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PARES Y NONES

Mucho ruido y falta de propuestas en la campaña electoral

Cuando restan apenas dos semanas para las elecciones primarias, los principales aspirantes a la Presidencia de la Nación parecen decididos a espolear hasta el próximo 9 de agosto mismo una campaña en la que abunda el ruido y escasean las propuestas de gobierno.
Ingresando ya en la recta final, y con la mira puesta definitivamente en las PASO, los dos precandidatos que lideran las encuestas sobre intención de voto lucen más interesados en animar cruces mediáticos que en exponer qué medidas tomarían frente a cuestiones sensibles que van desde pobreza e inflación hasta inseguridad y narcotráfico.
“No vas a perder lo que tenés, vas a ganar lo que te falta”, asegura Daniel Scioli, el elegido por la presidenta Cristina Kirchner para sucederla en el cargo, en un eslogan de campaña con pretensiones de emotividad. Hasta ahí llega.
De similares laboratorios de mercadotecnia política surgieron los spots que protagonizan Mauricio Macri, Sergio Massa, Elisa Carrió, Ernesto Sanz, José Manuel de la Sota, Adolfo Rodríguez Saá y Margarita Stolbizer, entre otros, y que van a saturar la programación de los medios audiovisuales hasta horas antes de las PASO con sus frases de ocasión y promesas quinceañeras de amor eterno.
Salvo por Massa -que sigue adelante con su postura de lanzar propuestas frente a un electorado que, según las encuestas, no se muestra del todo convencido en brindarle un respaldo masivo con su voto el 9 de agosto- y menor medida Stolbizer, la gran mayoría de los precandidatos le viene dedicando más energías a las chicanas que a plantear iniciativas.
En este contexto, el repentino giro discursivo de Macri -que no hace otra cosa que confirmar lo doloroso que le resultó al Pro el traspié en el balotaje porteño- genera más incertidumbre aún entre quienes esperan ver a los aspirantes presidenciales debatiendo planes de gobierno antes de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).

Cuando lo que abunda daña
El ruido no es saludable y si abunda es inevitable que resulte dañino. En el caso de una campaña electoral como la que animan Scioli, Macri y compañía, el alboroto puede despertar interés mediático y alimentar el narcisismo partidario de uno y otro bando, pero aleja -por no decir espanta- a quienes intentan resolver su voto en función de las propuestas.
En definitiva, quizá sea ésta la idea: polarizar la elección entre el delfín kirchnerista y el líder de la centro-derecha al ritmo de los tamboriles de la discordia ideológica, sin arriesgarse a que un debate franco de iniciativas con otros postulantes ponga eventualmente en peligro su confortable ubicación en las encuestas.
“Se puede vivir mejor”, asegura Macri, pero a dos semanas de las PASO ni él ni Scioli han comentado de qué manera piensan reducir el trabajo en negro y fomentar el empleo genuino, por ejemplo, o incentivar las inversiones, evitar que la industria continúe en declive y mitigar la crisis energética, disimulada por millonarias importaciones de combustibles.
Por fuera de las disputas políticas, del afán de unos por retener el Poder central y de las ambiciones de otros por desplazarlos, en la vida real también dañan la pobreza, la inseguridad, la inflación y el narcotráfico.
Sería valioso para el electorado -incluso para aquel que ya tiene decidido su voto- que Scioli, Macri y todos los que aún no se han manifestado al respecto, expongan sus planes para combatir estos males que aquejan a la sociedad en la actualidad: ¿qué programas de gobierno han elaborado al respecto y prevén desarrollar en caso de llegar a la Casa Rosada?
¿Qué planean hacer con los subsidios que benefician a ricos y a pobres, con las filtraciones que le restan confiabilidad y utilidad a los planes sociales, y con las cuestionadas mediciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec)?

En busca del compromiso perdido

Así como en la ciudad de Buenos Aires el gobierno de Macri no ha sabido resolver en plenitud los inconvenientes con la salud pública, la educación y la vivienda a lo largo de ocho años de mandato, sería interesante conocer de qué manera piensa abordar estos problemas en el ámbito nacional.
¿Y los talleres clandestinos? ¿Y las mafias del transporte de pasajeros entre la Capital Federal y el Conurbano bonaerense? ¿Y la supuesta connivencia de barras de fútbol con funcionarios del Gobierno porteño? ¿Y las escuchas ilegales? ¿Y los contratos de obra pública cuya designación está bajo sospecha?
A simple vista, son varias las cuestiones que demandan al menos una explicación de parte el líder del Pro y del frente Cambiemos en el entorno doméstico, de igual modo que propuestas de gobierno concretas para el ámbito nacional.
Sobre todo después de su repentino cambio de discurso -y de eventuales iniciativas- después del ajustado triunfo de Horario Rodríguez Larreta sobre Martín Lousteau en la segunda vuelta porteña: dejó de lado su presunta vocación privatizadora y ahora dice que promete conservar el estatus estatal de empresas clave como YPF y Aerolíneas Argentinas, por ejemplo.
El Pro también se comprometió a mantener gratuito el programa Fútbol para Todos, aunque insiste en la necesidad de promover la eficiencia dentro de la gestión estatal: de este modo, intenta aparentemente diferenciarse del kirchnerismo.
¿Y Scioli? Incorporó a su fórmula a Carlos Zannini en un intento por ganarse definitivamente la venia del núcleo duro K, más allá de la bendición presidencial, pero en sus encendidos discursos en los que aboga por la continuidad del modelo, nada dice del deterioro de la balanza comercial, de las retenciones que asfixian a los pequeños productores agropecuarios, de la timba del dólar “blue” o, lo que es peor, de la permeabilidad de las fuerzas de seguridad frente al avance del narcotráfico en el país y también en Buenos Aires, su provincia.
Tampoco se habla del gasto público, financiado con la emisión de dinero; de los despidos en numerosas empresas; de las dificultades para atraer capitales para Vaca Muerta con el precio del petróleo tan deprimido; ni mucho menos sobre las denuncias por supuesta corrupción en el Gobierno y del caso de Amado Boudou, cada vez más lejos de la campaña electoral del oficialismo.
¿Se animarán Scioli, Macri y compañía a apartarse del ruido y debatir sobre éstos y otros temas espinosos antes de las PASO? Queda poco tiempo.

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