Juan Carlos Pastorino, exentrenador y profesor de la Ciudad.
Juan Carlos Pastorino, exentrenador y profesor de la Ciudad.
PARTE DE LA HISTORIA DEL DEPORTE LOCAL

Juan Carlos Pastorino: “En mi vida siempre tuve la suerte de hacer lo que me gustaba”

Entrenador, profesor, jugador y dirigente. Un libro abierto del mundo del deporte, un apasionado que siguió el legado de su padre y un mentor al que la ciudad guarda cariño. A sus 81 años, un recorrido por su extensa carrera, repleta de recuerdos, hitos y hazañas

Es una persona que parece que no descansa desde hace 60 años, un amante del mundo del deporte, un fragmento viviente de la historia local. Nacido en el barrio “El Picaflor” en enero del 42, Juan Carlos Pastorino ha dedicado su vida a la docencia, el entrenamiento y la formación. 

Hijo de una figura fundamental del deporte, Juan Andrés Pastorino, padre de 3 hijos y abuelo, es recordado como mentor y compañero. Se formó en la escuela n° 2, en el extremo opuesto del entonces pueblo de Junín, y aprendió de la trayectoria de su padre.

Su mujer, Ofelia, lo describe como “un libro abierto” y es certera. Con lujo de detalles, Juan Carlos recuerda fechas, compañeros, alumnos y equipos. Fue campeón, hizo historia y sigue disfrutando del deporte. En diálogo con Democracia, un recorrido por su vida.

Jugador

Desde chico, su padre se erigió referente local del atletismo, la enseñanza y el deporte en general y, como no podía ser de otra manera, Juan Carlos fue jugador de fútbol y básquet, practicó boxeo y se formó en tumbling, la disciplina que es parte de la gimnasia. “Amé muchos deportes”, afirmó.

Como jugador de fútbol, se formó en el club Independiente, pero sus inicios se remontan a los campeonatos de barrio que se celebraban donde hoy está la Plaza Marcilla. Su equipo, “Los Privilegiados”, le permitió mostrarse y ser luego llamado para ingresar en las inferiores del Rojo. Además, también vistió la casaca del BAP, Newbery y Origone.

“Como jugador de básquet fui mediocre”, admitió Juan Carlos. Hizo su paso por Sarmiento y River, cuando las canchas eran al aire libre, pero definitivamente no se dedicó más que por placer.

El boxeo fue otra de sus pasiones. Fue árbitro, practicó por 15 combates y 2 exhibiciones y, tras una lesión que lo dejó fuera del ring, se convirtió en jurado, oficio que aún hoy ejerce. Por su parte, nunca se ha alejado del deporte, y, a sus 81 años, no deja de ir a ver torneos de atletismo y fútbol. En básquet, es partidario de Ciclista y San Martín.

Entrenador

Juan Carlos es muy recordado por su labor fuera de la cancha, donde demostró que el deporte se lleva en la sangre, y esa entrega que acostumbraba ver en su padre también la replicó en cada uno de los clubes que integró.

En básquet, fue entrenador del club Los Indios, junto a Hugo Violino, y de la selección local de 1968, junto a Rubén Darío Cárdenas. Pero no fue ese el camino que más explotó.

“Lo que más me gustaba era entrenar equipos de fútbol, porque ese deporte siempre da revancha”, señaló.

Sus inicios fueron en Independiente, en 1963, donde conoció a Edgar Aramburu, otro histórico formador de la ciudad. “Él se inició conmigo y yo con él”, afirmó Juan Carlos, que recuerda con añoranza aquellas épocas junto al profesor. En River adquirió experiencia y trayectoria, y en Newbery hizo historia. “Hacía 42 años que el club no salía campeón en Primera, y junto a Torres lo logramos”, recordó, respecto a la temporada 1969/1970, un notable hito en su carrera deportiva. 

Pero ser campeón se la daba bien. También lo fue con Racing de Teodelina, en 1973, con Deportivo Arenales, en 1981, y con River. En su historial, además, tuvo su paso por el club Matienzo de Alberdi, Deportivo Baigorrita y Sarmiento, donde fue entrenador de 1° C junto a Carini. 

Su legado no se circunscribe al torneo local, sino que también solía preparar los equipos para el nocturno de forma gratuita, sobre todo en River, el club de su barrio. “Mi viejo me decía que no hay que embanderarse con ningún club”, destacó Juan Carlos, consciente de su paso por numerosas instituciones locales, en una carrera que lo enfrentó a notables desafíos. Es que fue preparador físico de la selección de fútbol cuando la liga local fue intervenida, y lo echaron de Newbery por haberse quedado. “Me perdí los ocho años gloriosos del club por eso”, recordó.

