“Estoy desbordado”. “No paré ni un minuto en todo el día”. “Me supera”. Uno de los males de estos tiempos que corren es correr a su compás, vivir a tope, al límite de nuestras capacidades, exigirnos o dejar que nos exijan al máximo. Mucho influyó la pandemia y que se corrieran los límites de la vida laboral y personal ante la irrupción masiva del home office y la virtualidad para todo: desde las clases de los chicos hasta el cumpleaños de una amiga.
Desde hace un año vivimos en un círculo entre las frases del inicio de esta nota; no sabemos si es martes o domingo, estamos agotados.
Algunos profesionales explican por qué pasamos por esto y si hay alguna forma de mitigarlo.
Cansancio y desgano
“Se habla de cansancio, del exceso de virtualidad, del agotamiento que producen las pantallas planas, pero ¿qué es realmente lo que desanima? Todos tenemos la experiencia de recibir, por medios virtuales, noticias de alguien muy querido, palabras de amor y eso se podría decir que nos llega, nos toca, nos despierta. También si es una mala noticia, por el medio que fuera. Con lo cual hay algo de ese desgano, de ese desánimo, que tal vez tenga que ver con otra cosa.
También se habla del cansancio de la vuelta a la presencialidad, del cansancio de la pandemia. Se podría establecer que el cansancio en principio tiene que ver con un año de esta situación en la que está limitado el movimiento, la circulación de los cuerpos. En el que están las rutinas totalmente alteradas; en definitiva, se ha modificado todo lo que se conocía por vida”, revela la psicóloga María del Pedro.
“Lo que se escucha mucho en la clínica es esa especie de loop -como dicen los más jóvenes- o lo que los más grandes relacionamos con la película ‘El día de la marmota’: algo repetitivo parece agotar, parece cansar.
Esa rutina estática dentro de la casa, con los mismos recaudos, con los mismos contactos. Eso nos cansa, nos agota. Por último, resaltaría que es la repetición lo que resulta en desánimo, lo que mortifica”, agrega la profesional.
El agotamiento parece ser el mal de estos tiempos, aun más allá de estos tiempos pandémicos.
En el libro “La sociedad del cansancio”, el autor coreano Byung-Chul Han ayuda a entenderlo. “La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento”, asegura, y añade que “el exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación. Esta es mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de libertad”.
La nueva realidad cansa
Muchos entienden que la pandemia afectó emocionalmente y repercutió físicamente.
Especialmente ante la necesidad de adaptar nuestras vidas a nuevas costumbres, formas de trabajo, comunicación, algo que nos agota.
Para algunos, desde que comenzó la cuarentena la vida laboral cambió cien por ciento.
No solo hubo que adaptarse a una nueva oficina online, sino a estar en casa y con la virtualidad como eje cotidiano. Otros debieron adaptar sus emprendimientos a la nueva normalidad, con los temores de no saber si podrían continuar. Más motivos de estrés y preocupación que devienen en un agotamiento mental que se traspasa al plano físico.
Realizar actividad física, tomar al menos un día a la semana para no trabajar y dedicarlo al ocio, desconectarnos de la tecnología durante varios períodos al día y conectarnos con lo que nos guste: cocinar, leer, estar en familia. Estas son algunas de las recomendaciones que aporta la terapista ocupacional Sol Alday para aliviar el cansancio crónico al que sucumbimos en esta era, y que se ha acentuado en este último año por la pandemia.
Los síntomas de la pandemia
La psicóloga Raquel Petraglia se refirió a la sintomatología de la pandemia y esbozó reflexiones que permiten desentramar las situaciones atravesadas en estos tiempos.
“La pandemia es una tragedia que atraviesa a todo el mundo. Tragedia en el sentido de lo inesperado, lo catastrófico, dramático. Ha impactado de distintas maneras en lo social e individual”, explicó la profesional.
“En el plano social dejó en evidencia la desprotección social de los modelos neoliberales, la desorientación, la confusión de los diferentes gobiernos. A nivel individual y personal hay diferentes respuestas ante una situación altamente amenazante con peligro de vida, pérdida de seres queridos, una situación económica difícil, cambios de hábitos, frustración de proyectos”, enumeró.
“La subjetividad de cada uno, que depende no solo de lo intrapsíquico sino también de factores socioculturales, se ha puesto en juego”.
Como profesional aseguró que se pudieron ver diferentes respuestas, tales como “aumento de la ansiedad, irritabilidad, en algunos casos depresiones, fobias, enojos, desorganización, tristeza, sentimientos de soledad”, detalló.
Según Petraglia, “algunos niegan y desmienten el peligro, especialmente los jóvenes. Muchas consultas de adolescentes son por miedos. En un momento de su vida caracterizado por el alejamiento de la familia y los vínculos parentales, necesarios para su edad, y la salida al mundo, este se les vuelve amenazante y peligroso”.
“En otras personas hubo salidas creativas y adaptación a los cambios, reorganización de los hábitos y formas de trabajar y relacionarse. La vacuna trajo alivio y esperanza pero la amenaza de una segunda ola con el aumento de casos aumenta la desesperanza y el miedo. No sabemos cuáles van a ser las secuelas de todo esto”, indicó.
A su vez, aseguró que “los analistas estamos atravesados por la misma situación ante las dificultades y las restricciones, la precariedad que afecta a todo el mundo y por eso buscamos respuestas”.
Sobre el rebrote, consideró que “puede aumentar la sintomatología, la desesperanza, de nuevo la incertidumbre, la inseguridad, porque habíamos naturalizado lo que estaba pasando como un mecanismo defensivo y abrimos los lazos sociales, la gente se ha desplazado como en este caso de Semana Santa, como un modo de recuperar la libertad que habíamos perdido”.
No obstante, aseguró, “la realidad pasa por otro lado. Hubo un aumento de casos muy grande y hay una desmentida necesaria para poder seguir teniendo proyectos como una salida posible. Pero vivimos una nueva amenaza y hay gente que ya viene golpeada”.
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