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HISTÓRICA DIRIGENTE PERONISTA DE JUNÍN

Mirta Rubini: La “chica de barrio” que llegó a legisladora

Fue consejera escolar, senadora provincial, diputada nacional y presidente del PJ local. Afirma que la política le dio “muchas cosas lindas” pero admite que por ello también pagó “un precio muy alto”.

Mirta Rubini tenía menos de diez años cuando una maestra le dijo, al advertir su condición de líder: “Vos vas a llegar lejos, vas a ser política”. Y pareció una premonición.
Muchos años después, aquella niña, hija de un padre policía y de una madre ama de casa y admiradora de Evita, alcanzó una notable relevancia en el panorama político.
Sin embargo, en su camino no hubo solo satisfacciones, por lo que hoy, retirada de la actividad partidaria, no duda en afirmar que la política le dio “muchas cosas lindas” pero admite que por ello también pagó “un precio muy alto”.

Mirta y “Rulo”
Rubini vivió en el barrio Villa Ortega, hizo la primaria en la Escuela N° 12 y no pudo continuar con el secundario. Entonces, con menos de 14 años, entró como empleada a la empresa El Récord.
Si bien fue una etapa difícil porque ella hubiese preferido seguir en la escuela, supo que en algún momento iba a poder cumplir su sueño. Y así lo hizo: muchos años más tarde, estando ya casada con el histórico sindicalista municipal Carlos “Rulo” Alberti, hizo el secundario y obtuvo su título bachiller. “Lo terminé cuando el Rulo estaba preso”, comenta.
Es que en 1976 su esposo había sido detenido ilegalmente, en épocas de la dictadura militar. “Fue una época muy dura –recuerda Rubini– tuve que ponerme al frente de una carnicería estando yo sola con los chicos”.
En ese tiempo, Alberti estuvo preso en San Nicolás, Sierra Chica y Mercedes, y Mirta pasó por numerosas humillaciones tratando de saber algo.
Cuando lo soltaron, Alberti se volvió a hacer cargo del sindicato y Rubini inició su camino en la política local.

Camino recorrido
Siendo joven, Rubini ya había participado en algunas reuniones y más adelante integró juventud peronista, pero cuando su marido fue liberado, empezó a acompañarlo. “Me involucré muchísimo”, afirma.
Ya en 1983, Alberti fue elegido diputado provincial y cuatro años más tarde Mirta ingresó como consejera escolar: “Ahí me dediqué más que nada a los comedores. Había que trabajar mucho, pero a mí siempre me gustó lo social”.
De esta manera, fue ganando espacio dentro del partido y se convirtió en la referente femenina de toda la región. Desde entonces, el camino fue ascendente.
Fue senadora provincial entre 1989 y 1993, diputada nacional los siguientes cuatro años, en 1997 volvió al Senado bonaerense, y de 2001 a 2005 cumplió su último mandato como legisladora nacional.
Además, en 1991 fue precandidata a vicegobernadora, en una fórmula con Carlos Brown, en 1994 fue convencional constituyente provincial, y en 1995 fue candidata a intendente.

Temas abordados
Mirta cuenta que en 16 años como legisladora, trabajó sobre diferentes temáticas.
“En provincia –explica– hice una ley para colegios industriales, que se la llamó Ley Rubini, que establecía la formación de cooperativas financiadas por el Banco Provincia, para que los alumnos egresaran del secundario con una salida laboral”.
También fue autora de la ley de productos ecológicos, orgánicos y biológicos, y de la norma provincial que hacía obligatorio los estudios de acústica para todos los chicos recién nacidos. Además, redactó el proyecto que ordena que ningún profesional médico “puede aparecer en un medio de comunicación sin su nombre y su matrícula”.
“A mí me gustaba trabajar en conjunto –señala– yo no tenía problemas con nadie. Para mí, lo importante siempre fue apoyar los buenos proyectos, sin importar quién fuera el que lo presentara”.

La política
Rubini repite algunas ideas que son meridianas en su concepción de la política.
Desde su óptica, “para trabajar en política hay que tener capacidad de trabajo, honestidad y vocación”.
Del mismo modo, enfatiza: “En política la traición no va; yo ni loca perdería mi identidad por un cargo”.
A pesar de haberse retirado hace diez años de la arena partidaria y electoral, todavía conserva el ardor en sus afirmaciones.
Y la política también le hizo endurecer el cuero, principalmente en el año 2001, cuando en plena crisis del “que se vayan todos”, su casa fue incendiada en una manifestación (ver recuadro).
“La política me dio muchas cosas lindas, pero pagué un precio muy alto”, asegura, para luego ampliar: “A mí nunca me perdonaron que llegara tan lejos viniendo de tan abajo. Acá se decían muchas cosas sobre mí y eso lo destruye a uno anímicamente. Si eso era lo que querían, me hicieron bajar la guardia. En 2005 terminé mi mandato pero destruida, no era la misma de antes”.

Balance
Por último, al momento de hacer un balance, Rubini afirma: “La política me dio mucho porque yo era una chica de barrio y llegué a ser legisladora provincial y nacional, trabajar en la Constitución, representar a mi país en el exterior, y adquirir tantos conocimientos y experiencias que yo nunca me hubiera imaginado. A mí todo me costó mucho. Si uno pone en la balanza, es más lo que me dio que lo que me quitó, pero me quedó un dolor profundo por lo que me hicieron en el último tiempo, porque yo no encontré una razón”.

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