BÁSQUET

Rubén “Toti” Garro: El señor Fair Play

Fue uno de los primeros campeones de clubes en los anales de la historia de la provincia de Buenos Aires, reforzando a Argentino. Un ejemplo del deporte dentro y fuera de la cancha.

Nací en el barrio del club Junín. Vivía más en el club que en mi casa. Pero jugué al fútbol en el club BAP, me lesioné los meniscos a los 17 años y me operaron para sacármelos. Después me dediqué al básquetbol.

Siempre jugué en el club Junín. Alcancé a pisar la cancha de polvo de ladrillo que en realidad le alcanzaba la pelota a los que jugaban en ese entonces como el Tape Gandolfo, Edgard Calvo, etc. Después vino la baldosa que era áspera, te raspabas todo. Habré jugado unos veinte años. Siempre tuve invitaciones para irme a otras entidades pero opté por quedarme en el club Junín.

Había pocos equipos. Argentino, San Martín, Los Indios, Ciclista, Villa, Rivadavia y Junín. Era un básquet tradicional. No había un juego predeterminado. Nosotros tuvimos la suerte de trabajar mucho con Edgard Calvo que fue el promotor de poner el básquet en el club. Como profesor leía muchos libros norteamericanos de básquet y con el tiempo nos empezó a tirar algunas líneas. Pero el básquet era simple a tal punto que Pavón que jugaba en Ciclista tomaba la pelota en la mitad de la cancha y la tiraba de abajo al aro.
Después el básquet fue evolucionando con Hugo Violino, Hugo Ochoa, jugadores más sofisticados.´

Pero nos fuimos haciendo solos. Venían algunos técnicos cuando se armaba la selección como Máximo Carrera Gros que vino de Buenos Aires,  los Comité de Pergamino. Ellos nos fueron tirando algunas líneas del modernismo.
 
Refuerzo Turco
“Argentino fue a jugar un torneo de clubes a nivel provincial, creo que si no fue el primero anduvo por ahí. Adolfo De Rorre y yo andábamos muy bien. Nos invitaron y como todo joven fuimos. Jugamos con equipos fuertes de la época, inclusive enfrentamos a los monstruos como Cabrera, Froet, De Lisaso, Monachesi, Cortondo. Fuimos campeones.

Para compararte el recibimiento que nos hicieron cuando arribamos a Junín quiero citar la muerte de don Eusebio Marcilla donde los Ferrocarriles largaron el personal a la calle para acompañar sus restos mortales.

Lo de Argentino fue parecido. Ahí nace un poco ese fervor que tiene esa gente que es muy especial, son muy particulares.

Llegamos a la estación y había un mundo de gente. Nos quedamos helados. Nos subieron a una bañadera que iba a la Laguna y nos pasearon por una abarrotada calle Sáenz Peña que de los dos lados nos aplaudían sin cesar. Yo no lo podía creer.

Era la época del predominio de Bahía en la Provincia, ganaban todo. Había una bronca que no se les podía ganar. En los provinciales éramos segundos o terceros. Haberle ganado a Bahía en su casa fue lo que generó el fervor en la gente que salió a la calle. Ojo que en esa época el básquet no era tan popular”.

Fair Play

“La verdad que ni Aréjula ni Macario me dijeron por qué instituyeron mi nombre para el fair play. Sí me lo comunicaron lo que me cayó muy bien. A mí nunca me echaron de una cancha de básquetbol. Siempre sigo al básquetbol hasta la actualidad que voy a todas las canchas.

La gente me lo reconoció en su momento, recibí muchas felicitaciones. Inclusive el primer año entregué las copas por el Fair Play”.

Diferencia
“La diferencia de juego es abismal. Solamente en el reglamento. En mi época podías picar la pelota media hora y seguías jugando. Omar Valdés en el Club Junín la picaba mil horas. Ahora sabés que tenés que trasladar la pelota con mucha velocidad.  Esto llevó a un cambio total. Los tiempos son distintos, se jugaba con un reloj de ajedrez, hoy hay tableros muy profesionales.

Hoy te encontrás con una vorágine en la cancha que van y vienen a dos mil. Es desordenado, desprolijo. Veía anoche (por el domingo) la presión con que defendía Quilmes a Funes. Pobre muchacho parecía un delincuente que lo perseguían por todos lados para quitarle la posibilidad de quitarle un tiro al lado.

Me parece que hay otros recursos. Es una barbaridad. Eso afea el espectáculo. Lo veo como antibásquet. No veo estrategias definidas. Veo a los entrenadores con una tablita, se desviven explicando y después en la cancha cada cual hace lo que quiere. Es un básquet de fuerza que no te llena los ojos. Encontrás algunos virtuosos como Franco Balbi que es un tipo suave para jugar, tiempista, sabe cuando tiene que pasar la pelota, cuando tiene que tirar al aro, cuando debe meter la mano para sacarle la pelota al otro. Ese es el tipo de básquet que a uno le gusta ver. Pero no abunda”. 

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