Casa Decor interviene 67 espacios en una casona señorial de Retiro para celebrar sus 25 años.
ESPECIAL CASA DECOR 2017

El arte de reinventar habitaciones

Todo empezó en un convento. Concretamente, en el antiguo monasterio en desuso de la calle General Oráa. Un total de 43 decoradores intervinieron el espacio, en la que fue la primera edición de Casa Decor. “¿Qué hacen 43 decoradores encerrados en un convento? La decoración hace milagros”, fue el eslogan utilizado. Han pasado 25 años y la feria, un referente global en interiorismo, celebra su 52 edición interviniendo un antiguo edificio señorial de oficinas en la calle de Antonio Maura.
“La verdad es que es todo un honor estar aquí”, afirma Asun Antó. Con su equipo ha intervenido una habitación, que ha convertido en un luminoso rincón para los lectores “teniendo solo una entrada de luz”, subraya la interiorista catalana, que acude a Casa Decor por primera vez. Ella ha actuado en uno de los 67 espacios de la casa que han sido redecorados. En ellos, diseñadores, arquitectos e interioristas han creado todo tipo de ambientes (salones, dormitorios, cocinas, cuartos de baño, habitaciones infantiles). “Nosotras nos hemos pasado un mes metiéndole mano al espacio”, cuenta Patricia Bustos desde la cuidada suite que ha realizado, inspirada en los años cincuenta estadounidenses (la ha llamado Despertar en Palm Springs).
“Casa Decor ha sido un impulso muy fuerte en mi carrera”, dice Guillermo García-Hoz, que acude a la cita desde 2008 (tanto a la de Madrid como la que se celebra en Barcelona). “Ha sido una pieza clave de la industria, porque por un lado conecta a la gente y por otro pone las tendencias a pie de calle”, continúa el interiorista, que ha intervenido dos estancias de la casa: un gabinete de curiosidades artie y un moderno y magnético salón.
En las cinco plantas que tiene el edificio han actuado un total de 59 estudios y profesionales, con nombres como Teresa Sapey, Erico Navazo o Miriam Alía. En Casa Decor todos los espacios se conectan, pero en la última planta despierta la curiosidad una puerta cerrada. Si se cruza, se accede a un angosto pasillo que permite ver el estado del inmueble antes de que todos estos artistas de los interiores los tocaran.
Casa Decor siempre se celebra en edificios que, a pesar de estar muy bien situados, llevan años en desuso. Es una especie de reto a los interioristas, que tienen solo 30 días para hacer su idea realidad. “Esto es más que un evento”, dice un portavoz de la organización. “No solo dinamiza el sector, sino que también implica a cientos de personas que contribuyen a construir cada proyecto: pintores, albañiles, electricistas, transportistas, carpinteros, jefes de obra... En cada edición de Casa Decor intervienen, de forma directa o indirecta, alrededor de 2.000 puestos de trabajo”.

Más de dos millones de visitantes
Desde sus orígenes, en 1992, en las 52 ediciones de Casa Decor que se han celebrado (la cita también se organiza en Barcelona) han participado 2.616 interioristas y 3.569 empresas. En total se han intervenido 248.336 metros cuadrados, que han sido decorados a través de 2.126 proyectos. Esos espacios han sido transitados por 2.118.160 visitantes. “Casa Decor se reinventa cada año, más y mejor, en un edificio diferente, lo que le aporta un valor único”, dicen los organizadores.
“Parecen dos mundos distintos”, dice una visitante despistada desde el pasillo con gotelé que muestra la realidad del inmueble. Rauda, regresa sobre sus pasos y continúa recorriendo la exposición por habitaciones que cambian de color y que invitan a los niños —y a mayores— a soñar (bautizadas Viaje por la imaginación, de Espacio Gira); por cocinas con materiales que no son lo que parecen (como la de Steven Littlehales); por impresionantes baños, como el de Patricia Urquiola, o por alfombras persas hechas en Algete (Alfombras Rahmati, casa de origen iraní y que tiene sede en Teherán y en Madrid). “Lo bueno de Casa Decor es que no hay dos ediciones iguales”, dice la organización. “Ninguna es mejor ni peor. Todas son distintas”.