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UNA EPIDEMIA QUE AVANZA

Diabetes: la relación médico-paciente es clave para llevar una vida saludable

Se trata de una enfermedad que afecta a más de 346 millones de personas en el mundo. El especialista juninense Héctor Cintora explica cómo se trata actualmente esta patología, que si bien es crónica, bien llevada puede no tener complicaciones.

A pesar de la gran cantidad de avances que actualmente ayudan a conocer y tratar la diabetes, la prevalencia de la enfermedad a nivel mundial, sobre todo la del tipo 2, se traduce en la necesidad de nuevas opciones terapéuticas según los perfiles de quienes conviven con esta patología.
Podría decirse que hoy ha mejorado ampliamente la calidad de vida de las personas que padecen diabetes, pero siempre estará ligada a la relación de cada paciente con su médico y a la educación que se le provea para que éste pueda vivir una vida saludable más allá de su diagnóstico, llevando un tratamiento adecuado.

Calidad de vida

Lograr una buena calidad de vida por parte de pacientes diabéticos guarda estricta relación con el correcto tratamiento que se realice de su enfermedad para evitar complicaciones, afirman los especialistas.
En este sentido, el doctor Héctor Cintora, médico diabetólogo de nuestra ciudad, advierte que “hay que tener en cuenta que un paciente diabético es un paciente con riesgo aumentado desde el punto de vista médico, en diferentes aspectos y fundamentalmente en el aspecto cardiovascular. Está expuesto a una mayor probabilidad de tener infarto de miocardio, trombosis cerebral, obstrucciones arteriales en los miembros inferiores, más expuesto a tener lesiones en la retina que pueden deteriorar su visión y hasta conducir a la ceguera. Puede también conducir a un deterioro progresivo renal y llevar a un estadio de insuficiencia renal terminal lo cual obliga a hacer procedimientos dialíticos y transplante, de ser factible”.
Pero muy a pesar de que el pronóstico de un enfermo diabético connote riesgo, el profesional entiende que “no podemos negar la parte buena y positiva. Que cuando hay un muy buen tratamiento de la enfermedad, que no es solamente controlar celosamente los niveles de glucosa en sangre, sino que además  hay que controlar su presión arterial, sus lípidos en sangre, su ácido úrico, su función renal, realizar estudios de su retina periódicamente, examen neurológico, cardiovascular, sus resultados favorables, evitarán que aparezcan las complicaciones bien conocidas de la diabetes, y por ende condicionará la calidad de vida que posea”.
Los controles periódicos minimizan los riesgos e incrementan las posibilidades de obtener una calidad de vida igual a la de una persona no diabética

Relación médico-paciente

Un buen tratamiento de la diabetes implica no sólo el compromiso médico sino también el del paciente y para ello es indispensable que el enfermo conozca su patología y sea educado para entenderla y sobrellevarla. Tarea en la cual el profesional es determinante.
En tal sentido, el doctor Cintora asume que, “si hay una buena relación médico paciente, se va a poder educar al paciente en materia de salud, lo que es una herramienta elemental para que comprenda y opere todo lo que debe operar como protagonista central. Educa y por el otro lado examina al enfermo en cada consulta, con la periodicidad que corresponde, va adecuando los tratamientos, considerando al paciente una unidad biológica funcional compleja”.
La educación terapéutica de una persona con diabetes incidirá positivamente sobre la calidad de vida, logrando una mejor adherencia al tratamiento y la prevención de las posibles complicaciones.
“En estas enfermedades crónicas, hoy por hoy incurables”, explica el profesional, “el papel protagónico del paciente, la importancia de su actitud, una vez que ha sido perfectamente instruido es central. Es protagonista central y más aún en enfermedades como la diabetes, donde hoy se idealiza que el paciente una vez que ha acumulado conocimiento y experiencia, tenga la capacidad de resolver por si solo determinadas situaciones de la vida cotidiana donde el médico no está al lado”.
“Con esto no quiero decir que cada paciente es un médico y encima médico diabetólogo”, aclara el profesional, “sólo que el paciente debe poder resolver una situación de emergencia como por ejemplo lo es una hipoglucemia -descenso abrupto de su glucosa- o manejar una situación de estrés biológico, como lo es una infección respiratoria, cutánea, etc., pues hasta que ubica a su médico, tiene que tener herramientas para salir de la situación aguda. Tiene que tener una noción exacta de cómo utilizar sus recursos terapéuticos frente a situaciones de emergencia”. También será necesario, para eliminar ciertos momentos de marginalidad, como se da en situaciones de la vida social, frente a comidas excepcionales, y para que el diabético pueda insertarse normalmente, que cuente con instrucción nutricional para saber moverse.
“Instruir al enfermo para que pueda ser un protagonista con conocimientos, es central. La educación diabetológica y el rol serio que le toca al médico y al paciente”, resume Cintora.

Alimentación y ejercicio

Necesariamente para el tratamiento de la diabetes debe haber un cambio en el estilo de vida de los pacientes, lo que incluye planes de alimentación saludables y actividad física. A su vez, según sea el caso, el enfermo diabético puede recibir insulina o medicamentos orales.
Una dieta saludable para un diabético incluye limitar alimentos con altos contenidos de azúcar; consumir una gran variedad de alimentos integrales, frutas y vegetales; evitar las grasas, el tabaco y limitar el consumo del alcohol y la sal.
La actividad física regular, mantener un peso corporal normal y evitar el consumo de tabaco pueden prevenir la diabetes de tipo 2 o retrasar su aparición. 

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