La nutrición ha sido uno de los campos que más relevancia ha cobrado en el siglo XXI a base de desarrollo científico y la irrupción de distintos modos (y calidades) de vida. De tal forma, una “correcta” alimentación es una base fundamental en la vida de cualquier persona, siendo la infancia cuando cobra un valor único.
A su vez, yendo a lo estadístico, en Argentina el 60% de los adultos enfrenta exceso de peso, lo que puede llevar a diversas patologías como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Distintos escenarios y distintas problemáticas que conducen a un mismo puerto: la nutrición es un tema importante.
En tal sentido, vale preguntarse: ¿Qué es una “buena alimentación”? ¿Cómo se elabora un plan de nutrición? ¿Cuáles son las grasas “buenas” y qué significa ello? ¿Funciona el ayuno intermitente para bajar de peso?
Para eso, Democracia entrevistó a tres profesionales de la nutrición, oriundos de nuestra ciudad, con el objetivo de recabar información al respecto y tener algunas respuestas a tales interrogantes. Para comenzar, este medio habló con Malek Mecherques, magíster en Nutrición Deportiva por la Universidad Católica de Murcia. Consiguió ser becado por la universidad y fue diploma de honor. Es antropometrista Nivel 3, está dando muchos cursos en distintos lugares de Australia, México, Francia e Italia.
Otra de las personas entrevistadas fue Vanina Petraglia, quien se introdujo en el mundo de la nutrición para poder “alimentarse mejor”. Para eso, se formó en la Universidad de Buenos Aires y realizó una especialización en el Club Atlético River Plate. También trabajó en Sarmiento y actualmente se desempeña en la clínica La Pequeña Familia y en el club Mariano Moreno.
En tercera instancia, este medio también dialogó con Melisa Legnazzi, licenciada en Nutrición por la institución UCEL. Motivada por conocer más sobre la calidad de los alimentos, realizó una diplomatura en gastronomía y actualmente realiza estudios en la aceptabilidad de los alimentos en general.
¿Existe una buena alimentación?
Una pregunta que, en primera instancia, pareciera filosófica, pero que muchas personas se hacen, y tiene una respuesta desde lo profesional. Al abordar el tópico, Mecherques la catalogó como “compleja” y tomó posición: “Remite a alimentarse para satisfacer las necesidades que nuestro cuerpo tiene. Las necesidades pueden ser energéticas, como el consumo de carbohidratos en un deportista, o micronutrientes; el consumo de hierro en una persona que está con una patología como la anemia; consumo de fibra para saciarnos y no consumir demasiadas calorías. Cada uno de nosotros tenemos diferentes necesidades y una buena nutrición involucra cubrir esas necesidades”.
Complementando la definición, Petraglia explicó que “consiste en abarcar todos los nutrientes que el cuerpo necesita según la edad biológica en la que se está transitando. No es lo mismo para una persona de tercera edad que para un deportista. Hay que cubrir en todas las etapas biológicas todos los macro y micronutrientes que el cuerpo necesita”.
A su turno, Legnazzi fue pragmática y expuso: “Es aquella que, más allá de cubrir las cantidades energéticas necesarias, provee los micronutrientes, prebióticos y probióticos requeridos para llevar a cabo una vida activa y sana a largo plazo, una buena salud intestinal y evitar la aparición de patologías a futuro. Por todo eso, una alimentación de calidad es la que previene”.
¿Cómo es un plan de nutrición?
Este suele ser un ítem que acompaña las consultas que persiguen un objetivo y hacen hincapié en el “cómo”. De tal forma, ante la pregunta “¿Cómo se elabora un plan de nutrición?”, Petraglia respondió que “se realiza según las necesidades de cada paciente. Se ve la historia, sus antecedentes al respecto, edad, sexo y cuál es el objetivo que quiere, ya sea bajar de peso, aumentar la masa muscular, mejorar algún indicador relacionado con el laboratorio”.
“Los alimentos básicos que necesitamos para la vida cotidiana son iguales para todos: es fundamental la fibra a través de frutas, verduras y productos integrales; proteínas de origen animal, a través de las carnes, o del reino vegetal, huevos o quesos, entre otros. Cuanto menos conservantes y procesados tengan esos alimentos, es mejor para llevar una vida saludable”, explicó.
Legnazzi coincidió con Petraglia en cuanto a la importancia de las características de cada persona y manifestó: “Los planes alimentarios se elaboran de manera individualizada teniendo en cuenta todos los aspectos que atraviesan la vida. Lo más importante a incluir es la variedad, y esto siempre debe acompañarse de actividad física para obtener beneficios potenciados”.
“El cacao en sí es un alimento de calidad, pero después está en nosotros y nuestras posibilidades el acceso a comer un chocolate con cuatro ingredientes en su descripción o uno con 25”, detalló.
Además del estilo de vida que tenga la persona, Mecherques también brindó algunas pautas generales a tener en cuenta. Al respecto, indicó: “El consumo de alimentos naturales, hidratarse bien, basar la alimentación en frutas, verduras y cereales integrales o las proteínas magras, son cuestiones fundamentales”.
