Luis Casal es capellán del colegio Marianista.
Luis Casal es capellán del colegio Marianista.
CAMBIOS EN EL TIEMPO

Resignificación de mandatos y nuevos paradigmas: miradas locales sobre la religión en la actualidad

¿Han cambiado los hábitos en los últimos años? ¿Existe un alejamiento y descenso de casamientos y bautismos? ¿Qué tipo de juventud pueden definir que ven? ¿Ha cambiado el compromiso? ¿Qué significa el amor al prójimo? ¿Qué lugar ocupa la Iglesia en el presente? Para indagar sobre ello, Democracia dialogó con cuatro referentes del sector.

El lugar ocupado por la religión no escapa de los cambios que trae aparejado el siglo XXI. Más allá de las tecnologías y nuevos paradigmas, las creencias y los mandatos tradicionales se han visto tensionados y, tal como reconocieron los entrevistados, han comenzado a emerger nuevos hábitos, prácticas y formas de sostener las creencias religiosas.

Para conocer más en torno a los cambios del presente, Democracia entrevistó a Luis Casal, quien realizó el noviciado en Perú, estuvo cinco años en Chile como formador para la congregación de jóvenes y acumula 11 años como capellán del colegio Marianista; y a Pablo Vallés, reconocido párroco de San Ignacio de Loyola.

Asimismo, este medio dialogó con Mariel Ponce, de la parroquia Cristo Redentor, perteneciente a la organización Cáritas; y con Nicolás Monti, quien es oriundo de Ferré, tiene 29 años y es sacerdote recientemente ordenado de la Arquidiócesis de Mercedes-Luján, actualmente Vicario parroquial en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, General Rodríguez.

 

Resignificación de mandatos

El paso del tiempo y las nuevas formas de vivir la cultura actual han llevado a que se produzca una resignificación de mandatos, dando lugar a prácticas que no se estilaban o, en caso contrario, dejar de lado algunas otras que eran “sagradas”. Por ejemplo, ir a la iglesia los domingos en familia.

Acerca de este fenómeno, Vallés reconoció: “La cultura contemporánea no mantiene mandatos férreos respecto a lo institucional. Me parece que hoy los jóvenes no sienten la presión de tener que casarse, formar una familia y tener hijos. Se sienten un poco más ´libres´ de ciertos mandatos sociales que tenían que ver con formalidades de familia, iglesia. Quizás hay otros tipos de mandatos sociales que se van asumiendo como, por ejemplo, tener éxito, acceder a determinado vehículo, tener casa o progreso económico”.

En la misma línea, Casa opinó: “La juventud y los adultos vivimos en un mundo/sociedad que está atravesado por dos realidades: la relatividad y la incertidumbre. En este contexto es difícil pensar que puedan encajar en la mentalidad de los jóvenes, y no tan jóvenes, normas, ritos, dogmas y disciplinas que parecen inmunes al paso del tiempo y de las nuevas fuerzas culturales. La Iglesia y todas las instituciones que representan lo ´público´, lo común, lo de todos y todas, o cambian profundamente, o quedan”, agregó.   

Desde un lado distinto, ya que se está iniciando en este ámbito, Monti consideró que “hoy tenemos otra valoración respecto de la libertad. Esto hace que los mandatos se cuestionen y no se asuman así porque sí. Es cierto que hay excesos, porque a veces vemos que se corta todo tipo de vínculo con el pasado, se infravalora la tradición, se desprecia la historia en pos de la ´libertad´. Sin embargo, tenemos experiencia de que esto no nos libera, sino que nos lleva a la esclavitud de la primera idea que ande dando vuelta, porque no tenemos de dónde agarrarnos. Llamativamente, en vez de enriquecerse la diversidad que supuestamente se busca, encontramos a jóvenes cada vez más homogeneizados”.

Brindando una respuesta institucional, desde Cáritas sostuvieron: “Definimos a esta juventud lejana a los mandatos preestablecidos como el casamiento, bautismo o asistir a la iglesia en familia. Vemos jóvenes, a quienes les cuesta el compromiso, caminando en un mundo complejo, muy tecnológico, y atentos a las tendencias”.

 

¿Sigue habiendo compromiso?

