TRAS VEINTE AÑOS DE NEGOCIACIONES

Acuerdo Mercosur-UE: una oportunidad para la Provincia, con el recelo de algunos productores

La posibilidad de pensar en vender a otros mercados podría motorizar exportaciones de manufacturas de origen agropecuario e industrial y productos primarios, pero también enciende luces de alerta en automotrices y laboratorios.

El histórico tratado comercial firmado la semana pasada entre el Mercosur y la Unión Europea, tras 20 años de negociaciones, abre grandes expectativas, pero también interrogantes entre los productores argentinos, que podrían beneficiarse con el ingreso de su mercadería en condiciones mucho más competitivas al exigente mercado de la UE. El acuerdo también podría significar una gran oportunidad para muchos de los sectores de la economía bonaerense que se beneficiarían con la eliminación no solo de aranceles, sino también de una parte de la burocracia aduanera, además de las facilidades para ingresar a un mercado con una capacidad de compra que triplica a la de los habitantes del Mercosur si lo medimos por PBI per cápita.
El acuerdo involucra a unos 800 millones de consumidores y apunta a unir un mercado multimillonario -caracterizado por altos aranceles- que incluye casi a una cuarta parte del PBI mundial y con más de U$S100.000 millones de comercio bilateral de bienes y servicios.
La Comisión Europea calculó las exportaciones de la UE al Mercosur en 2018 en U$S50.800 millones, mientras las importaciones desde los países que integran el bloque sudamericano fueron de U$S48.100 millones, según un informe oficial que reveló la BBC.
La firma del tratado, que todavía tiene que ser ratificado por los países miembros, tiene como uno de sus objetivos hacer más baratos los productos importados e impulsar las relaciones entre empresas. Y muchos esperan que también estimule el empleo.
El gobierno de Mauricio Macri celebró la noticia y se encargó de viralizar los potenciales beneficios del acuerdo, mientras que la oposición, con matices, lo criticó con mayor o menor virulencia, enmarcada esta disputa en las infinitas especulaciones propias de tiempos electorales.
¿Quiénes serían en nuestro país los ganadores y perdedores del acuerdo comercial? Los sectores vinculados a la agroindustria y las economías regionales. Pero en industrias como la automotriz y autopartista se encendieron algunas alarmas para el proyecto de encarar una convergencia hacia el arancel 0 a 15 y 10 años de plazo, con 7 de gracia. También los sectores que producen bienes de capital, químicos y medicamentos miran de reojo la propuesta por la potencialidad de su contraparte en el sector privado europeo.

Una oportunidad para la Provincia
Si el acuerdo entra en vigencia, implica que Europa modificará los aranceles a más del 99% de los productos agrícolas procedentes de los países firmantes: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Además, se eliminan los impuestos de importación al 81,7% de los productos agrícolas del Mercosur, mientras que ofrece cuotas o preferencias para el 17,7% restante.
En este contexto, son muchos los sectores productivos de la Provincia de Buenos Aires que podrían beneficiarse, según confirmaron a este diario consultores privados.
Si cruzamos las principales exportaciones de la Provincia de Buenos Aires con los nichos de mercado que se liberarían por la apertura del comercio entre bloques podemos inferir que los emprendedores bonaerenses vinculados a las exportaciones de productos primarios, manufacturas de origen agropecuario y manufacturas de origen industrial podrían beneficiarse ingresando con ventajas competitivas a uno de los más suculentos mercados mundiales.
Si tomamos en cuenta los registros oficiales de exportadores bonaerenses, entre los sectores que podrían potenciarse con el acuerdo estarían los que venden cereales, pescados y mariscos, semillas y frutos oleaginosos, miel, hortalizas y legumbres, lanas, frutas frescas, carnes y sus preparados, grasas y aceites, productos de molinería y preparaciones en base a cereales, pieles y cueros, productos lácteos, azúcar y cacao, bebidas, líquidos alcohólicos y vinagre, frutas secas, café, té, yerba mate y especias, productos químicos, metales y sus manufacturas.
Un amplio abanico de opciones para una economía que tiene una alta dependencia de la agroindustria, pero que podría también bucear opciones estratégicas en sectores como el del software
Como contracara, a la centenaria industria automotriz y autopartista nacional le plantarían un contendiente de fuste que obligaría a encarar nuevos objetivos y desafíos en la integración regional intra-Mercosur.

