“Estamos ante una generación de analfabetos”: la tragedia educativa que golpea a Chubut

“Estamos ante una generación de analfabetos”: la tragedia educativa que golpea a Chubut

Los obispos chubutenses se pronunciaron sobre la crisis. Hace 5 años que los chicos no tienen clases con regularidad, pasan de curso por decreto y muchos no saben leer y escribir avanzada la primaria.

En Chubut casi nadie recuerda una semana completa de clases. La mayoría coincide en que son cinco años consecutivos de irregularidad; algunos incluso hablan de seis. Lo cierto es que la normalidad escolar se volvió una excepción en la provincia. Una excepción tan infrecuente que condujo a una crisis educativa sin precedentes.
En las últimas horas, la Iglesia se pronunció sobre la “tragedia educativa”. En un comunicado crudo, firmado por el obispo de Comodoro Rivadavia, monseñor Joaquín Gimeno Lahoz, su obispo auxiliar, monseñor Roberto Álvarez, y el obispo prelado de Esquel, monseñor José Slaby, mencionan que están “ante una generación de semianalfabetos o analfabetos” y llaman a tomar “acciones inéditas” para salir del naufragio.

“Creemos que si en todo el país una de las consecuencias invisibles de la pandemia ha sido el deterioro en la educación de nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes, en nuestra provincia del Chubut es una verdadera tragedia. Hace ya cuatro años -o más- que todas esas franjas no tienen un año completo de clases presenciales”, advirtieron.

Luego describieron la realidad educativa que palpan día a día en comedores y merenderos: “Niños en los últimos años del nivel primario que no saben tomar un lápiz. No solo no comprenden consignas sino que tienen una seria dificultad para leer y escribir; no entienden cómo hacer las operaciones básicas de la matemática”. Y sentenciaron: “Los docentes saben que estamos ante una generación de semianalfabetos y analfabetos”.

El obispo auxiliar monseñor Roberto Álvarez habló sobre la decisión de expresarse con tal contundencia respecto a lo que llamaron “tragedia educativa”. Explicó que el comunicado surgió porque la crisis es “terminal” y día a día se percibe con mayor claridad. “El año pasado llegaban los chicos de cuarto grado con las hojas de tareas y nos pedían que se las leyéramos”, graficó.

“Si a eso le sumamos los problemas nutricionales en los niños y el aumento de las situaciones de abusos que no son advertidos por la falta de escolarización, el drama es mayúsculo”, planteó. “Necesitamos un pacto que involucre a todas las partes: gobierno, sindicatos, docentes y padres para tener un año normal. Los maestros tienen razón en su reclamo, pero se están dando cuenta de que los paros no solucionan nada. Solo les están arruinando la vida a los chicos”, agregó.

El conflicto entre los gremios docentes y el gobierno de Mariano Arcioni es de larga data. En 2019 pasaron por la cartera de Educación chubutense cuatro ministros distintos para intentar resolver una batalla que dejó a los chicos sin clases durante 17 semanas consecutivas. Para 2020 se planificaba empezar a recuperar contenidos, con talleres de apoyo fuera del horario escolar, pero la cuarentena obligó a reprogramar ese intento. En 2021 la apertura demoró más de la cuenta y, otra vez, fue con huelgas de por medio.

Desde el año pasado la gobernación cambió el accionar frente a un paro docente. Ahora cada día de ausencia se descuenta del salario de los maestros, lo que según los padres terminó generando más medidas de fuerza. El 2 de marzo el ciclo lectivo comenzó con 48 horas de paro de Atech, el gremio fuerte de la provincia, y de Sadop que representa a los privados. El 8 de marzo, por el Día de la Mujer, tampoco hubo clases. Ayer lunes, por el día del auxiliar de la educación, las escuelas tampoco se abrieron. A eso se le suma la pérdida de días por deficiencias edilicias, cortes de agua, fugas de gas, inclemencias climáticas y un largo etcétera.

“Ya no sabemos qué más hacer y creo que el gobierno tampoco sabe”, señaló Julieta Siciliano, referente de Padres Organizados Chubut. “Dicen que pretenden garantizar 190 días de clases, pero en realidad no pueden asegurar ni 100 días de clases. La diferencia entre escuelas públicas y privadas es abismal. Tan así que conseguir matrícula en una privada es una tarea titánica, casi imposible, especialmente para padres de clase media baja”, indicó.

El colectivo de padres se encargó de medir la deserción escolar en la provincia. Detectaron que en 2020 el ciclo lectivo comenzó con 32.637 alumnos menos de los que había en 2018, según las cifras oficiales. La baja de la matrícula es transversal a todos los niveles: se da en inicial, primaria y secundaria. En 2021, el ministerio de Educación dejó de publicar datos actualizados. Mientras tanto, los chicos pasan de curso sin acreditar aprendizajes, por decreto.

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