MÉDICO CARDIÓLOGO

Jorge Ismael Rodríguez: “Lo afectivo me llevó a ser cardiólogo”

Las complejidades en la salud de su padre fueron determinantes para que elija tal especialidad con un solo objetivo: comprender más la materia. Formó parte de una banda de rock con reconocidas personalidades del mundo de la medicina local y también contribuyó al crecimiento del pádel juninense. “Soy feliz, esa es mi gran conclusión”, sintetizó.

La medicina, específicamente la cardiología, el pádel y la música son sus pasiones. Todo ello acompañado de su familia: su pilar para desarrollarse. Esa es la síntesis perfecta para Jorge Rodríguez, quien hoy es una palabra autorizada en el mundo médico de Junín y la zona. 

En diálogo con Democracia, comentó su infancia; recordó los motivos que lo llevaron a estudiar cardiología, donde la figura de su padre tuvo un lugar trascendental; realizó un balance de su trayectoria como profesional; y analizó el desarrollo de Junín.

Infancia 

“Soy de Buenos Aires, mi viejo era gráfico y mi mamá ama de casa. Mi viejo laburaba 16 horas por día y vivimos en distintos barrios porque alquilábamos. Iniciamos en lo que hoy en día es La Tablada, la zona del conurbano, cerca de la General Paz. Ahí transcurrió mi infancia hasta los 12 años. Después nos mudamos a Capital Federal, cerca del estadio Nuevo Gasómetro, y soy hincha de San Lorenzo”, introdujo.

La disciplina y el trabajo fueron dos elementos constantes en la vida de Rodríguez. “De los 12 a los 15 estuve en distintos lugares: una fábrica de sillas, panadería y en una carpintería. Uno en esa época entraba como aprendiz porque ganaba dos mangos y uno no sabía qué iba a hacer de su vida. Antes teníamos la cultura del trabajo y eso nos enseñaban nuestros viejos”, señaló.

Y continuó: “Desde los 15 hasta los 23 estuve trabajando en una librería frente a Tribunales, ´Editorial Piatti´, que todavía existe. Lo recuerdo con mucho amor. Laburaba a la mañana, estudiaba a la noche y me quedaba hasta las 00 en la biblioteca estudiando para volver a mi casa a esa hora”. 

Acerca de cómo fue llevar adelante esa forma de vida afirmó que “estudiaba en todos lados: en el colectivo, en el subte y en el tren. Mientras uno tiene claro los objetivos no te genera esfuerzo, sí cansancio, pero yo tenía las cosas claras”.

De tal forma, mientras continuó desarrollando sus dotes laborales, el colegio secundario lo realizó en el Marianista y lo culminó en el Mariano Moreno. Tras ello, comenzó su relación con la medicina.

Medicina

Al ser consultado sobre el motivo que lo llevó a estudiar medicina expuso: “No tengo ningún familiar médico. Mi único familiar médico es mi hermano menor, que en parte lo hizo por la relación conmigo. No tenía un modelo a seguir. Fue un deseo y siempre lo tomé con fervor. No es común que un adolescente tenga la cabeza clara con el hecho de qué quiere estudiar”.

Respecto a la relación con la especialidad que lo acompaña hasta la actualidad compartió: “En verdad, yo iba a ser neurólogo porque amo la neurología. Cuando estaba estudiando medicina estuve trabajando en el Hospital Borda y estaba totalmente metido en la neuroanatomía y neurología”. 

“Cuando estaba en Quinto año de medicina se enferma mi viejo de corazón. Él tenía 48 años en ese momento, hizo un infarto y empecé a estudiar muchísimo sobre cardiología para saber qué le pasaba a mi viejo. Ahí sí tuve muchos cardiólogos modelos que me enseñaron de cardiología y abracé la especialidad”, manifestó.

En tal sentido, describió: “Empezaba a compartir opiniones con los cardiólogos que atendían a mi viejo y me hablaban de igual a igual: no me ocultaban lo que tenía mi viejo ni me minimizaban las enfermedades sin que interviniera lo efectivo. Lo afectivo me llevó a ser cardiólogo y lo racional a entender las cosas”.

De esta manera, puede verse que su gusto por la medicina lo llevó a tomar posición en tal carrera y el afecto y relevancia de su padre lo direccionaron hacia la cardiología. Al respecto, expresó: “Yo lo atendí a mi viejo en la muerte. El segundo infarto lo hace a los 50 y a los 52 tiene muerte súbita”. 

“Mi viejo se murió en mis manos con un infarto masivo, yo colocándole un marcapasos”, declaró e informó: “Tenía factores hereditarios porque mi abuela tenía eso y, además, era un fumador serial. Un tipo extraordinario, pero tenía ese defecto: fumaba a escondidas incluso después del primer infarto”. 

Acerca de la mella que significó tal pérdida física, Rodríguez, lejos de dramatizar, tomó distancia y confesó: “Durante muchos años, guardé todos los estudios de mi viejo y los electrocardiogramas para ver si, creciendo en la profesión, encontraba una solución a lo que tuvo. En síntesis, el cigarrillo más la genética fueron determinantes para el desenlace”. 

