Salud mental: Mitos y estigmas de un tema que aún es tabú
EN EL PAÍS MÁS PSICOANALIZADO DEL MUNDO

Salud mental: Mitos y estigmas de un tema que aún es tabú

Aunque la pandemia visibilizó la problemática más que nunca, muchas patologías psicológicas y psiquiátricas siguen generando vergüenza para quienes las padecen

La pandemia puso sobre la mesa que la salud mental es importante. Se realizaron varios estudios e investigaciones que dieron cuenta de cómo esta situación de estrés e incertidumbre nos afectó psicológica y emocionalmente. Depresión, ansiedad, bullying y hasta casos de obsesión por la higiene fueron algunas de las cuestiones que más se registraron. El crecimiento de las consultas durante este tiempo y algunos tristes episodios de famosos, como el de Chano Charpentier o el programa que Gastón Pauls tenía en Crónica TV, dieron visibilidad a la problemática de la salud mental, que abarca muchísimas patologías y que si esta tendencia continúa, podría de dejar de ser un tema tabú donde la vergüenza y el estigma pierdan peso.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como “el estado de bienestar en el cual la persona es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida y trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. Este bienestar puede romperse debido a acontecimientos potencialmente traumáticos, como sufrir o presenciar actos de violencia, enfrentarse a la muerte de seres queridos en un desastre natural o en una guerra, verse obligado a desplazarse o perder el hogar y los medios de subsistencia.

La OMS estima que, en todo el mundo, hay 450 millones de personas con trastornos de salud mental, y que una de cada cuatro personas sufrirá algún problema de este tipo a lo largo de su vida. Es decir, que cualquiera de nosotros puede llegar a tener un episodio donde los “patitos se desacomoden”.

Y es que la influencia de la salud mental en el bienestar físico del individuo también es importante: cerca de un 13 por ciento de las enfermedades están asociadas a trastornos de salud mental, indican los datos de la OMS.

El último informe sobre el tema que se conoce es el Estudio epidemiológico de salud mental en población general de la República Argentina, que tiene información que data de 2010 y fue publicado por la Revista Argentina de Psiquiatría en el 2018, todo antes del impacto de la pandemia que sin duda ha empeorado estos registros. El trabajo corresponde entre otros al doctor Juan Carlos Stagnaro.

La primera gran conclusión del relevamiento es que la prevalencia de vida de cualquier trastorno mental en la población general de la Argentina en mayores de 18 años de edad fue de 29,1% y el riesgo proyectado de vida hasta los 75 años de edad fue de 37,1%.

Nuestro país es el país que tiene más psicólogos per cápita del mundo y sin embargo, la salud mental no ha tenido históricamente la importancia que merece.

LOCO UN POCO NADA MÁS
“Hace 100 años al `loco´ se lo tenía encerrado o se lo ocultaba y se lo consideraba el chivo expiatorio de una familia o un grupo. Me parece que de ahí parten todas unas consideraciones sobre como considerar a la salud mental. Ahora de alguna forma circula más la enfermedad mental. No hay una aceptación natural, existe aún un tabú con eso pero por suerte hace rato que los psiquiatras dejamos de ser los `cucos´. Todo lo que sea poder hablar para aliviar la angustia y dejar los estigmas de lado es clave y ”, dice Alberto Álvarez, psicoanalista y psiquiatra, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

“Los ataques de pánico están mas generalizados. Se sufre mucho y no siempre la familia y el entorno lo pueden entender porque paraliza a la persona y le da un miedo que muchas veces le impide hacer cosas, esto es lo que muchas veces se estigmatiza, más si se ha tenido una angustia que ha generado un delirio o brote psicótico sin que haya una estructura psicótica. En los intentos de suicidio la persona queda socialmente muy marcada. A veces se lo entiende como falta de valor para vivir, y lo que hay detrás de eso es mucho sufrimiento. Una de las cuestiones básicas de la salud mental del psicoanálisis es poder pasar a otra cosa, porque nunca estamos sanos totalmente. La posibilidad de sentirnos bien es no anclarnos en algo que nos hace mal, sino poder pasar a otra cosa, transformarlo”, explica Álvarez sobre el fantasma de la locura que aún circula socialmente.

En ese sentido, para el especialista, el rol de la familia es muy importante “porque aveces se siente culpa porque alguien, hijo, padre o hermanos tiene algún trastorno. Resposabilizarse para poder ayudar es importante pero no desde la culpa. Todos tenemos problemas y hay que aceptarlo, por eso la expresión del chivo expiatorio: tal vez un grupo familiar tenga un problema oculto pero ninguno está enfermo hasta que alguien lo expresa de alguna manera `loca´, que es la forma que se encuentra inconscientemente de sacar a la luz eso que no está dicho”.

“En Argentina, un tercio de la población experimenta en algún momento de su vida una situación de salud mental que necesita atención. Son 3 de cada 10 personas. El sentido común hace pensar que un problema de salud mental es muy esporádico y no es así, por eso los mitos y tabúes son temas a desarmar”, dice la psicóloga Julieta Calmels que es la subsecretaria Salud Mental, Consumos problemáticos y violencias de género del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires.

