Un cuadro en el que se ve a Pasteur, y el Instituto con su nombre.
Un cuadro en el que se ve a Pasteur, y el Instituto con su nombre.
DIO ORIGEN A LA PASTEURIZACIÓN Y LAS VACUNAS

A casi dos siglos del nacimiento de un bocho

Los dos descubrimientos de un francés, que aún salvan millones de vidas al año.

Pasteur era un apasionado e infatigable científico que nunca se jubiló y que investigó hasta que la muerte se le interpuso a los 72 años, un 28 de septiembre de 1895. Junto a sus avances científicos -camino a cumplirse el 27 de este mes 200 años de su nacimiento-, dejó también como legado el Instituto que lleva su apellido y que hoy es una referencia mundial de las enfermedades infecciosas.

“Al final de su vida creó esta fundación, sin ánimo de lucro, que él quiso que fuese independiente, primero a través de suscripciones internacionales. La exigencia y excelencia del propio (Louis) Pasteur es lo que perpetuamos aquí”, cuenta Jean-Claude Manuguerra, uno de los investigadores más reputados del centro.

Desde el laboratorio en el que investiga sobre el Covid y otros nuevos agentes patógenos, Manuguerra constata que el legado del fundador del Instituto se respira en todos los rincones del complejo científico, que agrupa a más de 2.800 empleados, la mitad de ellos investigadores de 77 países diferentes

. “Cuando llegamos aquí no conocemos tan bien la vida de Louis Pasteur, sabemos que fue un hombre que hizo mucho por la humanidad, pero poco a poco vamos conociéndolo mejor”, relata.

La barba blanca y la mirada incisiva de Pasteur está retratada en fotos en blanco y negro, en bustos, en dibujos. Manuguerra recomienda una visita al museo dedicado al científico, actualmente en obras, para darse cuenta de su pluridisciplinar recorrido, que le llevó de la química a la biología. El museo, que corresponde al piso que ocupaba Pasteur junto a su familia en una de las plantas del propio Instituto, reúne piezas de su acervo personal y profesional.

Gracias a ellas, el visitante puede hacerse una idea de cómo era el día a día del considerado padre de la microbiología.

Contrariamente a la creencia popular, el científico no era médico y nunca inoculó a ningún paciente las vacunas que ideó, a pesar de que se le llegó a retratar con una inyección en mano. Como explica Manuguerra, el actual cuerpo científico del Instituto conserva también una serie de rituales alrededor de Louis Pasteur.

Cada 28 de septiembre, fecha de su muerte, el director general del Instituto pronuncia un discurso en el que desvela nuevas anécdotas y detalles. El discurso se pronuncia frente a la cripta de Pasteur. Sorprendentemente, sus restos mortales no yacen en el Panteón Nacional francés de los ilustres del país, y sí unos metros más abajo del piso en el que residía, otro ejemplo de la devoción que sentía por su trabajo.

Este mausoleo de inspiración neobizantina también acoge a su esposa Marie, con la que tuvo cinco hijos -de los que solo dos alcanzaron la edad adulta- y al célebre doctor Émile Roux, un estrecho colaborador de Pasteur. Los descubrimientos y avances científicos de Pasteur son numerosos, entre ellos la aplicación de las “Europa no ha perdido la carrera de las ciencias, debemos de seguir corriendo”, concluye.

COMENTARIOS