Fumar eleva el riesgo de tener enfermedades no transmisibles.
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LOS ORGANISMOS DE SALUD ENCIENDEN ALARMAS

Cigarrillos electrónicos y vapeadores, prohibidos, pero populares: los efectos sobre la salud

El especialista local Sergio Carpaneto dialogó con Democracia respecto a la tendencia que se extiende entre adultos y jóvenes. Un reemplazo al tabaco igualmente peligroso, con diseños llamativos y diferentes sabores que ocultan sustancias tóxicas y nocivas para el cuerpo.

Como si se tratase de un resurgir de los años dorados norteamericanos, un siglo más tarde del despegue del consumo de tabaco, lo que está en boca de todos son los cigarrillos electrónicos y vapeadores. En todas sus variantes, con diseños llamativos, novedosos y coloridos han podido penetrar en amplias franjas etarias, y los organismos de salud a nivel mundial encienden sus alarmas.

De acuerdo a la información consignada por el Ministerio de Salud de la Nación, el cigarrillo electrónico es “un dispositivo que produce un aerosol que se aspira, simulando el acto de fumar”, y que está constituido, fundamentalmente, por una batería, un atomizador y un cartucho. Cabe destacar que, desde 2011, en Argentina está prohibida su importación, distribución, comercialización y publicidad pero, aún así, se incrementa su consumo y popularidad.

Ya no es el tabaco, sino los compuestos, saborizantes y aromatizantes que se suman a la nicotina lo que preocupa a los especialistas. Para abordar el tema, Democracia consultó a Sergio Carpaneto, médico neumólogo del Hospital Interzonal General de Agudos “Dr. Abraham Félix Piñeyro”, quien describió los riesgos derivados de la práctica y las advertencias, sobre todo, para la juventud.

El cigarrillo electrónico, un agravante

Es de público conocimiento que fumar tiene consecuencias perjudiciales para la salud. Sin embargo, los derivados electrónicos del cigarrillo de antaño han penetrado en diferentes franjas etarias como formas de consumo social e, incluso, alternativas más saludables al tabaco. La evidencia científica advierte que la realidad es otra.

En primer lugar, en su sitio web oficial, la cartera de salud enfatiza que los cigarrillos electrónicos “no son inofensivos”, y recuerda que “emiten aerosol y no vapor de agua”, como comúnmente se cree. 

Al respecto, Carpaneto explicó a Democracia que los efectos de fumar abarcan enfermedades respiratorias y cardiovasculares, diferentes tipos de cáncer, infecciones, problemas de salud bucal, dificultades en el embarazo y, sobre todo, dependencia y adicción. 

Sin embargo, a pesar de que, socialmente, se acepta al vapeador o cigarrillo electrónico como alternativas viables al tabaco, el neumólgo señaló que sus efectos van desde “la dificultad para respirar, náuseas, vómitos, cansancio, fiebre y sensación de mareo”, hasta “la cardiopatía isquémica, agravamiento de fibrosis quística y afecciones cardíacas”.

Queda claro que, a pesar de su uso extendido, la comodidad y portabilidad, las consecuencias sobre el cuerpo son también negativas. 

“Los cigarrillos electrónicos no son seguros ni para fumadores ni para no fumadores. Los no fumadores que empiezan a usar cigarrillos electrónicos corren el riesgo de desarrollar adicción a la nicotina y empezar a fumar cigarrillos convencionales”, señala el Ministerio de Salud en un reciente informe.

Lo que importa es lo de adentro

Lo que es atractivo a la vista, fácil de usar y está a la moda tiene todas las de ganar para ser un producto exitoso. En el caso de los cigarrillos electrónicos, con su variantes como los vapeadores y los recientemente popularizados “cartuchos”, llevan más de 15 años en el mercado mundial y, aunque en Argentina están prohibidos hace más de una década, su consumo se extiende año a año.

Al respecto, la cartera de salud nacional reafirma que, ante la caída en la popularidad del tabaco, las compañías tabacaleras y otras empresas “han introducido en el mercado nuevos productos alternativos, como los dispositivos electrónicos para fumar o inhalar aerosoles con o sin nicotina”. 

