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Susy Hankin abrió, con sus hermanas, el Liceo de Cultura Inglesa, la primera institución de idiomas de Junín.
PIONERA EN LA FORMACIÓN EN IDIOMAS

Susy Hankin: “Enseñar inglés no fue un trabajo, fue amor”

Decenas y decenas de chicos de varias generaciones pasaron por el Liceo de Cultura inglesa y la convirtieron en una referente en esta materia.

Susy Hankin fue una pionera en la enseñanza de idiomas en nuestra ciudad. Tanto que, junto con sus hermanas, abrió el primer instituto de inglés en Junín.
Visto hoy parece lógico: en su casa no se hablaba castellano. Sus padres, inmigrantes ingleses, se comunicaban entre ellos y con sus hijos en su lengua. Por eso Susy maneja los dos idiomas desde que era muy chica.
Con el tiempo, compartió ese conocimiento con sus conciudadanos. Decenas y decenas de chicos de varias generaciones pasaron por el Liceo de Cultura inglesa y la convirtieron en una referente en esta materia.

“La clave para enseñar un idioma es hacerlo llevando cierto ritmo”.

Sus raíces
El padre de Susy vino de Inglaterra a principios de siglo pasado buscando un futuro mejor. Había dejado una novia en la isla y llegó a América con ganas de trabajar.
Recién arribado al Caribe, ofreció sus servicios en el Canal de Panamá, que entonces se estaba abriendo. “No lo tomaron por el color de piel”, relata Susy. Es que su padre “era muy banco” y el trabajo requería estar mucho tiempo bajo el sol. Entonces, don Hankin siguió viajando, pasó por Brasil, estuvo en Montevideo y llegó a la Argentina, donde consiguió trabajo en los ferrocarriles, que estaban construyendo los ingleses.
Aquí estuvo en San Luis, en Rufino y cuando ya estaba afincado y seguro, le mandó el pasaje a su novia para que se viniera a Argentina. Ni bien su prometida pisó suelo argentino, se casaron y, tiempo después, lo destinaron a Junín, donde nació la mayoría de sus hijos, entre ellos, Susy.

Primeros años
Susy se crió en Pueblo Nuevo, tal vez el barrio más ferroviario de nuestra ciudad, y en donde se instaló la mayoría de los ingleses que vinieron a trabajar en el ferrocarril. “Al lado de mi casa vivía un escocés y del otro lado, un irlandés”, recuerda.
Sus primeros años de escolaridad fueron en el Colegio Inglés, una institución que estaba ubicada en Alem y Borges. Hizo algunos años ahí y después pasó a la Escuela N°2. La secundaria la hizo en el Colegio Normal, de donde egresó como maestra.
“Ya de muy chica hablaba las dos lenguas –explica–, en mi casa no se hablaba en castellano. Mi mamá no aprendió nunca el idioma, el verdulero que pasaba con el carro tuvo que aprender cómo se decían las frutas en inglés para poder venderle”.
Como la mayoría de los ingleses y sus descendientes que vivían en Junín, Susy solía concurrir al Club B.A.P. Allí practicó básquet, mientras que sus hermanas hicieron hockey.
Todavía no había finalizado su secundaria cuando empezó a enseñar en el Colegio Inglés. Más adelante fue maestra de la Escuela N°2. Hasta que, finalmente, abrió junto a sus hermanas el Liceo de Cultura Inglesa.

“Yo di clases hasta que tuve 75 años. Es algo que siempre disfruté”.

Profesora de inglés
Fue a principios de los años 70 cuando abrió el Liceo, el primer establecimiento de enseñanza de inglés de nuestra ciudad. En realidad, se trataba de una sucursal en Junín de una institución que ya funcionaba en Buenos Aires.
Desde el principio, tuvo una acogida muy importante y mucha gente –principalmente profesionales de la ciudad– mandaba a sus hijos allí.
Durante muchos años fue el único establecimiento de idiomas en Junín. Arrancó en un local ubicado en la calle Arias, entre Saavedra y Narbondo. Después se mudaron a un sector más alejado, pero debieron volver a acercarse a la zona céntrica “porque la gente no iba”.
Así fue creciendo y tomando más y más jóvenes. También se sumaron muchos chicos de la zona que estudiaban y rendían en esta institución. Además, Susy tenía sus alumnos particulares.
“Era mucha la gente mandaba a sus hijos, quiere decir que aprender un idioma extranjero daba mayores posibilidades de progreso”, comenta hoy.
Cuando cerró sus puertas el de Buenos Aires, el Liceo local se independizó.  Más adelante se abrió otra sucursal en el Barrio Belgrano, lo que daba cuenta del progreso de la entidad y la necesidad que había por aprender idiomas.
En muchos casos, después de pasar por el Liceo se preparaban para rendir exámenes internacionales.
“La clave para enseñar un idioma es hacerlo llevando cierto ritmo”, afirma.
Por allí pasaron, en definitiva, varias generaciones de juninenses. Por eso a Susy le sucede constantemente de encontrarse con gente que le dice que fueron sus alumnos.
El paso del tiempo hizo que debiera cerrar el Liceo. Primero fue el del centro. Más adelante el de Barrio Belgrano. Y luego se quedó con alumnos en su casa. “Yo di clases hasta que tuve 75 años. Es algo que siempre disfruté”, asevera.

“Enseñar inglés no fue un trabajo, fue amor al idioma. Siempre fue así, desde que arranqué siendo muy chica hasta que dejé de hacerlo, a mis 75 años”.

Balance
Para Susy no fue fácil el retiro. “Cuando dejé de dar clases extrañé mucho y al día de hoy todavía añoro esa posibilidad”, desliza.
Según dice, la importancia de aprender idiomas reside en que “es muy útil para los viajes, para manejarse en la vida, para conseguir trabajos, y para estudiar, porque hoy en día muchas carreras tienen bibliografía en inglés”.
Con todo, al momento de hacer un balance, sentencia: “Enseñar inglés no fue un trabajo, fue amor al idioma y a lo que hacía. Siempre fue así, desde que arranqué siendo muy chica hasta que ya dejé de hacerlo, a mis 75 años”.

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