None
OPINION

Hay esperanza

POR HECTOR MOISES LEBENSOHN Raúl Ricardo Alfonsín, pasó por la historia política del país dejando las huellas de una vigorosa personalidad, de una conducta gubernativa ejemplar y de una vida dedicada por entero al servicio de las ideas democráticas.

Con el presidente Alfonsín ha desaparecido un símbolo espiritual en una encarnadura mortal.
Una existencia signada por la norma inflexible del deber. El deber mantenido aún en la soledad, aún con el peligro del martirio. El deber siempre llevado a ese límite que Kant consideró la máxima excelsitud humana. Con emoción religiosa de quien cumple un imperativo irrenunciable ocupó su puesto, y en él, como un faro, se mantuvo firme y luminoso, soportando sin vacilar los embates.
Quiso que la libertad no fuese una palabra, sino una realidad, y el derecho no una fórmula sino síntesis fecunda de justicia.
Gobernó con hondo sentido humano, con devoción profunda por el hombre considerado como finalidad en sí mismo, auspiciando fuertes impulsos de fraternidad con sus conciudadanos y para los de todos los países. Vivió humildemente, en su departamento de avenida Santa Fe, como la gente que cree en los valores del espíritu. Sin arrogancias, sin ostentación.

Esperanza

En 1983 cuando el radicalismo de su mano triunfó en las elecciones presidenciales con más de 10 puntos de diferencia sobre la fórmula justicialista, un halo de esperanza se corporizó en la ciudadanía argentina.
La misma estaba sintetizada en el canto "somos la vida, somos la paz". Dos aspectos de la corporización de estas ideas fueron sus políticas respecto de los derechos humanos y la integración latinoamericana.

Derechos humanos

Las violaciones masivas de derechos humanos suponen el mal absoluto o lo que Kant denominó "mal radical". El extinto dirigente había defendido a numerosos perseguidos políticos -argentinos y extranjeros- y conocía perfectamente el aberrante accionar de quienes dictaminaron sobre las vidas y los bienes de las argentinos.
Sin embargo -a diferencia de los juicios de Nuremberg- el sistema legal democrático que juzgó a las violaciones no fue nuevo, sino la continuación -no del autoritarismo- sino del gobierno democrático anterior. Con la creación de la CONADEP y el posterior juicio a las juntas militares y su condena, se buscó la plena vigencia del estado de derecho sin revanchismo.

Paz e integración latinoamericana

Otra de las preocupaciones del Gobierno de Alfonsín -siguiendo su profunda raíz yrigoyenista-fue la integración con nuestros hermanos chilenos y brasileños y la consecuente paz.
Con el acuerdo por el canal de Beagle, luego del correspondiente plebiscito, propio de la democracia y de la participación ciudadana, se afianzó la relación con Chile.
Con la activa participación en la creación del MERCOSUR, se superaron las hipótesis de conflicto con Brasil.

El después

Entregado el Gobierno al Dr. Carlos Saúl Menem, vencedor en las elecciones, muchos pensaron que en su condición de estadista Alfonsín se dedicaría a dar conferencias en nuestro país y el exterior.
Nada más alejado a su propio existir que no pensar, día a día, el futuro del radicalismo y de la república. Y transitó por enésima vez los caminos de nuestra Argentina -sin importarle cuántos ciudadanos lo aguardaban-; con sencillez, optimismo y fe en el futuro. Siguió  "abuenan-do" a los políticos y acercando gente a la política "la manera más viril de ser hombre", tomando viril como sinónimo de ser humano.

Un nuevo mensaje

Su muerte es portadora de un nuevo mensaje de esperanza.
En las calles se observó que el pueblo tiene en un alto punto de su axiología a la honradez, la búsqueda del consenso, la fidelidad con los ideales y convicciones.
Estos valores deberían  estar en todo hombre público. Sin embargo fueron reiterados hasta el cansancio -por su ausencia en muchas ocasiones- en los discursos y en las conversaciones de la gente con los medios. Por ello las comparaciones, siempre odiosas, estuvieron a la luz del día.
Y esa marcada valoración del pueblo ilusiona y da esperanza sobre el futuro de la República Argentina. Este es el postrer servicio que hace el ex presidente a la patria.

Un emotivo adiós

Raúl Ricardo Alfonsín dedicó su vida a la política y en sus funerales el pueblo, al rodearlo unido en la solidaridad impresionante de su fervor y su dolor, objetivizó su canto a la apoteosis de un patriarca.

COMENTARIOS