Recomendaciones 

Como palabra autorizada en el mundo de la cardiología, al ser consultado por recomendaciones genéricas para las personas consideró: “Lo más importante es la entrevista con el médico de cabecera y que haya empatía en esa relación médico-paciente. Es la única manera en que el paciente tenga una buena adhesión al tratamiento y se prevenga las enfermedades cardiovasculares”.

Sin embargo, producto de su experiencia en la materia, reconoció que “uno le da un tratamiento al paciente y a veces no adhiere. Hay que darle conciencia al paciente”. Por ello, resaltó el lugar de la prevención en la salud de las personas.

“Capaz que una persona pierde 30 años de cuidado hasta que tiene un ACV y no se trabaja la prevención para que no suceda. Recién ahí se ocupa. ¿Qué pasa con todos los años anteriores? Así como no tenemos plan de país tampoco tenemos de políticas públicas y así está la salud, está todo igual”, explicó. 

Pádel 

Más allá de su fiel pasión por la cardiología, que es su fuente troncal de trabajo, otra de las pasiones desarrolladas por Rodríguez es el deporte. Específicamente el pádel como él mismo sostiene al decir que “ocupa el mismo lugar que la medicina y la música. Todo depende de cómo se lo toma uno: si te frustrás porque no ganás, no es divertido. La cuestión es que lo tomemos de una forma lúdica: todos queremos ganar y hay que entrenar”. 

A tal punto su fanatismo por este deporte que llegó a ser delegado de la Federación Argentina de Pádel. Sobre los comienzos en la actividad recordó: “Cuando empieza el pádel en Junín, un amigo pone una cancha en el barrio de Villa Belgrano y empecé a jugar porque no estaba haciendo nada. Había dejado el fútbol cuando me recibí, empecé a jugar y me entusiasmó mucho”.

“En 2002 conozco a mi señora actual, que es muy buena jugadora de pádel y la acompaño a jugar a Lincoln. Era un torneo regional y me pongo a trabajar para traer esa liga regional a Junín. Yo jugaba en la cancha de Moreno y le dije que nos pongamos a trabajar en eso”, contextualizó sobre lo que en ese momento era un proyecto. 

“El Club (Moreno) me da las canchas a mí y las empiezo a trabajar con ese objetivo. Me pongo en contacto con la Federación Argentina de Pádel y se traen, por primera vez en la historia, los torneos provinciales a Junín”, siguió. 

Y su contribución al pádel no termina allí. “Dos canchas no alcanzaban y restauré La Loba, que estaba destruida, y la idea era que los chicos que estaban en situación de calle pudieran jugar. Fue un trabajo bárbaro”, comentó. 

Además de infraestructura, también se vieron resultados en el rendimiento de los jugadores. “En 2012 tuvimos los primeros campeones nacionales en Junín. Hemos ido a jugar a Corrientes, a competir a nivel nacional, con 40 jugadores locales”, aseguró.

Visión de Junín

Rodríguez no nació en nuestra ciudad, pero con el correr del tiempo se volvió un juninense por adopción. Acerca de los inicios en su vínculo con Junín contextualizó: “Me recibí en el 77 y me empecé a hacer la capacitación en cardiología, es decir, hacía en paralelo la residencia y el curso de cardiólogo. En ese momento veía que los cardiólogos que tenían 10 años más que yo estaban en la misma situación: haciendo guardia de un lugar para otro sin expectativas. Saqué el cálculo del tiempo que les llevaba trasladarse de un lugar a otro y representaban como 30 o 40 días al año”.

“Así fue que decidí irme. En el Hospital Ferroviario conocí al doctor Hugo Greco y un día me dijo que en la Clínica Centro se necesitaba un cardiólogo. En enero del 83 vine a arreglar y el 1 de marzo vine a vivir a Junín. Vine por coraje y decisión, me quería escapar de Buenos Aires. Me atrapó la tranquilidad más que lo que fuera la economía u otra cosa. Pensaba en una vida mejor, más tranquila”, contó.

Con varias décadas vivenciadas en nuestra ciudad opinó: “La ciudad ha tenido etapas de estancamientos y progresos. A veces las obras van y vienen producto de la política en general y avatares de nuestro país. Es una ciudad tranquila, con ganas de progresar”. 

Y comentó: “Tengo más años en Junín que en Buenos Aires ya. Voy a ver a Sarmiento cada vez que juega y eso que soy de San Lorenzo a muerte, pero el Verde es otra parte del corazón”.

Cierre

Finalmente, con tanto camino andado y experiencia forjada, al hacer un análisis de lo que ha sido y es su trayectoria como profesional, Rodríguez, manifestó: “Soy feliz, esa es mi gran conclusión. Jugando al pádel, con la música, intento hacer todas las cosas que me dan felicidad y me hacen bien”.

“Por arriba de todas las cosas, lo que más adoro es a mi familia: mi mujer, hijos, suegros. Es lo que me da la energía para seguir. Estoy agradecido a ellos y todas las personas que confiaron en mí”, concluyó.

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