Dándole continuidad a su respuesta, abordó el lugar ocupado por las “grasas buenas” y señaló: “Son aquellas que atentan lo mínimo posible contra nuestra salud. Un buen aceite de oliva, las nueces o las almendras son grasas buenas que, no solo que no van a afectar contra la salud, sino que también van a colaborar en mejorarla. Por eso, el chocolate es una grasa no saludable: no quiere decir que no se pueda comer, pero no puede ser que la mayoría de grasas que consumimos sean de fuentes no buenas”, aclaró.
Posicionamiento sobre el ayuno intermitente
El ayuno intermitente es un patrón alimenticio que alterna entre periodos de ingesta y ayuno. Esta dieta ha ganado popularidad en los últimos años por sus posibles beneficios, como la pérdida de peso y la mejora del metabolismo.
Ante este tópico, Legnazzi lo definió como “una forma de abordaje de la alimentación que es interesante, pero siempre debe ser aprobada y acompañada por un nutricionista para sacar los mejores beneficios según cada persona”.
Mecherques agregó: “Es una estrategia más dentro del mundo de la nutrición que para muchas personas puede ser efectiva. Involucra comer en una franja horaria determinada, por ejemplo, se hacen ayunos de 16 horas donde solo se consumen alimentos durante las ocho horas restantes. En ocasiones, comer menos veces al día hace que terminemos comiendo menos calorías totales y, por lo tanto, en una persona que quiere bajar de peso, puede llegar a ser positivo”.
Asimismo, Petraglia resaltó: “No es para todo el mundo y tiene muchos beneficios si se hace de forma guiada. Se tiene que evaluar para cuáles pacientes es recomendable llevar ese tipo de alternativas”. En ese sentido, contextualizó: “Fisiológicamente, la mayoría de la población necesita cuatro comidas, pero hay personas que pueden necesitar tres y otras, siete, dependiendo de los horarios de descanso, los horarios laborales y las demandas energéticas que requiera. Es algo individual para cada persona”.
Recomendación para lectores
Valiéndose del lugar de referencia de cada profesional, Democracia invitó a dejar un mensaje con recomendaciones para los lectores de la nota. El primero en hacerlo fue Mecherques, quien expuso: “La nutrición tiene un poder enorme en nuestra salud, en la forma en que nos movemos y cómo pensamos. Hay que asesorarse y consultar diversas fuentes. Incluso las personas que no quieren modificar su cuerpo y aprender a comer, podrían recurrir a un nutricionista para tener autonomía en su día a día para saber elegir y tomar decisiones. La información es poder, y sobretodo en la nutrición”.
Por su parte, Petraglia enfatizó: “Hidratarse bien, tomarse un tiempo para comer, masticar y disfrutar los alimentos, consumir la mayor cantidad de veces a la semana vegetales crudos o cocidos, variar los colores de los vegetales, que siempre haya una fuente de proteína, tomar buena cantidad de agua y hacer actividad física”.
“Para todas las personas, y sobre todo los adolescentes, no todo lo que se publica en las redes sociales son fuentes confiables. Tengamos la precaución de ir a un profesional responsable para informarse. Hay que escuchar al cuerpo y no mirar al costado, enfocándose en lo que uno necesita y quiere sin opinar de los cuerpos de las otras personas”, cerró.
Finalmente, Legnazzi manifestó: “En el mundo de la salud actual y en la nutrición, en específico, elegimos no hablar de peso, sino de ´salud integral´ que nos provea bienestar físico, mental y social. El peso por sí solo no determina que tu cuerpo esté sano o enfermo. Los pilares en los que nos apoyamos para llevar a cabo una vida sana son: la alimentación de calidad, el movimiento, a través de cualquier actividad que nos guste, y el buen descanso”.
“A las personas que lean esta nota les recomiendo volver un poco a las bases: la costumbre de comer fruta de postre, comer los alimentos lo más frescos que encontremos, de estación, y lo menos empaquetados posibles, y que lean las etiquetas de los alimentos que consumen. Y, ante cualquier duda, consultar a profesionales de la nutrición”, concluyó.
Una mirada complementaria: las emociones en la alimentación
Para complementar la mirada de los profesionales en nutrición, Democracia dialogó con Inés Manzanos, endocrinóloga y magíster en Psicoinmunoneuroendocrinología, para tener un acercamiento a la relación que existe entre la manera en que nos alimentamos y las emociones.
La endocrinología es una rama de la medicina que se especializa en el diagnóstico y tratamiento de trastornos del sistema endocrino, que incluye las glándulas y órganos que elaboran hormonas. También se ocupa de las enfermedades relacionadas con la nutrición, y es ahí cuando cobra valor la mirada de Manzanos.
“Todo proceso saludable es el que tiende al equilibrio y, para indicar una alimentación saludable, hay que tener en cuenta quién es la persona a la que estamos aconsejando”, comentó y profundizó: “Se reconoce cada vez con más solvencia que un ambiente psicosocial adverso o la exposición constante a situaciones emocionalmente complejas son factores de riesgo para muchas enfermedades, entre ellas las metabólicas”.
Finalmente, la reconocida médica endocrinóloga abordó la sensación corporal de “estar estresado” y señaló que “provoca alteraciones de la conducta alimentaria, es decir, de la forma en que comemos, y esto puede producir modificaciones en el peso en más o en menos”.
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