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Quien fuera destacado golfista, Romualdo García, falleció en Málaga, donde actualmente residía.
FUE GRAN FIGURA DE LA DISCIPLINA

El golf juninense de duelo: falleció Romualdo García

Ocupó un gran espacio en el mundo del Junín Golf Club, jugando a gran nivel y obteniendo triunfos consagratorios.

Insistía en que no había sido pionero del golf en Junín junto a otros grandes, pero sí se ufanaba de haber contribuido al crecimiento de la actividad en momentos muy difíciles y complicados para la entidad de la ruta nacional 7. 
En rigor, la disciplina no sería lo que es  -mucho menos lo que fue- si no hubiese estado allí Romualdo García, quien falleció anteayer en Málaga (España), a los 85 años.
Tipo audaz, intrépido, educado, conversador, veloz, de reflejos envidiables y con un talento indiscutido para pararse frente a una ejecución, revolucionó con su estilo diferente de transitar la cancha. 
Fue dos veces campeón del Junín Golf Club en los años ´70, en una ocasión cortándole la racha a un súper ídolo de la institución como Emilio Carrizo y confrontando de igual a igual con otro crack de la entidad: su hermano Anselmo, varias veces consagrado como el mejor de cada temporada. 
Además de los certámenes anuales, ganó infinidad de torneos, locales, regionales y provinciales.
Desde hace algunos años, junto a su esposa, vivía en la capital de la provincia andaluza, materializando el deseo de estar cerca de su hija Sandra y nietos, que residían en Málaga. Tenía otra hija, Miriam, con domicilio familiar en la Capital Federal.
A Romualdo le tocó jugar en épocas donde no era fácil destacarse, a raíz de la calidad de las figuras existentes. Por ejemplo, en un ligero repaso, aparecen el recuerdo de notables golfistas, como el propio Emilio Carrizo (quince veces campeón del JGC), Marcelo Bazzani, Jorge Borruto, Horacio Gambarte, “Kike” Grandinelli, Anselmo García, Juan y Ricardo Mirarchi, José Luis Ricasoli y Javier Ghirardi, entre muchos otros.
García fue un apasionado en todo sentido. No tuvo dobleces ni en el deporte ni en la vida y recorrió el enorme espacio golfístico de su club siempre con aportes positivos, ya sea en la tarea incondicional de jugador, como en la entrega de ideas y opiniones valerosas. 
Ya retirado y todavía en el país, solía encontrarse con quien esto escribe y otros amigos en un taller mecánico ubicado en las cercanías de la estación de servicio de Alciati, lugar donde concurría habitualmente. 
En ese trance, era hermoso escucharlo tejer anécdotas y curiosidades, todas emparentadas con el golf y sus protagonistas. Tocaba aspectos de distintos deportes a los que “nadie le daba bola”, como decía él, ni siquiera el periodismo de gran difusión.
La memoria es un engranaje complicado y disperso que no respeta una trayectoria cuando uno se dispone a escribir, con urgencia y tristeza, una necrológica. 
Pero lo primero que surge en el manojo del recuerdo cercano, es que Romualdo García fue todo un superdotado en el arte de “marcarle” la cancha al golf. Y, especialmente, un buen tipo, con códigos, sin artilugios.

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