“La pandemia nos ayudó a entender que la salud mental es una parte de la vida ya que afecta a toda la población porque ocurren cosas que nunca habían pasado: se tuvo mucha cercanía a la muerte, se interrumpieron los duelos y hubo pérdidas económicas, entre otras cosas. Enfermarse era una amenaza de morir. Entonces los contagiados tuvieron y tiene un impacto muy fuerte, como quienes perdieron seres queridos y no pudieron despedirse. La previsibilidad se perdió en todo. Todo el mundo experimentó un trastocamiento de los espacios, vínculos y temporalidades. El más obvio de los trastornos fue la ansiedad que se presenta con trastorno del sueño, situaciones de mayor tristeza o consumos problemáticos”, describió la subsecretaria.

COMPARTIR PARA NATURALIZAR
Pero más allá de eso, la especialista destaca una tendencia que se observa desde hace unos años: “hay un tema muy llamativo que es que la juventud no tienen tanto prurito como las generaciones más grandes al momento de hablar de estos temas de salud mental, quizás sea porque vienen rompiendo con varios estigmas. Teníamos dudas de poner el tema de salud mental en los talleres escolares y los especialistas nos dijeron que los jóvenes están todo el tiempo con esto en su discurso. Ellos se entusiasman mucho en hablar porque encontrar qué es lo que nos alivia o hace bien, qué nos hace sentir menos locos o menos raros genera alivio y es parte de la salud mental. La ayuda entre los pares y los lazos son una fortaleza importante. Eso, que nos hace bien, es una búsqueda que a nivel social debemos rescatar”, explica Calmels.

Para esta funcionaria, el sistema de salud debería acompañar los trastornos de vida sin poner el foco en los diagnósticos o tratamientos, sin dejar de la lado la importancia de la atención profesional, pero apostando a estrategias colectivas. “Se empieza a hablar en primera persona de salud mental y no hay vergüenza de contar sobre depresiones y consumos porque somos mucho más que el nombre del diagnóstico de lo que alguna vez nos ocurrió. Creo que en un mundo post pandemia vamos a poder hablar con menos estigma de cuando estamos mal, es la expectativa”, dice.

EL ROL DEL ESTADO
La sociedad va cambiando, se celebra que las nuevas generaciones siempre tengan menos prejuicios pero en esta problemática es clave el rol del Estado. “El problema es que tiene que ser una política publica que tenga continuidad. Ha habido muchos inicios de muchas cosas que fueron muy buenas, pero cuando se cambia de gestión es común que se empiece de cero y eso es perjudicial”, opina Álvarez que pone el foco en la educación.

“En la educación argentina, lamentablemente, cada vez más la clase media trata de llevar a sus hijos a los colegios privados. Antes de los ‘90 la escuela pública era un espacio de convivencia donde todas las clases sociales y religiones convivían, se relacionaban y se venían las distintas realidades. Muy pocas familias elegían escuelas privadas porque la calidad educativa estatal era buena. Eso cambió mucho, por distintas cuestiones, y afecta en lo social porque lamentablemente quien solo circula en la elite desde chico cree que eso es el mundo y si ven lo otro o al otro, no tienen manera de aceptarlo o incluirlo, y el rechazo se materializa en la estigmatización. El bullying en los chicos comienza ahí muchas veces y es el origen de muchos trastornos mentales”.

“Habría que hablar bastante más de las cuestiones de prevención y de las opciones que hay en la vida, y que la sociedad y el Estado con sus instituciones apoyen y ofrezcan opciones, como hacer deportes o expresiones artísticas, son a veces cosas simples donde las personas pueden expresar y transformar sus fantasmas”, destaca el psicólogo.

En Argentina tenemos una ley nacional de salud mental -Ley 26.657- a la que la Provincia adhirió y es muy bien vista por los organismos internacionales de derechos humanos ya que marca estándares mucho más humanitarios porque tiene una línea de tratamiento dinámico donde se vinculan los procesos biológicos, psicológicos y sociales, entre otras cuestiones. Se plantea el tema de las internaciones en los manicomios, que son parte de un concepto de salud caduco porque la recuperación tiene que ser en la comunidad. Esa ley rompe con la idea del `loquero´ y devuelve a la sociedad una reforma del sistema de salud. Por eso hemos cerrado o transformado pabellones psiquiátricos, es un tema de agenda de la Provincia”, cuenta Calmels.

Además, la funcionaria habla de estrategias colectivas frente a las problemáticas de salud mental “porque es un fenómeno social y no queremos reducirlo sólo con un diagnóstico individual, sino tener estrategias solidarias. Estamos haciendo talleres de salud mental en escuelas secundarias y primarias para hablar lo que nos pasó en la pandemia para tratar de que no sea un tabú. Porque si no se puede hablar, se vuelve un factor de riesgo más grave y queremos que los chicos puedan expresarse, que se escuchen entre los amigos y que quienes necesiten asistencia no busquen tanto en Google, que tengan una atención individual. En el Ministerio de Salud no hubo que discutir el concepto integral de la salud”.

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