Además de los mandatos, este medio indagó en torno al compromiso que tienen las personas con las prácticas o hábitos de lo que concierne al ámbito de la religión. Al respecto, Casal indicó que “ya no hay creencias ´oficiales´ o únicas. Hay una diversidad innumerable de propuestas, lo que posibilita una especie de religión a la carta. Cada uno elige lo que le parece mejor y consume de esa religión o iglesia lo que le gusta, lo que le viene bien”. 

Siguiendo con su análisis, describió que “es fruto del individualismo imperante y disgregante: cada uno cree lo que quiere creer. La pérdida de credibilidad de la Iglesia católica tiene que ver con la descristianización general de la sociedad, con el avance del materialismo-consumista, con la aparición de otras alternativas para lograr la paz y el bienestar personal, con la mayor cantidad de ofertas religiosas”. 

En tal sentido, Vallés complementó: “Antes había como cierta presión social de pertenecer a determinados espacios. Por ejemplo, si no se iba a misa los domingos, por lo menos, había que ir en Pascua o Navidad. La sociedad se ha ido liberando de determinadas acciones y vive con mayor libertad; y no digo que sea algo positivo o negativo, sino que es algo que está sucediendo: vivir la religión con más libertad sin pertenecer a algún credo o a una institución”. 

“Viven la fe de una manera más independiente y no encuentran el conflicto de compartir creencias de manera variada, es decir, creer cosas del catolicismo e incorporar de otras religiones, como el budismo o principios filosóficos. La sociedad contemporánea vive una religiosidad que se despega de lo institucional. No obstante, las iglesias y credos siguen ofreciendo un servicio a la sociedad para muchas personas que encuentran allí un lugar de contención en determinados momentos sensibles”, ratificó.

En la misma perspectiva se inscribió la respuesta brindada por Cáritas al reconocer que existe “un compromiso distinto y la gente, en general, acomoda la manera de sentir la fe a los tiempos actuales. No van a misa a diario, pero sí a fechas puntuales”.

Al dar su mirada, Monti abordó la manera cultural en que vivimos y sostuvo que “se tiende a propender las ofertas religiosas no institucionales y es porque hay una crisis de la institucionalidad que no solo afecta a la Iglesia, sino a toda institución: la escuela, el Estado, entre otros”.

 

Incidencia de la coyuntura 

Una cuestión muy importante a tener en cuenta en este proceso de cambio de mandatos y hábitos es el contexto (ya sea social, político o económico) en que se desarrollan los hechos. Muchas veces esto termina siendo algo determinando en los fenómenos en la sociedad.

Acerca da la incidencia de la coyuntura actual, Casal contextualizó: “Los lenguajes violentos, agresivos, amenazantes de algunos hombres públicos y de algunos grupos fundamentalistas, fascistas, trolls, generan un clima, una atmósfera social de la que es muy difícil abstenerse y no intoxicarse. Cuando alguien que tiene poder brinda un mal ejemplo, se permite burlarse de los que no piensan como él, hace chistes desubicados y/o groseros, está perdiendo autoridad moral”. 

“Al mismo tiempo, habilita la posibilidad de que eso se naturalice, se contagie, y el resto de la sociedad se sienta con derecho a manejarse en los mismos términos. Si esto acontece, las personas nos rebajamos a la tosquedad, vulgaridad y grosería con que se maneja esa autoridad.  Por supuesto que eso no genera, y menos fortalece, vínculos sanos, abiertos, espontáneos, solidarios. La convivencia humana se degrada y la sociedad se descompone”, añadió.

Monti señaló que “antivalores como el egoísmo y la violencia tienen que ver, en gran medida, con la extrapolación exorbitante de la lógica hiperconsumista. Esta lógica, llenándote de lo que te gusta y de lo que prefieras, poco a poco, te excluye de lo que es distinto. Así se mueven los algoritmos de las redes sociales que, ofreciéndote más y más de aquello que te gusta, generan, como efecto adverso no explicitado en ningún prospecto, la lejanía de lo distinto o de lo que puede hacerte crecer”.

