Ricardo construye modelos a escala de aviones reales.
UNA IMPORTANTE COMUNIDAD LOCAL

Los coleccionistas juninenses y la pasión por recuperar fragmentos del pasado y piezas únicas

Ante el inminente comienzo del Mundial de Qatar, la pasión por el coleccionismo de figuritas resurgió, con récords de ventas y stocks agotados. En la ciudad, sin embargo, hay una tradición de larga data, y muchos se dedican a reunir objetos muy preciados en colecciones inéditas.

Una actividad curiosa, horas de dedicación, y, detrás, la afición por la historia. El coleccionismo es un oficio que muchos emprenden, y la comunidad de los apasionados por las piezas valiosas cuenta con un importante acervo cultural. Todo se puede coleccionar. Vehículos, camisetas, antigüedades, discos, libros, juguetes e, incluso, envoltorios de golosinas. 

En diálogo con Democracia, coleccionistas y recuperadores locales dieron detalles de la atrapante actividad, que combina la historia, una cultura de antaño, curiosidades y objetos únicos.

Tradición local

El mundo del coleccionismo local es muy vasto y diverso. Adultos y jóvenes atesoran piezas antiguas de un valor incontrastable, en una pasión que no conoce de tiempos ni distancias.

“Hace 30 años que vivo rodeado de discos de vinilo, libros, cine, historietas y arte”, explicó Adrián Sánchez, que está próximo a abrir “El mejor lugar del mundo”, una tienda de artículos coleccionables en la que trabaja a diario para poner a punto. En una de sus paredes, en un cuadro, se lee la frase “somos las flores del basural” y, al respecto, explicó: “Lo que para mucha gente es basura, para nosotros es un tesoro”.

“Yo no colecciono, convivo con objetos”, agregó, consultado respecto a la gran cantidad de discos de vinilo, libros, muñecos y otros artículos que tiene. “Nunca fui un coleccionista acérrimo, siempre admiré a quienes coleccionan”, explicó, dado que su actividad se basa en recolectar objetos y armar colecciones “para poner en venta en algún momento”.

En su caso, si bien desde chico estuvo en contacto con antigüedades, la afición tuvo como punto de partida avisos clasificados en los diarios que lo conectaron con muchos vecinos. No obstante, hay coleccionistas que, prácticamente, lo llevan en su sangre. 

“Hago modelismo desde muy chico; cuando armé mi primer avión enloquecí”, señaló Ricardo Becerra, un coleccionista de 54 años que conoció el hobby gracias a su padre y jamás lo abandonó. Actualmente, cuenta con un gran capital e, incluso, compite a nivel nacional con sus piezas hechas a mano. “Me encanta coleccionar, es una actividad que me atrae mucho”, afirmó.

Por su parte, Agustín Ronchi tiene una curiosa afición: colecciona camisetas de Sarmiento. Según explicó, comenzó hace 15 años y hoy es su principal colección, puesto que también acapara “dados, muñecos de Los Simpsons y boletos de colectivo”. Y agregó: “No hay tope, yo tengo 245 camisetas”.

Fiebre por el coleccionismo

Es indudable que la pasión futbolística no sólo mueve multitudes hacia las canchas, sino también hacia los quioscos. El álbum de figuritas del mundial es furor entre niños, jóvenes y adultos, y la falta de stock impulsa la reventa en internet a elevados precios. Los coleccionistas de antaño ven en eso un fenómeno muy positivo.

“Me gusta lo que se genera”, afirmó Agustín y, por su parte, Adrián señaló que “en los últimos años, el coleccionismo creció muchísimo” y alcanzó a todas las franjas etarias.

“Se colecciona de todo. No sólo postales, recortes de diario y discos, sino hasta animales de juguete, encendedores y envoltorios”, agregó el recuperador, que explicó que “hay colecciones de mucho valor que no tiene que ver con el dinero”.

Es que Sánchez acostumbra a frecuentar con coleccionistas de distintos campos y, recientemente, se reunió con uno de los más importantes de Latinoamérica para reunir figuritas deportivas de Sarmiento de Junín. Respecto al fenómeno actual, destacó que “lo que sucede con las figuritas del mundial es increíble”, y señaló que los cromos “son un importante registro histórico”.

En su local, Adrián reúne infinidad de objetos únicos, y agradece que “la gente empezó a darle valor a lo que produjo otra gente”, lo que se vincula con la importancia de reutilizar lo ya fabricado y, a su vez, con la historia detrás de cada objeto. “Lo que se pierde, implica la pérdida de una parte de la historia”, afirmó, y destacó que “el coleccionista conserva cultura”.

Por su parte, Ricardo también observó que, además de autoadhesivas del mundial, “los quioscos de revistas están llenos de autos y aviones”, lo que evidencia un impulso del coleccionismo local.

