GENERAL PINTO

Museo Iriarte: una colección campestre y ferroviaria única en la Argentina

Sobre un predio de tres hectáreas en total, esta propuesta reúne características que la convierte en una muestra única en nuestro país. Pese a haber sido fundado en 1988, hace apenas dos años, Oscar Marzol, dueño del lugar, decidió abrir las puertas para recibir visitas del público en general.

El Museo Iriarte reúne características que lo convierten en una muestra única en la Argentina. Está emplazado en la zona rural del partido de General Pinto - a dos mil metros de la Ruta Nacional N°7, en el Km. 351- y la amplia muestra campestre, ferroviaria y de cultura nacional está dispuesta sobre una superficie de tres hectáreas, lo que hace que el visitante disponga de unas dos horas y media para hacer un recorrido completo por el lugar. 
En 1977, Oscar Marzol plantó los primeros árboles y arbustos y, con el correr de los años, fue sumando objetos vinculados a la actividad agropecuaria, ferroviaria y a los oficios que antiguamente en cada pueblo se podían encontrar. 
En diálogo con Democracia, Marzol se refirió al proceso de armado de este museo privado que, pese a haber sido fundado en 1988, hace apenas dos años que abrió las puertas para recibir visitas del público en general.  

- ¿Cómo surge la idea de comenzar con el museo? 
- Siempre fui un apasionado de las plantas. Empecé a plantar árboles y arbustos en un parque que armé en Iriarte, los primeros los puse en 1977 y luego fui ampliando. Después tuve ganas de adornarlo un poco y compré máquinas viejas de labranza, un rastrillo, un junta pasto y otras máquinas. Tengo un espíritu coleccionista natural, he juntado cosas toda la vida. Yo había comprado una finca chiquita frente a este parque, que tenía una casona antigua, de 1900, una de las primeras del pueblo. Ahí se me empezó a prender la lamparita para juntar máquinas referidas al tema agropecuario, dado que mi familia había estado siempre vinculada a ese tema. Después me vine a vivir a Buenos Aires pero iba a Iriarte casi todos los fines de semana por el tema del parque, ahí empecé con la emoción por juntar cosas, en principio agropecuarias. No sé por qué empecé a hacerlo, no tengo una respuesta de carácter filosófico ni racional, cualquier coleccionista arranca porque le gusta y luego empieza a competir consigo mismo, uno empieza a mirar de otra manera los lugares por donde pasa.

- Es un museo muy amplio en cuanto a terreno e infraestructura… 
- Yo tengo un inventario básico de las cosas que hay pero no hay una gran cantidad, sin dudas el Rocsen de Nono (Córdoba) es el más completo a nivel particular, más allá del Florentino Ameghino, el de La Plata o de Luján, que tienen un contenido más histórico, científico y profesional. El dueño de Rocsen quería lograr apoyo municipal, gubernamental, pero es un país muy complejo para eso, él se quedó corto de espacio y tuvo que amontonar mucho las colecciones, es polifacético, juntaba desde momias hasta mariposas, no tuvo la oportunidad de que lo acompañaran. Yo traté de hacer algo más abierto y dinámico, para que fuera distinto. En mi caso tuve la posibilidad de tener superficie y lo fui ampliando día a día, hice cortinas de árboles como límites naturales y después tuve que hacer otra y después otra. El museo está montado sobre dos hectáreas de campo, en frente está el parque, que es una hectárea.

- ¿Funcionan las máquinas que tiene el museo?
- Todos los elementos están en funcionamiento, la idea siempre fue obtener maquinaria que yo pudiera poner en funcionamiento porque es la forma más didáctica para explicarle a quienes nos siguen. Es muy difícil explicar con dibujos o con una máquina totalmente parada, entonces todas fueron ubicadas para verlas funcionar y también para ver su mecanismo. No se pueden manejar pero sí intervenir moviendo palancas y demás. Ahora tengo tres máquinas que traje de Chile, que están a la espera de ser restauradas, pero el resto está en funcionamiento. 

- ¿Cómo fue el proceso de ampliación?
- Primero fue una colección totalmente agropecuaria, después me entusiasmé con los ferrocarriles, porque viví en Iriarte, muy cerca del ferrocarril y jugábamos con mis hermanos, tenía un sentido nostálgico. Monté una vía, compré los vagones en un remate, obtuve una locomotora a vapor del Museo Histórico Ferroviario, la tengo en custodia. Hicimos una réplica de la estación con todos los elementos. Hoy la temática es agropecuaria y ferroviaria, no hay una secuencia lineal de lo que hay que ir viendo. Después se me ocurrió hacer  un pueblito dentro del mismo museo: montamos una panadería, traje una peluquería completa, replicamos una tintorería, un consultorio odontológico, una imprenta, tenemos la biblioteca de Frondizi, montamos una clínica, relojería, sodería, sastrería, vamos recreando actividades u oficios que ha habido en los pueblos. No tiene límites, todo lo que podamos conseguir lo agregamos. 

- Y también tiene árboles de distintas partes del mundo 
- En los años 70, muchos botánicos traían plantas de Europa, entonces yo recorría viveros del país y después traje de La Pampa, Entre Ríos, Salta, Río Negro, entre otras provincias. Con el tiempo clasificamos todo lo que pudimos y colocamos placas de cerámica en el piso.

- ¿Cuál es la búsqueda de quienes se acercan a visitar el museo?
- Fui muy egoísta y lo tuve cerrado hasta hace dos años, lo tenía para mi familia y amigos. Después me convencieron sobre la importancia de abrirlo, empezamos antes de la pandemia, con muchas ganas, visitas guiadas, pero nos duró poco tiempo. Hace dos meses lo volvimos a abrir todos los días, de lunes a lunes. En general, la gente viene pensando en un museo tradicional de los que se puede ver en la Argentina: museos reducidos a una sala con muchos objetos. Lleva dos horas y media recorrerlo, por las distancias y las caminatas que hay que hacer. La gente se queda muy contenta. En nuestro país no hay otro museo como este, por las características, pero el Rocsen de Nono es el más completo.

- ¿Quiénes lo ayudan en el mantenimiento?
- La coordinadora de las visitas es la señora de un primo, después está mi sobrina que hace la parte de la página y redes sociales, en el museo hay dos personas que se ocupan del mantenimiento, las cosas las hicimos de una vez y para siempre, todo está hecho en buena calidad, cortan el pasto, limpian, pero es un mantenimiento sencillo. 

- ¿Cómo imagina este lugar en el futuro?
- Es muy difícil que, si no está el creador, otros decidan derivar recursos para esta pasión, porque yo soy un apasionado. Tengo un hijo abogado y una hija bailarina, la idea es no dejarles un problema sino algo para que ellos puedan mantener con el solo hecho de cobrar una entrada. Yo invierto porque me gusta pero cuando yo no esté no creo que mis hijos deriven fondos a esto porque cada uno tiene sus intereses personales.

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