A su turno, Vallés abordó el escenario social en general y explicó que “las tensiones económicas siempre han sido factores de conflicto y malestar social cuando se viven desigualdades y, como consecuencia de eso, se genera marginalidad y pobreza. La política debería contar con los recursos para gestionar y brindar respuesta a las necesidades materiales y sociales en sus distintas aristas. La tarea de un político es un desafío enorme e importantísima con mucha exigencia y responsabilidad”. 

En todo este escenario, en torno al lugar ocupado por la iglesia, Cáritas manifestó: “Es un espacio muy importante a lo largo del tiempo. Representa un lugar para encontrarnos con Jesús, un lugar de escucha, contención y ayuda.

La atmosfera política no incide en la manera de ser de las personas. Lo social es parte de la vida, y se ven escenas de violencia, como en la marcha de jubilados, como así también de solidaridad, como lo que sucedió con las donaciones en Bahía Blanca. De tal forma, en todos los tiempos y en distintos gobiernos existieron y existirán egoísmo y violencia como así también empatía y solidaridad”.

 

Amor al prójimo: las definiciones

El axioma en la vida de muchas personas y de muchos credos es el “amor al prójimo”. Su existencia es milenaria y se ha vuelto todo un concepto que trasciende las distintas culturas y creencias. 

Precisamente, así lo expuso Vallés al citar la Biblia. “Jesús resume en un mandamiento que da a sus apóstoles en la última cena: ´Ámense los unos a los otros como yo los he amado. En esto, el mundo comprenderá que ustedes son de los míos´. El amor al prójimo, la empatía y la solidaridad son el núcleo y el corazón del mensaje de todas las religiones”. 

En torno a este tópico, Casal profundizó: “Ayudar y ser solidarios es una actitud profundamente humana. El ser humano es absolutamente dependiente de los demás. Sin un ´otro´ que nos hubiera recibido en la vida y nos hubiera acompañado en nuestro crecimiento no podríamos sobrevivir”.

Y explicó: “La pretensión de la autosuficiencia es infantil y fantasiosa. Sin embargo, la tentación del individualismo y del ´sálvese quien pueda´ está siempre presente en cada uno de nosotros. Lo más humano es la empatía, la solidaridad, la ayuda mutua. Y si queremos dar un paso más: el amor al prójimo y la convicción de que todos somos hermanos”.  

Siguiendo con esta perspectiva, Monti complementó la explicación, citó al papa Francisco y recordó: “Nos ha enseñado el sentido de la ayuda: es que ayudar, para que corresponda a la dignidad de la persona humana, no sigue el principio de necesidad, es decir, me acerco a vos porque sos necesitado; sino que sigue el principio de fraternidad: ¡yo me acerco a vos porque sos mi hermano! Esta nota es clave, porque tiene que ver con el amor al prójimo”. 

Por su parte, desde Cáritas hicieron foco en la labor diaria que desarrollan y compartieron: “Trabajamos codo a codo con familias vulnerables y las ayudamos a través de charlas, talleres, microemprendimientos y otras acciones para promover su movilidad social. Lo hacemos con ternura, con pasión y cercanía”.

 

Mensaje de cierre

“¿Qué mensaje le daría a una persona que juzga y no conoce la palabra de Dios?”, fue la pregunta que realizó Democracia a los entrevistados. Al respecto, Vallés respondió: “En todo ámbito pasa que el desconocimiento genera la tentación del prejuicio. Por eso, cuando uno conoce y estudia, termina comprendiendo de otra forma. Invito a que las personas se den la posibilidad de conocer más y encontrar una riqueza. Si la religión ha sostenido a tantas civilizaciones y culturas a lo largo de miles de años, son un aporte”. 

Reforzando tal idea, Casal comentó que “juzgar nos sale automáticamente. Vivimos haciendo juicios; estos son la materia prima de los pensamientos. No podemos dejar de juzgar porque dejaríamos de pensar. Por algo Jesús, en su Evangelio, nos pide purificar la mirada, sacarnos primero la viga que tenemos en nuestro ojo, para luego ayudar al hermano a quitarse la pelusita que tiene en el suyo”.   

Finalmente, desde Cáritas respondieron: “Daríamos un mensaje de esperanza e invitaríamos a que se acerque para contagiarse del amor de Dios y recorrer juntos el camino de la vida, construyendo soluciones posibles para afrontar este mundo complejo”.

COMENTARIOS