El naturalista y el bergantín en el que viajó, claves para cambiar la historia de la Humanidad
El naturalista y el bergantín en el que viajó, claves para cambiar la historia de la Humanidad
A 190 AÑOS DE SU LLEGADA AL PAÍS EN EL BEAGLE

Darwin y el viaje que transformó el mundo

El inglés halló los primeros fósiles cerca de Bahía Blanca, y empezó a pergeñar su teoría sobre el origen de las especies

Era septiembre de 1832 cuando el bergantín Beagle llegó a las costas de Punta Alta bajo el mando del capitán Robert Fitzroy. A bordo venía Charles Robert Darwin, por entonces un joven naturalista al que, ya desde muy pequeño y por influencia paterna, le fascinaban los insectos y la naturaleza. Era el comienzo de un viaje que en territorio argentino duraría 18 meses y que, seis años después, resultaría clave para su célebre teoría de la selección natural de las especies que lo cambiaría todo.

Darwin había nacido el 12 de febrero de 1809 y, según él mismo reveló en su diario de viaje, sería esa célebre expedición por la Patagonia la que terminaría influenciando su destino. “El viaje del Beagle ha sido con mucho el acontecimiento más importante de mi vida y decidió toda mi carrera”, escribió. Y no es para nada exagerado: los restos fósiles de mamíferos extinguidos hace miles de años que descubrió durante el tiempo que pasó recorriendo territorio argentino fueron, al decir de los especialistas, fundamentales para su teoría de la evolución de las especies.

Algunos pertenecían, además, a géneros animales desconocidos hasta entonces: es el caso del Mylodon Darwini -un perezoso gigante -, el Gliptodonte -un armadillo gigantey el Toxodonte -una mezcla de hipopótamo y rinoceronte-, cuyos segmentos fósiles el naturalista halló entre las localidades bonaerenses de Punta Alta y Bahía Blanca.

“Los hallazgos de mamíferos fósiles han sido muy importantes en sí mismos, pero nuestra preocupación es que la gente no se da cuenta lo fundamentales que han sido para Darwin”, apunta el paleontólogo y doctor en Zoología Adrian Lister. “No sólo encontraba especímenes nuevos para la ciencia, sino que advertía la importancia conceptual de reconocer que estos mamíferos extintos tenían parientes entre los animales vivos del presente y de la misma región”, agrega.

Para el experto, estos descubrimientos le permitieron a Darwin deducir que “había relación por líneas de descendencia” entre ambos especímenes, y que su semejanza no era obra de la casualidad sino de lo que hoy llamamos evolución de las especies, en oposición al “fijismo” predominante en la época. Charles Darwin tenía 22 años y era estudiante de Teología en Cambridge cuando se embarcó como naturalista en la segunda expedición de estudios del bergantín de la Marina Real Británica “Beagle”. Al mando como se dijo del capitán Robert Fitz Roy, la nave tenía por misión cartografiar con mayor precisión las costas de la Patagonia argentina, lo que en principio le insumiría un período de dos años pero se extendió por tres años más.

La mayor parte de los hallazgos de fósiles de grandes mamíferos extintos los hizo en los acantilados de la actual localidad bonaerense de Punta Alta, al sudeste de la provincia de Buenos Aires y a 28,5 kilómetros de Bahía Blanca. Otro aporte importante de Darwin fue haber demostrado que los caballos “no habían llegado con los españoles”, sino que hace miles de años “habían vivido salvajemente” en estas tierras antes de extinguirse, lo que pudo deducir a partir del hallazgo de dientes fosilizados en la ciudad de Paraná.

Como el Beagle tenía sólo 30 metros de largo, llevaba nada más que 75 marineros y soportaba apenas 235 toneladas de carga, Darwin no podía guardar todo lo que iba encontrando e ideó así un sistema para ir mandando las piezas al Real Colegio de Cirujanos de Londres, donde el biológo y paleontólogo Richard Owen los identificaba y clasificaba. “Para cuando volvió a Londres, Darwin ya era un científico muy reconocido”, contó Lister, quien recuerda que parte de la colección de fósiles fue destruida en 1941, durante la II Guerra Mundial, como consecuencia de los bombardeos alemanes al Colegio de Cirujanos de Londres. “Por suerte, muchos especímenes se salvaron, pero nunca tendremos una lista de lo que se dañó, sino sólo de lo que se recuperó”.

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