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OPINIÓN

Desocupación juvenil en la Argentina y el modelo de formación profesional alemán

En la Argentina, algo más de la mitad de los jóvenes de entre 18 y 24 años -alrededor de 2,5 millones- tiene problemas de inserción social, ya sea porque son personas que no estudian ni trabajan, porque buscan empleo y no encuentran, o porque tienen una ocupación, pero la misma es precaria o informal.
En el primer grupo hay 745.000 jóvenes, que son quienes tienen las mayores dificultades para delinear un proyecto de vida; los desocupados, en tanto los segundos son 516.000, y, por último, los ocupados, pero en empleos sin plenos derechos, integran el grupo mayor: son alrededor de 1,3 millones.
Los números surgen de un estudio de la Fundación Mediterránea, basado en un análisis de datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec y publicado hace unos días en una nota del diario La Nación.
El informe indica que, en ese segmento de la sociedad, el desempleo fue en 2012 de 19,6%, contra un índice de 7,8% en la población total. Por otro lado la Cepal fija ese porcentaje en un 18, 7 %, dato publicado hace unos meses por el diario Página Doce. Sea cual fuera la cifra correcta se pone en evidencia con ellas una de las problemáticas mas importantes para afrontar por nuestro país: la inserción laboral y social del segmento etario mas joven laboralmente apto y el sector económico y político que tendrá influencia en las próximas décadas.
Este problema no es menos en el resto del mundo y se ha profundizado con intensidad en los últimos años en los países que integran la Comunidad Económica Europea, a partir de la crisis económica que azota la región desde hace ya mas de cinco años y en donde esa tasa de desocupación juvenil oscila entre el 18 y el 8% por ciento de acuerdo a los países en que se mida.
Que la problemática laboral es más grave entre los jóvenes es un dato histórico . Pero la situación es más crítica en sociedades con un alto nivel de pobreza y carencias estructurales, dado lo que significan, por caso, las dificultades para el acceso y la continuidad en el sistema educativo.
En ese punto vale la pena prestar atención a un dato interesante que coloca a Alemania por debajo de todo el resto de los países de la Unión Europea como el de menor índice de desocupación juvenil con un porcentaje que promedia el 8 %, la más baja de Europa. Este logro está vinculado según el gobierno Alemán, a una política educativa basada en lo que ellos llaman la formación  profesional dual y está vinculada a la enseñanza de oficios con gran demanda del mercado laboral y con una gran calidad técnica en el proceso educativo.
El sistema ofrece cursos para aprender 350 oficios, el aprendizaje dura de tres años a tres años y medio y los jóvenes hacen prácticas en las empresas que han aceptado sus candidaturas tres o cuatro días a la semana de acuerdo al curso elegido. Los días restantes estudian en los centros públicos de capacitación. Por esa tarea las empresas les paga un promedio de 800 euros. Wolfsburgo es la ciudad Alemana con menor indice de desocupación juvenil y cuenta con un centro de capacitación identificado como BBS2 en donde concurren 3.800 alumnos ( es una ciudad de 91.000 habitantes) y cuenta con talleres para cocina, peluquería o estudio de programación informática, pero la estrella en esta ciudad son los talleres técnicos de mecánica y electricidad vinculados a la fabrica Volks-wagen que está radicada en esa ciudad.
Este sistema educativo se esfuerza por responder a las necesidades del mercado llevando adelante las capacitaciones que mayor demanda laboral tienen.
Estos centros de formación también ofrecen capacitaciones a desempleados para ayudarlos de la misma manera que a los jóvenes a obtener mayor capacitación para lograr mejor competitividad a la hora de buscar empleo.
Por último es importante destacar que a pesar de la accesibilidad de muchos a la educación Universitaria, aproximadamente dos tercios de los jóvenes alemanes siguen estos cursos de formación.
Como punto de vista negativo, los críticos de este sistema sostienen que este tipo de educación profesional tiende a la resignación del status social y a la paralización de la movilidad social, pero sin lugar a dudas es un ejemplo interesante para tener en cuenta, sobre todo en nuestro país que tanto le debe de su desarrollo en el pasado a las escuelas técnica e industriales.

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