Cuando se realiza la acción de pensar en la mente es habitual imaginar una voz interior (o soliloquio) que acompaña a cada persona como un narrador en off de la vida. Ese monólogo es para muchos algo cotidiano. Sin embargo, no todos comparten esta experiencia.
Durante años —de acuerdo al relato de los expertos en psicología y neurociencia—, la mayoría de la gente asumió que todos los seres humanos experimentaban un “diálogo interno” como “si fueran 'locos' que hablaban solos en sus cabezas”, pero algunas investigaciones recientes desafiaron esta suposición.
La licenciada en Psicología Patricia Díaz Vidondo, platense por adopción, estimó que “más allá de producirse, o no, esa voz interior, el ‘diálogo con uno mismo’, que no es más que un modo de percibir e interpretar el mundo, está sujeto a los procesos de cognición y razonamiento desarrollados por cada persona, al igual que de la capacidad de resolución de problemas que se basa en las habilidades previamente adquiridas”. En esta versión, la terapeuta propone estrechar una relación entre las personas que inteleccionan verbalmente en el ámbito introspectivo con su recorrido sociohistórico.
“Al no mediar esa ‘voz interior’, algunas personas pueden accionar de manera más impulsiva y no tan premeditada. Está vinculado con la capacidad de introspección, como la de ordenar las ideas y de procesar los estímulos”, señala la psicóloga residente en la capital bonaerense.
Sin embargo, un número significativo de personas no experimenta esta voz interior. En su lugar, estos individuos parecen tener una mente más “tranquila”, en la que los pensamientos emergen de forma no verbal y se procesan de manera visual o abstracta. Es como si el cerebro analizara cada situación sin necesidad de palabras, y las conclusiones se presentaran de inmediato, sin una narrativa verbal que las acompañe.
Otros especialistas detallan que algunas personas describen su pensamiento como un collage de imágenes o mapas conceptuales. Esto puede incluir matemáticos que trabajan con un lenguaje puramente formal, o artistas que conceptualizan ideas a través de formas y colores antes de verbalizarlas.
El psicólogo platense y profesor de la Facultad de Psicología de la UNLP Juan Manuel “Mel” Gregorini explicó que “la relación que se establece con la ‘voz interior’ es el proceso de conexión entre las distintas áreas en la mente. Es la conjunción de áreas como la verbal, la visual, las auditiva y las sensibilidades”.
A la vez, conforme sugirió el especialista, esto fue estudiado por el psicólogo estadounidense Howard Gardner, quien habló de “inteligencias múltiples o potencialidades múltiples, en donde uno tiene una habilidad cognitiva diferente a cada uno”. “Hay veces en las que hay más predominancia de un área que de otra”, suscribió el terapeuta.
La forma en que se piensa puede variar según la actividad que se realiza. Al leer una novela, por ejemplo, algunos visualizan las escenas como si fuera una película, mientras que otros escuchan una voz interna que les narra los eventos. Esta diversidad también está influenciada por nuestra historia personal y cultural. Para muchas personas, el acto de pensar con palabras se ha convertido en un hábito tan arraigado que desconocen otras posibilidades.
“A través del lenguaje y de esa ‘voz interior’, cada persona se reafirma y se enlaza con lo exterior. O sea, es un doble enlace: ‘para adentro y hacia afuera’. Es una herramienta de resolución de problemas: cuando se puede poner en palabras, se puede solucionar el problema al darle entidad”, explicó el psicólogo platense.
Pero, ¿qué implica no tener una voz interior? Quienes carecen de ella suelen describir una forma de pensar más visual y abstracta. En lugar de decirse a sí mismos “necesito comprar pan”, pueden visualizar la imagen de una panadería o una barra de pan. Esto no significa que no puedan usar palabras, sino que deben hacerlo de manera consciente y deliberada. Para otros expertos en el estudio de la mente y el procesamiento, este tipo de pensamiento refleja la plasticidad de la mente humana, que puede operar en múltiples formatos dependiendo del contexto y las necesidades.
“La ‘voz interior’, antes conocida como ‘la voz de la conciencia’, era una habilidad de un diálogo permanente con uno mismo. Eso era visto como un signo de inteligencia o de alta evolución”, recordó “Mel” Gregorini.
Algunos especialistas son más escépticos respecto a la ausencia total de monólogo interno. Argumentan que la voz interior es fundamental para construir nuestra narrativa autobiográfica, permitiendo evaluar recuerdos, planificar el futuro y dar sentido a nuestra experiencia. Sin embargo, admiten que el acceso a estos procesos es limitado, ya que gran parte del pensamiento ocurre a nivel inconsciente.