La clave, sin dudas, ha sido desarrollar un producto tecnológico, agradable a la vista y fácil de usar y transportar. Se promocionan en redes sociales, se consiguen fácilmente en internet, y cuentan con una notable oferta de sabores y artículos complementarios. Sin embargo, lo que hay detrás es peligroso para la salud.

“Todos son dañinos, inclusive los que no utilizan nicotina”, advirtió Carpaneto, quien también enfatizó que la principal diferencia entre los dispositivos es “la simplicidad y el diseño”, porque los componentes no varían. 

“La mayoría contiene nicotina, metales pesados como el níquel, saborizantes y otras sustancias”, detalló el especialista, en la misma línea de las advertencias que ha lanzado el Ministerio de Salud recientemente. “El aerosol contiene numerosas sustancias tóxicas y cancerígenas, y la nicotina mantiene la adicción”, señala el organismo en su sitio oficial.

Asimismo, la principal preocupación es por su consumo en jóvenes, que lo han adoptado como un elemento más de su cotidianidad e, incluso, un divertimento. Su aspecto inofensivo y el atractivo sabor de los líquidos, que los hay frutales y hasta de sabor a pochoclo o pollo, colabora con ello.

“El riesgo para los adolescentes es mayor ya que están en pleno desarrollo cerebral, pueden sufrir daños cognitivos y de adaptación al entorno social”, advirtió Carpaneto. En la misma línea, el organismo dirigido por Carla Vizzotti también enfatiza que “la nicotina es poderosamente adictiva y puede afectar el desarrollo cerebral entre los 20 y 25 años”.

Por su parte, el especialista local señaló a Democracia que no es sólo preocupante la adicción, sino también que “al calentar componentes como el propilenglicol y glicerina vegetal para producir más vapor y dulzura, estos se transforman en compuestos altamente nocivos”.

Las señales para dejar de fumar

Se trate de un fumador de toda la vida o de alguien que adquirió el hábito hace poco tiempo, el cuerpo emite señales que deben atenderse para evitar mayores daños sobre la salud. De acuerdo a Carpaneto, las más destacadas son “tos persistente, pérdida de gusto y olfato, halitosis, es decir, aliento fétido, taquicardia, ansiedad y aumento de la tensión arterial”. Todas ellas pueden ser evidentes también en jóvenes.

Si se atiende a dichas advertencias biológicas a tiempo, afortunadamente, los efectos sobre el cuerpo son positivos y de rápida evolución. En dicho sentido, como no existe aún una extensa bibliografía sobre los cigarrillos electrónicos, el especialista detalló a Democracia las consecuencias evidentes de dejar de fumar tabaco: “hay efectos inmediatos como disminución de la presión arterial y cardíaca, recuperación del olfato y gusto en 48 horas y mejoría de la función pulmonar de dos a tres semanas”, detalló.

Asimismo, luego de dejar de fumar, las posibilidades de contraer enfermedades crónicas de gravedad disminuyen notablemente con el tiempo. “Al año, el riesgo de cardiopatía coronaria es la mitad que el de alguien que aún consume tabaco y, después de 10 años sin fumar, el riesgo de morir por cáncer de pulmón es casi del 50% menor que el que tienen las personas que aún fuman”, destacó Carpaneto. 

Una alternativa inviable

En el sentido común, la idea de que los cigarrillos electrónicos y vapeadores son métodos efectivos y positivos para dejar de fumar sigue muy arraigada, a pesar de que la evidencia científica y las advertencias de los expertos señalan lo contrario.

“Los cigarrillos electrónicos no sirven para dejar de fumar”, enfatiza un artículo del Ministerio de Salud sobre el tema. Por su parte, Carpaneto también observó que en el consultorio también escucha acerca de la utilización de vapeadores, láser y otras terapias alternativas, frente a lo que, explicó, asume una postura determinante: “desaliento su uso explicando la falta de evidencia”.

Por su parte, el neumólogo local detalló que hay sólo “6 tratamientos farmacológicos avalados” para dejar de fumar. De ellos, 4 son “reemplazos a la nicotina, como chicles, parches, spray nasal o pastillas”, y se suman “2 terapias farmacológicas como el bupropión y la vareniclina”. Se recomienda complementar el tratamiento con ayuda psicológica, pero el cigarrillo electrónico, en ninguna de sus variantes, forma parte de lo aconsejado por los especialistas.

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