Cautela
En tanto, desde el gobierno bonaerense mostraron cautela más que euforia, al menos en las declaraciones públicas y también en las del “off the record”. Ante la consulta acerca del posible impacto del acuerdo en la economía provincial, un vocero oficioso del ejecutivo de María Eugenia Vidal explicó que medir eso hoy “era hacer futurología”. En otros despachos vinculados a la interacción con sectores productivos y del comercio internacional, por ahora, primó el silencio.

¿Una ventaja?
Las negociaciones entre el Mercosur y la UE se iniciaron en la década del ‘90 y estuvieron interrumpidas entre 2004 y 2010 debido a la resistencia de ambas partes a hacer más concesiones. Retomadas en 2012, volvieron a entrar en un impasse al momento de presentar las respectivas ofertas a inicios de 2014, pero de nuevo ganaron impulso en 2017.
Pero, en plena guerra comercial entre China y Estados Unidos, la firma de este tratado contrasta con la ola proteccionista que marca las relaciones comerciales, exacerbada desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
En el gobierno nacional, el secretario de Agroindustria de la Nación, Luis Miguel Etchevehere, explicó que el acuerdo prevé “generar puestos de trabajo en ambos bloques” y que el Mercosur creará un mecanismo interno para repartir las cuotas de exportación.
En tanto, desde la consultora Ecolatina analizaron el anuncio y remarcaron que “el promedio ponderado de aranceles del Mercosur (14,8%) es sensiblemente mayor al del viejo continente (3%). En consecuencia, los precios de los productos europeos se abaratarían en mayor medida que los sudamericanos. Visto desde la óptica de los consumidores, los habitantes del Mercosur seríamos los principales beneficiados. No obstante, desde una perspectiva productiva, dado que los productos europeos se importarán a un menor precio, habrá un riesgo latente para la producción local”.
Para Eva Bamio, economista experta en comercio exterior y relaciones internacionales de la consultora Abeceb, “este acuerdo supone un avance porque fueron más de 20 años de discusiones. En los dos bloques económicos había reticencias, pero lo que implica este acuerdo es que ambos han tenido que ceder un poco para poder llegar a un punto de encuentro. Si los productos que China antes enviaba a Estados Unidos ahora no llegan por culpa de los aranceles, va a haber un excedente de productos a nivel global. Así que, en un contexto de guerra comercial, también es importante tener un mercado seguro al que poder exportar”.
Del lado europeo, las quejas han llegado desde sectores agrícolas, en especial de los ganaderos y granjeros franceses, históricamente protegidos por las políticas agrarias de la UE.
El acuerdo dará especial protección a la denominación de origen en alimentos
En el sector alimenticio los consumidores van a tener mucho más dónde elegir. Por ejemplo, el Mercosur eliminará progresivamente los aranceles del 27% al vino, el 20% al chocolate o de hasta el 35% en whisky y otras bebidas alcohólicas de origen europeo. Y los lácteos -en especial los quesos- entrarán al bloque sudamericano sin arancel, cuando hoy pagan el 28% al cruzar la frontera. Lo mismo que ocurrirá con la carne argentina que llegue a Europa.
Un ítem a tener en cuenta es la especial protección que le dará el acuerdo a lo que aquí llamamos “denominaciones de origen” de productos como los europeos champagne, Rioja o gruyere, el malbec argentino o la cachaça brasileña.
En definitiva, mucho pesará la adaptación de sectores productivos para aprovechar las ventajas arancelarias, pero también su ductilidad para enfrentar una mayor competencia de cadenas de valor más aceitadas y eficientes.