Dedicación

Trabajar en una colección requiere de paciencia, contactos y, sobre todo, mucho conocimiento y trabajo constante. En el caso de Agustín, a pesar de haber acotado su búsqueda sólo a camisetas del Verde detalló que le faltan “al menos 50 de 1980 en adelante”, puesto que, “antes de esa fecha puede haber miles, pero hay muy poco material disponible”. 

Actualmente, las redes sociales son su principal aliado para contactar a otros coleccionistas y conseguir más piezas. Además, explicó que “la idea es hacer un museo personal que se llame Héctor Cuevas” y, por ello, muchas veces dedica días enteros a su pasión.

Por su parte, el modelismo implica el ensamblaje y pintado de maquetas a escala, una actividad que, sin dudas, exige tiempo y dedicación. “Lo que tiene de bueno este hobby es que podés armar maquetas de lo que se te ocurra, incluso de naves de ciencia ficción o figuras humanas”, explicó Ricardo. En su caso, le gustan los aviones, y éstos componen gran parte de su colección basada, principalmente, en piezas de escala 1:48. 

“Desde chico, mi pasión son los aviones. Todo lo que tiene que ver con la aeronáutica me encanta”, agregó.

Asimismo, las cajas repletas de piezas chicas sin colorear las atesora en su taller, donde cuenta con las herramientas necesarias para la actividad. Sin embargo, el trabajo de Ricardo comienza con una investigación previa en internet, donde busca fotos, modelos y lee acerca de lo que va a construir. “Me gusta armar aviones reales que tengan una historia”, señaló y, en sus tiempos libres, se dedica a ensamblar, pintar y finalizar sus modelos.

“Es un cable a tierra, cuando me siento con las maquetas me desconecto del mundo”, afirmó.

Las tareas de recuperación de objetos de valor, armado de colecciones y puesta a punto de su local exigen a Adrián un trabajo diario de hasta 9 horas. “Solemos restaurar los discos e incluso les hacemos la tapa si ya no la tienen”, explicó, aunque señaló que la recuperación y clasificación de libros también ocupan gran parte de su jornada.

En el horizonte, a su vez, vislumbra otro proyecto sobre el que está trabajando: “Soy sarmientista, quiero sacar un libro de coleccionables de Sarmiento”, adelantó.

Un ambiente particular

La pasión por las antigüedades y las piezas únicas reúne a los coleccionistas. “Hace 2 años que tenemos un grupo en el que compartimos todo y nos ayudamos mutuamente”, explicó Agustín, que comparte su pasión con otros recolectores de camisetas.

En dicho sentido, la comunidad es amplia y los lazos se basan en una misma afición. “Con este hobby me hice muy buenos amigos con los que, incluso, me fui de vacaciones”, explicó Ricardo, que participa de forma periódica en eventos y competencias de modelismo. 

Además, señaló que “en las ciudades grandes hay mucha actividad” y participa cada dos años de un evento organizado por la Asociación Plastimodelista del Oeste en el Museo Nacional de Aeronáutica de Morón. “Llevé mis modelos y gané premios”, explicó, e incluso tuvo la oportunidad de ver los aviones reales representados en sus maquetas.

Como hinchas de un mismo club o compañeros de equipo, los coleccionistas se reúnen y, tal como señaló Ricardo, “se forma un ambiente muy lindo donde se intercambia información y técnicas específicas”.

“El coleccionismo en general me apasiona y en Junín hay muchos que se dedican a eso. Podemos hablar por horas cuando vemos que compartimos la pasión”, concluyó Agustín.

Las piezas únicas no se ven todos los días

El valor de las piezas coleccionables no siempre se condice con su precio en el mercado. Objetos tan cotidianos como encendedores, o desechos, como envoltorios de golosinas, pueden ser bienes muy preciados para muchos coleccionistas. Sólo se trata de reconocer el valor intrínseco a un elemento para luego ir en búsqueda de la serie completa.

En el caso de las camisetas de fútbol, Agustín explicó que “el mayor porcentaje tiene una historia detrás” y, por ello, pone especial énfasis en rastrear su procedencia para saber “cuándo se usó y cómo se obtuvo”. Asimismo, su extensa colección no cesa de agrandarse, aunque a un ritmo menor que años anteriores, puesto que, según explicó, por año consigue “en promedio 10 actuales y 2 o 3 viejas”.

“La mayoría de las camisetas de mi colección estuvieron dentro de una cancha y eso significa más valor para mí”, agregó.

En el caso de Adrián, el valor otorgado por la historia también es fundamental. “Además de recuperar cosas que otros desechan, me atrae la cultura que desparraman los objetos”, señaló el recuperador, que recibe piezas de forma periódica. 

Es por ello que, a menudo, se cruza con objetos curiosos y de gran valor histórico y cultural. “Hace poco me llamaron por una tabla de lavar ropa. Investigué y encontré que muchas bandas de jazz la usaban con dedales para hacer música”, destacó.