MARKETING APLICADO

Rubik.

Desafío contemporáneo.

Los psicólogos dicen que los colores tienen un significado; a ellos les adjudicamos una serie de virtudes y valores que van de la mano de la cultura en la que vivimos. Desde el punto de vista de comercial podemos hacer una lectura similar. En un ensayo arriesgado quiero ilustrar los desafíos contemporáneos a los que nos enfrentamos cuando asociamos negocios y estados de ánimo.
Somos comerciantes, obreros o profesionales. Constructores, promotores, vendedores o empleados. Administrativos, gerentes y docentes. Políticos, pintores o electricistas. Somos personas, todos y cada uno de nosotros con una situación personal que repercute en nuestra actividad laboral. Todos y cada uno de nosotros con un recorrido de vida diferente, experiencias distintas que redundan en perspectivas heterogéneas sobre una misma situación.
Por estos tiempos surge el concepto de inteligencia emocional, una terminología que desaconseja aplicar la soberbia profesional para dar por culminada una conversación de trabajo. Teoría que sugiere “ponerse en el lugar del otro” como primer paso para llegar a un acuerdo. En este punto está la clave del avance de algunos proyectos donde se vinculan personas con perfiles diferentes.
Amarillo inteligente, rojo impulsivo o naranja alegre. Verde esperanza y estabilidad o azul frío y calculador. Cada color está asociado a un tipo de personalidad y con ellas negociamos todos los días. La persona alegre que quiere conversar un día y al otro está urgido y antipático. El racional o el emocional, el cálido y el distante. Todos conforman uno sólo y varían de acuerdo del estado de ánimo que impone la vida contemporánea. Somos padres, hijos, novios o hermanos. Iniciamos el día de sol, con lluvia o demorados porque los chicos no se levantan para ir a la escuela. Condicionados, influenciados por situaciones o experiencias y a partir de ahí respondemos en amarillo, rojo o verde.
Todos los días jugamos con los colores y el desafío es saber combinarlos de la mejor forma con la esperanza de armar el cubo y todos puedan encontrar el punto de equilibrio. Se impone un nuevo tipo de pensamiento en pos de entender las expectativas de nuestros interlocutores personales y profesionales. Para eso o al menos para no pelear en la calle por cualquier cosa.
Ojala lo logre, ojalá lo logremos.

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