MARKETING APLICADO

Halloween.

Cultura predominante.

Todos los años asistimos a la polémica. Las fechas especiales son cuestionadas como oportunidades comerciales entendiendo que dicha utilización es un pecado. El punto sensible es cuando esas ocasiones son adherencias culturales que tienen origen en tierras desconocidas: “Hallowen”, “San Valentín”, “Oktoberfest” y otras costumbres atraviesan las fronteras y se instalan en la memoria emotiva de las nuevas generaciones.
Los chicos felices salen a las calles en busca de dulces, los enamorados pasan el mejor día del año y los ebrios tienen un motivo para festejar; tan simple como eso. Motivos, argumentos para dinamizar la oferta y la demanda. ¿Acaso es imposible negar que todos y cada uno de nosotros emprendemos alguna actividad para tal fin? Los comerciantes no tienen la culpa, su objetivo es apoyarse en cuanta herramienta les brinde el destino para subsistir y estas fechas claramente son funcionales a ese sentido.
Creo el camino es diferente.
No pretendo establecer una valoración sobre las celebraciones sino en función de su potencia para generar interés, atravesar razas, religiones y nacionalidades instalando símbolos en todo el mundo.
Ante esto hay dos opciones, podemos patalear y criticarlos o aprender de ellos para construir un calendario propio; claro para eso hay que aceptar que la cultura es una herramienta industrial a desarrollar; vamos por ese camino.
Más allá de que a muchos les cueste comprender, la cultura domina todos los mercados, aún en el intercambio de bienes tangibles. La explicación de esta concepción es tan extensa como impropia para esta columna.
El patriotismo, como sentimiento, es también una construcción simbólica. Tenemos la escarapela, el gorro, la bandera y la vincha pero acaso no es el veinticinco de mayo la fecha de mayor repercusión sino en el gol de Maradona o Messi.
El mensaje es simple, abandonar la queja y potenciar nuestro calendario aplicando la creatividad como puente entre las fechas patrias y los chicos. Contarles historias divertidas e incluso transformarlas un poco si es funcional para que les quede el mensaje sobre la valía patriótica.
Sin hipocresías, dos posturas: ¿dulce o truco?. 

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