“Quien no reconoce esa ‘voz interior’ se desarrolla a través de imágenes mentales, recuerdos olfativos y demás sentidos o sensaciones percibidas. A partir de un área sensitiva, como el gusto, por caso, puede construirse una imagen y, luego, una palabra y con lo que se completa la abstracción que es el lenguaje”, concluyó Gregorini.
Formas de percibir el mundo según la ciencia
1 - Percepción sensorial
A través de los sentidos (vista, oído, tacto, olfato, gusto) captamos información del entorno.
2 - Percepción espacial
Orientarse y comprender las relaciones entre objetos en el espacio.
3 - Inteligencia kinestésica
El conocimiento a través del movimiento y la experiencia física.
4 - Inteligencia emocional
La comprensión y gestión de las emociones propias y ajenas.
5 - Pensamiento intuitivo
El conocimiento rápido e inconsciente basado en la experiencia.
6 - Pensamiento abstracto
La comprensión de conceptos no concretos.
7 - Experiencia estética
La apreciación de la belleza y el arte.
8 - Memoria procedimental
El conocimiento de “cómo hacer” cosas a través de la práctica.
¿Qué dicen los estudios científicos sobre escuchar la voz interior?
La variabilidad en la experiencia del monólogo interno ha sido objeto de numerosos estudios. Russell Hurlburt, un psicólogo de la Universidad de Nevada, ha dedicado más de 40 años al estudio de la “experiencia interna”, afirmando que las diferencias entre individuos son sorprendentes. Según sus investigaciones, aproximadamente entre el 30% y el 50% de las personas experimentan un monólogo interior en algún momento de su vida, pero la intensidad y la frecuencia varían considerablemente. Algunos individuos nunca tienen una voz interna, mientras que otros experimentan esta voz en casi el 75% de los pensamientos diarios. Esta disparidad sugiere que el monólogo interior no es una característica universal de la mente humana, sino que depende de factores individuales y probablemente neurológicos.
Más allá de los estudios empíricos, el filósofo ruso Lev Vygotsky planteó una teoría interesante en la década de 1930: la idea de que la conversación externa, el habla que compartimos con los demás, puede interiorizarse. Según Vygotsky, la forma en que hablamos en voz alta sobre nuestras experiencias se refleja luego en el lenguaje interno, transformándose en un proceso de pensamiento privado. Este modelo sugiere que el monólogo interior puede ser una extensión de nuestras interacciones sociales, pero más tarde internalizada como una herramienta cognitiva. Y de acuerdo con investigaciones recientes de la Universidad de Harvard, este monólogo no solo se manifiesta en palabras, sino que a menudo se acompaña de imágenes mentales vívidas, formando una experiencia sensorial completa que refuerza el pensamiento verbal.
Para el psicólogo Charles Fernyhough, autor de “The Voices Within: The History and Science of How We Talk to Ourselves”, el lenguaje no es esencial para pensar, sino una herramienta que usamos para organizar nuestra mente. Su investigación revela que si bien más del 90% de las personas tienen algún grado de monólogo interno, solo el 17% lo experimenta de manera constante. Esto sugiere que las formas de pensar son más variadas de lo que solemos asumir.
Curiosamente, las personas que no experimentan un monólogo interior suelen tener un tipo de procesamiento cognitivo más visual. En lugar de escuchar una voz en sus mentes, generan imágenes claras o abstractas que les permiten conceptualizar ideas o resolver problemas. De hecho, algunos estudios indican que las personas con una mente “callada” pueden llegar a procesar información más rápidamente, sin las demoras que implica la verbalización interna. Esto no significa que carezcan de pensamiento complejo, sino que su cognición puede ser más directa, sin necesidad de la mediación de una narrativa verbal.
La diversidad de experiencias en torno al monólogo interior resalta un aspecto fascinante de la mente humana: la subjetividad de la percepción y el pensamiento. Al igual que las huellas dactilares, la forma en que cada persona piensa y reflexiona es única, y no existe un solo modo de “vivir dentro de nuestra cabeza”. Para aquellos que nunca han experimentado un monólogo interior, la vida mental puede ser más silenciosa, pero igualmente rica y compleja. Mientras tanto, para aquellos cuya mente se llena constantemente de voces, el monólogo interno no solo es una herramienta para la reflexión, sino una forma de dar sentido al mundo.
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