecho hincha en la época de Gareca y el ‘Toti’ Iglesias”.

Balance
Apasionado por la historia –la suya y la de todos–, defensor de la solidaridad y la justicia social y con una fuerte identificación sarmientista, Carlos Laino dejó su Junín natal pero la lleva consigo cada día de su vida.
Y al momento de hacer un balance, concluye: “Las cosas que hago están unidas por el amor que pongo en cada una de ellas, y esto me lleva a encontrarme con el otro, que es una necesidad para construir juntos, y de ahí viene mi amor por el cooperativismo. Si la gente pudiera encontrarse consigo misma para después encontrarse con el otro, la sociedad sería diferente”.

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