Murió Berlusconi, polémica figura de la vida política italiana
A LOS 86 AÑOS

Murió Berlusconi, polémica figura de la vida política italiana

El ex primer ministro italiano, que estaba hospitalizado, sufría de leucemia.

El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi ha muerto ayer a los 86 años. El líder de Forza Italia y fundador de Mediaset había regresado a San Raffaele el pasado viernes, tras una larga estancia hospitalaria -de 45 días- que terminó hace unas semanas, a causa de una neumonía y una leucemia mielomonocítica. Por la mañana, su hermano Paolo y sus hijos se habían trasladado rápidamente al hospital, donde ya se encontraba Marta Fascina.

Hasta la clínica se habían desplazado ayer por la mañana varios miembros de su familia, incluidos sus cinco hijos y su hermano Paolo. Eso levantó todas las alarmas sobre su estado de salud, que empeoró durante la pasada noche. 

En los últimos días, también había recibido el apoyo de representantes de la política italiana, especialmente de sus socios en el gobierno. El cuerpo se ha trasladado a Arcore, donde se celebra desde hoy la capilla ardiente privada y mañana la pública en Mediaset. El funeral de Estado se celebrará el miércoles en el Duomo de Milán. Además, Italia ha decretado luto nacional hasta el miércoles. Algunos seguidores se han congregado a las puertas del hospital, con mensajes de recuerdo y con banderas italianas y de su partido, Forza Italia.

Si hubiera que hacer la anatomía de un instante en la extraordinaria vida de Silvio Berlusconi, quizá habría que elegir la tarde del 8 de noviembre de 2011. No el día en que abrió su primera obra, en Brugherio, en 1964, o fundó Fininvest, en 1975, allanando el camino para un imperio televisivo y financiero que le convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo. Ni el día en que salió al campo, para ganar tres elecciones y media y dirigir cuatro gobiernos durante el tiempo récord de nueve años. No. Berlusconi se ha hecho con tanto poder en su vida que el verdadero momento mágico, el instante que hay que contar, es aquel en el que lo perdió.

Así estaban las cosas: Italia se iba al garete por el ataque de los mercados a la deuda pública. Diferencial de más de 500 puntos. Merkel y Sarkozy riéndose en público de él. Europa, que temía hundirse junto con Italia. Gianfranco Fini había formado un partido y se había pasado a la oposición. Ocho diputados, todos antiguos "leales", traicionaron al Cavaliere en una votación decisiva, haciéndole perder la mayoría en Montecitorio.

Pero quiere resistir. No rendirse. No dimitir como primer ministro. “Eso es lo que tiene que hacer Berlusconi”, le sugieren todos los que le rodean, que siempre han vivido de la luz reflejada y quieren mantenerla encendida. Pero entonces llegan dos llamadas. La primera es de Ennio Doris, amigo y antiguo socio en Mediolanum: “Silvio, si no dimites, Italia se hundirá”. La segunda es de su hijo Luigi, que trabaja en la City londinense: “Papá, si Italia se hunde, también lo harán nuestras empresas”.

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