30 AÑOS DE DEMOCRACIA

La democracia es cambio permanente

ARTURO CROSETTI

Recuerdo la alegría, el entusiasmo, la esperanza y la confianza en el futuro que teníamos los miles y miles de jóvenes que participábamos en los diferentes Partidos y Formaciones Políticas, algunas de las cuales reunidas en la Multipartidaria y luego de la derrota de Malvinas, forzaron a la dictadura militar a llamar a elecciones y volver a instaurar la Democracia como sistema y forma de vida de nuestro pueblo. Tenía como muchos otros jóvenes de la época, la ilusión que a través del trabajo político y la militancia, se transformaba en el convencimiento, de que esta era la última dictadura que sufriría nuestro pueblo y finalmente romperíamos en forma definitiva ese seudo sistema de alternancia de gobiernos civiles y gobiernos de facto caracterizados los primeros por ser democracias débiles y los últimos por ser en cada oportunidad más duros, intolerantes y crueles, que agobiaba a nuestra sociedad desde 1930, y no nos equivocamos, el ciclo se rompió definitivamente. Veníamos de distintas experiencias políticas, algunos habíamos militado en los difíciles años setenta y otros comenzando a participar en política en esas jornadas históricas del 83. Realmente siento mucha nostalgia cuando recuerdo aquellos primeros años de la recuperación democrática, las multitudinarias marchas donde militantes principalmente juveniles de distintos partidos y agrupaciones marchábamos juntos sin problemas, en paz y con el objetivo común de que la Democracia recuperada tenía que ser definitiva. Las asambleas y congresos plagados de interminables discusiones y planteos políticos, ámbito eficaz para poner en práctica la esgrima verbal, la calidad de conocimientos y la fuerza de convencimiento.
Una militancia sin recursos, a pulmón, sin dinero pero con muchos ideales, fuerza de voluntad, garra y corazón, que fue puesta a prueba en la Semana Santa del 87. Sigo creyendo que la Democracia es el mejor sistema político, combina participación ciudadana con dosis de flexibilidad que le permiten adaptarse a las distintas épocas y momentos históricos en un país y sociedad determinada, creo que es el único sistema que permite a cualquier sociedad encontrar la solución de sus problemas en paz y si no se logra no es culpa de la Democracia sino de quienes deben aplicarla y desarrollarla. Algo de esto nos ocurrió a lo largo de estos 30 años. Se avanzó en muchas áreas, en la resolución de conflictos y reconocimiento de derechos que se traducen en mayor equidad e igualdad para vastos sectores de la población, se reivindicó la defensa de los Derechos Humanos dando un ejemplo al mundo desde el Nunca Más y el juicio a las juntas militares del gobierno de Alfonsín, hasta los juicios por genocidio, torturas y apropiación de bebés que se llevaron y llevan a cabo en la actualidad. Pero también creo que la defensa de las Derechos Humanos no se encapsula en un momento histórico sino que se desarrolla en forma permanente a lo largo del tiempo y la historia, sin límites ni prejuicios de ninguna naturaleza. Nuestra generación política, creo está en deuda, por que si bien luchó y participó de la recuperación de la Democracia, no logramos encontrar las soluciones adecuadas a infinidad de problemas que sufre nuestra sociedad ni supimos en muchos casos dar respuestas certeras a los desafíos que el propio desarrollo social nos presenta.
Hoy 30 años después debemos restaurar el sistema de Partidos, los candidatos deben responder a un contexto ideológico y no a meras estrategias de marketing, lo que nos permitirá nuevamente saber con claridad que estamos votando, debemos restaurar nuevamente el tejido social, abandonar la división y el encono y reparar la unión de nuestro pueblo. Porque la Democracia es unión en la diversidad, es consenso y sentido de Nación y no de facción. La Patria somos todos y entre todos tenemos que llevarla adelante. Soy de los que piensan, aunque hoy suene raro, que la política bien entendida es servir y no servirse, es estar al servicio de la gente para solucionarles sus problemas y no al revés complicando permanentemente la vida con normativas, reglamentaciones y leyes que restringen los derechos civiles y las libertades públicas y que parecieran más destinadas a castigar sin razón al ciudadano común que a facilitarle la vida.
Argentina está definitivamente consolidada y que a pesar de los inconvenientes la gente, el pueblo la tiene asumida como sistema de vida, pero siempre debemos estar alertas, es deber de la dirigencia política afianzarla y no debilitarla. Si abusamos de sus normas, no las respetamos o las ignoramos, la Democracia comienza a mutar y al cabo de un tiempo deja de serlo, mantendrá el nombre pero estará vacía de contenido. Y cómo saberlo? Quizás no sea difícil darnos cuenta, la nuestra es una Democracia Republicana, Representativa y Federal, basada en la división de los poderes del estado los cuales están sabiamente balanceados no superponiéndose unos sobre otros, nuestra Constitución garantiza el ejercicio de los Derechos Civiles y las Libertades Públicas, si algo de lo mencionado no se cumple o se restringe, estamos en problemas y debemos exigir inmediatamente la corrección del rumbo; ¿cómo?, con la participación, con la movilización y el voto. En la Democracia no existen proyectos, programas o modelos excluyentes o definitivos, siempre surgirá uno mejor y la gente tiene el derecho de cambiar de opinión cuántas veces sea. La Democracia es cambio permanente, no es rígida sino flexible, en la misma ganar o perder una elección no es trágico ni representa ningún cataclismo institucional. Es lo normal, simplemente es parte del juego democrático y hay que dejarlo que fluya en Libertad.



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