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"Me pongo a cocinar y soy feliz", asegura.
HISTORIAS SOLIDARIAS

Maestro pizzero de Rojas amasa junto a los abuelos en el Hogar de Ancianos

Lucas Ricardo tiene 30 años y da talleres de gastronomía a los abuelos que viven en el asilo San Francisco de Asís. Allí encontró un espacio para alcanzar la combinación perfecta: dar amor y cocinar al mismo tiempo.

En marzo de 2017, el Hogar de Ancianos San Francisco de Asís de Rojas publicó en su cuenta de Facebook un aviso para convocar a voluntarios de la ciudad, profesionales o no, que quisieran sumarse y hacer distintos talleres con los abuelos.
Lucas Ricardo (30) es vecino de Rojas y tiene una pizzería, vio la publicación y no dudó en enviar un mensaje privado para ponerse en contacto con la directora de la institución y proponerle una idea. Ese fue el comienzo de una tarea solidaria en la que Lucas asegura que recibe mucho más de lo que da, con ese mensaje vía Facebook comenzaba a gestarse un espacio para crear y compartir, para alcanzar su combinación perfecta: dar amor y cocinar al mismo tiempo. 
“Cuando envié el mensaje le expliqué a la directora que yo había vuelto de Rosario, la ciudad en la que vivía, con la intención de colaborar con alguna institución de Rojas”, cuenta Lucas Ricardo a Democracia, y agrega “ella enseguida me llamó por teléfono y decidimos comenzar con el taller de gastronomía en el Hogar de Ancianos”. Cada jueves, a Lucas lo esperan los abuelos con entusiasmo para poner, literalmente, las manos en la masa. Entre las 09.30 y las 11.30, comparten un momento de distención entre palos de amasar, harina, sal, azúcar y huevos. 
“La gente que trabaja en el asilo compra los ingredientes, yo les digo qué necesitamos y cuando llego está todo, hacemos alfajores de maicena, de dulce de leche, pastafrola, pan, panes rellenos, pizzas y un montón de cosas fáciles y ricas, intento que no tengamos que hacer mucha fuerza para amasar”, detalla Lucas. Una vez terminadas las piezas, se cocinan en el horno, se reparten, y se acompañan con un mate, por supuesto.


El trabajo voluntario es una actividad que muchas personas eligen para ayudar y compartir con los sectores de la sociedad que más lo necesitan, mediante esta acción se recibe mucho de todo aquello que no se puede obtener con dinero: amor y mayor sensibilidad por el otro. 
“Cuando era pibe iba al Hogar de Ancianos, siempre tuve un vínculo especial con los abuelos, mucho aprecio, me gusta que me cuenten sus experiencias, que me enseñen a caminar y saber cuándo poner los brazos antes de golpearme”, cuenta Lucas Ricardo y agrega “por lo general, entre la gente hay un preconcepto de que un asilo es un lugar frío, oscuro y con ‘viejos locos’ que andan por ahí deambulando, pero eso no es así, es puro verso, para muchos es una excusa para no acercarse, hoy en el hogar trabajan muchas personas con ganas de hacer lo que hacen y totalmente comprometidas”.
Cada semana del taller participan treinta, quince o diez abuelos, según las ganas que tengan de sumarse. A veces no se sienten bien, otras veces prefieren mirar cómo los demás amasan o, simplemente, quedarse tranquilos y sentados de cara al ventanal. “Una señora que viene casi siempre a veces me dice ‘querido, hoy no voy, no estoy bien de la cabeza’, tienen días y días, ellos deciden cuándo venir”, dice Lucas
Cocinando, los abuelos no solo se revinculan con su propia historia, con los domingos en que compartían la mesa con la familia completa o con las recetas que elegían para amasar en su juventud, sino que también así transitan los días actuales, viven un presente rodeados de gente que busca disfrute para ellos.
En el Hogar de Ancianos San Francisco de Asís de Rojas también dictan talleres de cerámica, clases educación física y los viernes hacen paseos a distintos puntos de la ciudad, mucha gente colabora allí para que los abuelos tengan una buena calidad de vida. Por su parte, Lucas y su pequeña hija Magdalena, de dos años, cada jueves llegan para pasar la mañana y divertirse amasando. 
“El mundo necesita más gente que ame lo que hace”, reza una frase popular, y en este sentido, Lucas agrega que “yo supe a los 25 años que lo que me gustaba realmente era cocinar, me pongo a cocinar lo que sea en cualquier parte y soy feliz, y por eso creo que sumarse para compartir desde lo que uno ama, es lo mejor que todos podemos hacer”.

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