Pero más que sólo un profesor, fue un gran mentor. Con Aramburu, compartió la misma visión de la enseñanza. “Siempre quise que mis alumnos fueran buenas personas”, afirmó quien, incluso, trabajó en minoridad y visitó comisarías para acompañar a los detenidos.

Tuvo los pies sobre el campo de juego y dentro del agua. Como profesor de natación, Pastorino visitó Lincoln, Chacabuco y varias piletas de la ciudad. “Aún me cruzo con gente que me recuerda por haberle enseñado a nadar”, señaló.

Antes de retirarse definitivamente en 2010, Juan Carlos daba clases en Morse, Saforcada y Vedia. “Soy muy nostálgico, guardo mucho amor por los lugares en los que trabajé”, agregó.

Profesor

Para colaborar con su maestra de 7° año, desde antes de recibirse como profesor de educación física, daba clases gratis en la escuela n° 19, donde tuvo de alumnos a futuros cracks del deporte como Pezzatti o el Gallego Ortiz.

Estudió a principios de la década del 60 y tuvo una formación básica en La Plata, que se complementaba con numerosos cursos complementarios. “Tengo pilas de diplomas, eso antes se exigía mucho”, explicó el ex docente, que inició su carrera en las escuelas n° 24 y n° 1 y la continuó en varios colegios primarios, secundarios y hogares de Junín y la zona, incluso con colaboraciones ad honorem.

Sin embargo, entre el año 63 y 64 formó parte del Servicio Militar Obligatorio, y la última dictadura cívico-militar lo encontró en pleno ejercicio de sus funciones. “Se hacían desfiles importantes para las fechas patrias donde participaban todos los colegios, y yo les enseñaba a formar”, señaló.

Al recordar sus días en las aulas, explicó que enseñaba gimnasia básica danesa, calistenia y gimnasia rítmica sueca, además de nociones generales del deporte. “Antes se trabajaba mucho, había más exigencia y control en la educación y el deporte”, aseveró.

El recuerdo de una vida en la docencia hoy lo hace merecedor del agradecimiento de ex colegas y alumnos, una comunidad que tuvo la oportunidad de aprender con él. “Es el monto de amor más grande que todo el dinero del mundo”, destacó Juan Carlos, respecto al amor recibido. “Eso me conmueve mucho, porque significa que te recuerdan con cariño”, agregó.

En suma, el balance de su vida profesional es positivo, porque no dejó de disfrutar de su ocupación y encontró en el deporte su mejor pasatiempo y medio de subsistencia.

“Siempre tuve la suerte de hacer lo que me gustaba”, destacó.

Su padre, referente

Juan Andrés Pastorino, recordado atleta, deportista, entrenador y dirigente de la ciudad, fue su principal mentor, y una persona que marcó su vida. “Él hacía gimnasia respiratoria, y me ayudaba cuando tenía problemas de bronquios”, recordó Juan Carlos.

La suya fue una relación única, y mantiene vivo el recuerdo del legado de su padre, una figura indiscutida del deporte local. “Él luchó por 30 años por un complejo deportivo gratuito en la ciudad y finalmente lo logró”, señaló. 

Además de una calle, el nombre de su papá también estuvo en la pista de atletismo original y lo está en la inaugurada en 2019 en el Parque Borchex. “Lloré mucho con eso, fue una ceremonia muy emotiva”, recordó, y afirmó que “es muy grato” que se recuerde al histórico profesor.

“Mi padre era muy deportista, amaba todos los deportes y sobre todo el atletismo”, agregó. Juan Andrés participaba en pruebas de 100, 200 y 400 metros y postas de 4 x 100, y dejó su huella en toda la ciudad. Fue un indiscutido guía para Juan Carlos, que supo seguir los pasos del joven que ya a sus 4 años ordeñaba vacas en el tambo. “Amaba y admiraba mucho a mi papá, me encantaba el sacrificio que hacía”, afirmó.

Cabe recordar que Pastorino también entrenó a Oscar Luis Venini, previo a su asunción como intendente de la ciudad. “Por eso lo llamó como director de deportes, a pesar de que no era peronista”, explicó su hijo, que aún recuerda, como un mantra, muchos de los consejos que sabiamente recibía del deportista.

Dirigente

La entrega hacia el mundo del deporte y la educación fue plena. Integró comisiones directivas, fue el sucesor de su padre en la Dirección de Deportes municipal e, incluso, fue uno de los fundadores del Club Atlético “Los Flamencos”. 

“Queríamos fundar un club que fomentara el atletismo”, afirmó, y recordó que el nombre lo puso Oscar Venini, cuando una tarde de reunión entre los integrantes vio a esos animales en la laguna.

Por su parte, entre sus proyectos personales más destacados está la creación de la Asociación Pro Otorgamiento de Beca Escolar (Apobe) junto a Lidia Tenti, a quien considera “la mejor mujer del mundo de la docencia” que conoció.

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