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ECONOMIA

La cumbre de Francia frente al desafío de dejar atrás la crisis

Sólo algunos compromisos poco consistentes dejó la tan esperada cita de los mandatarios más poderosos del mundo.

Los líderes de las 20 economías industrializadas y emergentes más desarrolladas, intentaron llevar tranquilidad a un mercado financiero internacional que sigue sin encontrar el rumbo. Pero quedaron muy lejos de calmar las expectativas. Sin duda la reunión de dos días que finalizó el viernes quedó signada por la incertidumbre en Europa, y no hubo un acuerdo concreto para establecer nuevas formas para ayudar al continente a solucionar su deuda y, en cambio, sólo se acordaron exiguas promesas de volver lo más rápidamente posible a la normalidad.

Ofertas vagas de incrementar los recursos del Fondo Monetario Internacional -en alguna fecha posterior no especificada- fueron todo lo que los líderes de la eurozona tenían para llevar a sus países al concluir una semana plena de emociones.


La amenaza recesiva


Había mucho en juego en la cumbre del Grupo de los 20 en la ciudad turística francesa de Cannes, al esperar los inversionistas que los países no europeos les darían una mano a la eurozona. La crisis de deuda que ha sacudido a la unión monetaria durante los últimos dos años ha llegado a un nuevo punto álgido, y ahora amenaza con hundir a la economía mundial en una segunda recesión.

Pero a pesar de las reuniones adicionales y las conversaciones ya avanzadas, los líderes pasaron apuros por alcanzar soluciones concretas en su reunión, ensombrecida por la crisis política de Grecia y los temores de que Italia, que aceptó la supervisión del FMI en la implantación de sus medidas de austeridad, sea incapaz de cumplirlas.

Esta última fue una intervención muy inusual en los asuntos de una de las principales economías del mundo.

Los propios esfuerzos de Europa para el rescate, agrupados durante varias reuniones la semana pasada para combatir la crisis, dejaron sin respuesta muchas preguntas muy importantes, lo cual derivó en que países con abundante flujo de efectivo como China, Rusia o Brasil se muestren renuentes a comprometer algo más que palabras.

”Es importante que el FMI vea reforzados sus recursos”, dijo José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, en declaraciones a los periodistas. Pero la decisión de reforzar las arcas del Fondo fue postergada hasta febrero.


Mala reacción


La ausencia de detalles decepcionó a los mercados, donde bajaron las acciones, los bonos y el euro. En especial, los intereses que tiene que ofrecer Italia en nuevas emisiones de bonos alcanzaron niveles preocupantes.

La forma más probable en que la eurozona pudiera obtener aún financiamiento adicional es por medio de una cuenta especial bajo los auspicios del FMI, a la cual podrían hacer pagos países individuales.

A su vez, esas inversiones podrían ser empleadas luego para impulsar el propio fondo de rescate de la eurozona, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, de 440.000 millones de euros (606.000 millones de dólares).

De esa forma, países como Estados Unidos, que piensan que Europa debe pagar por sus problemas financieros, no tendrían que poner dinero. Y naciones como Rusia y Brasil, que han expresado su interés en invertir en la eurozona, podrían hacerlo.


Sin compromisos


Pero tanto la canciller alemana Angela Merkel como la directora del FMI, Christine Lagarde, dijeron que en la reunión de dos días ningún país se comprometió firmemente a participar en solucionar el problema.

El aumento en los recursos del FMI, cifra que también permaneció vaga, está diseñado para ayudar a países de todo el mundo, no sólo la eurozona.

Por otra parte, el presidente de la Unión Europea, Herman Van Rompuy, dijo que los integrantes del Grupo de los 20 acordaron acrecentar los recursos del Fondo Monetario Internacional para ayudar a contener la crisis de deuda europea, pero que aún no han determinado cómo hacerlo.

Con sus finanzas muy comprometidas tras el rescate de Grecia, Irlanda y Portugal -mientras que aliados tradicionales como Estados Unidos tienen su propios problemas económicos- los países de la eurozona se han dirigido al FMI con la esperanza de usar sus recursos y experiencia para evitar que la crisis de la deuda soberana se extienda a economías más importantes como las de Italia y España.

Pero, dentro del FMI los resortes del poder han cambiado.

Hasta hace dos años, el FMI - dominado por las potencias tradicionales de Europa y Estados Unidos - exigió mayormente penosos programas de austeridad a condición de seguir girando préstamos a las naciones pobres y en vías de desarrollo de Asia, América latina y Africa.

Ahora, las potencias emergentes como China, Brasil y Sudáfrica deben decidir si les conviene ayudar a Europa.

La crisis política de Grecia de los últimos días y las dudas de si el primer ministro italiano Silvio Berlusconi adoptará las reformas prometidas para reactivar el crecimiento económico de Italia aplastado por su enorme deuda soberana, tampoco han contribuido a mejorar la situación.

Al mismo tiempo, la turbulencia de los mercados incrementó la necesidad de ampliar las medidas de seguridad financiera en Europa.

De todas formas, quedó claro que los países de la eurozona están dispuestos a seguir prestando asistencia financiera a Grecia, pero exigen a cambio que las autoridades de Atenas cumplan a rajatabla los ajustes prometidos a la UE y el Fondo Monetario. 

“La eurozona está dispuesta a continuar apoyando a Grecia, pero Grecia debe cumplir el paquete pactado el 26 y 27 de octubre y, en particular, continuar aplicando el programa de la UE y del FMI. Esto tiene que quedar muy claro”, señalaron hoy José Manuel Durao  Barroso y Hernan Van Rompuy en un comunicado conjunto.

Tanto el presidente del Consejo Europeo, Van Rompuy, como el de  la Comisión Europea, Durao Barroso, se comprometieron a aplicar “muy rápidamente” el plan para combatir la crisis de deuda que se pactó en la cumbre del Eurogrupo del 26 de octubre. El plan incluye reforzar la potencia del fondo de rescate hasta alcanzar 1 billón de euros, recapitalizar la banca con 106.000 millones de euros y un segundo rescate de 130.000 millones a Grecia, con una quita del 50% en los bonos en manos de los bancos. “Queremos que Grecia siga en el euro”, insistieron ambos funcionarios, que lanzaron un nuevo llamamiento a la “unidad nacional y política” en el país. 

”La plena aplicación del plan del 26-27 de octubre y el apoyo del G-20 nos permitirá superar las actuales turbulencias”, concluyen en el comunicado.

Pero más allá de los compromisos, la cumbre de mandatarios una vez más dejó más dudas que certezas y, es por eso, que los mercados mantienen su inestabilidad.

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