La inmovilidad y el confinamiento no sólo generan sedentarismo sino también angustia
La inmovilidad y el confinamiento no sólo generan sedentarismo sino también angustia
NEUROCIENCIA AL SERVICIO DE LOS NIÑOS

Ojo con la pandemia de los cerebros “quietos”

La cuarentena no sólo potenció el sedentarismo sino que disparó en los pequeños angustia, temor, regresiones y abulia

Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el estado de pandemia mundial y muchos países establecieron un largo confinamiento, la cuarentena se caracterizó por dos aspectos fundamentales: el aislamiento de las familias y la restricción de movimiento.
Ese tiempo de reclusión obligatoria, advierten ahora los especialistas, no sólo potenció el sedentarismo -y todas las malas consecuencias que esto trae- sino que además provocó lo que muchos ya llaman la pandemia de los “cerebros quietos” y cuyas principales características son estrés, irritabilidad y tristeza.
Claro que esto no surge de la mera -aunque experimentada- mirada de los especialistas sino de varias investigaciones recientes que recoge las diferentes reacciones que los más pequeños han tenido en este período de aislamiento.
El equipo del Departamento de Psicología de King’s College de Londres, de hecho, concluyó que el impacto psicológico de la cuarentena es amplio, sustancial y puede ser duradero. No obstante, defienden esta medida como método de contención del virus. Por otra parte, afirman que “privar a las personas de su libertad para el bien público en general es a menudo polémico y debe manejarse con cuidado. Todas las medidas que se tomen desde los gobiernos, deben garantizar que esta experiencia sea lo más tolerable posible”.
En el caso de los niños, ciertos estudios afirman que las secuelas psicológicas o traumas tras la pandemia podrían caracterizarse por síntomas de estrés postraumático, regresiones a etapas anteriores, agresividad y rebeldía, o incluso desórdenes en el sueño. Otro efecto fisiológico es la obesidad, ya que se descuida la alimentación y se busca un remedio contra la ansiedad.
El confinamiento también agravará las patologías preexistentes al período de reclusión en los hogares.
Los niños tendrán problemas en la regulación emocional y conductual, pues se encuentran en pleno desarrollo y sufren una privación de movimiento, juego en la calle e interacción social. Además, necesitan rutinas y hábitos para sentirse seguros, lograr la estabilidad y seguir su ritmo biológico. Concretamente, la restricción de movimiento provocará enfados, llantos, miedos, trastornos alimentarios y cierta hiperactiva.
 Según un trabajo reciente del Conicet, de hecho, algunas de las consecuencias de la pandemia en chicos de entre 4 y 11 años son cambios en el humor y en el sueño, despertarse a medianoche, temor a contagiarse coronavirus e incluso hasta salir de casa.
María Florencia Andreoli, investigadora del Conicet La Plata en el Instituto de Desarrollo e Investigaciones Pediátricas, realizó un total de 814 encuestas en diferentes puntos del país a finales de mayo pasado y los cuestionarios fueron respondidos por las madres, padres o adultos a cargo.
“La alteración más frecuente que aparece es el humor cambiante, que alcanza al 45% de los chicos sin diferencias según el grupo etario”, explicó hoy Andreoli, y agregó que “en la franja de los más pequeños, el 14,4% manifiesta atravesar un estado anímico alegre y otro 4,9% reporta nerviosismo y agresividad, reacciones que tienen un correlato menor para los más grandes, que mostraron esas mismas emociones en 7,4% y 0,8% respectivamente”.
La encuesta también exploró lo referido a las preocupaciones generales y mostró que el 85% de los niños está bastante o muy informado sobre el coronavirus, y de ellos un 30% ha experimentado temor a contagiarse ellos mismos o algún familiar.
También producto de la cuarentena, el 17% expresa que tiene miedo de salir de su casa. La enorme mayoría revela que extraña a sus parientes y amigos (90 y 83%, respectivamente), mientras que un 65% añora volver al colegio o a la práctica de algún deporte.
Otra pregunta que incluye la encuesta tiene que ver con la dedicación total a las tareas escolares, que en más de la mitad de los menores sondeados es inferior a dos horas diarias. En cuanto a la rutina, el estudio arroja que el 45% ha mantenido un horario regular de actividades como dormir o comer similar al que llevaba antes de la cuarentena. pero el 65%, en tanto, reconoce cambios en el sueño, concretamente acostarse más tarde que lo usual y despertarse con frecuencia por la noche.

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