8M: Científicas argentinas
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8M: Científicas argentinas

“Todavía el valor de la palabra sigue estando en el varón”, asegura la socióloga Karina Bidaseca, referente de estudios de género. De sus múltiples aportes a este campo, el más reciente fue el trabajo de investigación que encabezó sobre el “Impacto de la Covid-19 en la vida de las mujeres”, estudio que terminó siendo un modelo para Cuba, Chile, Uruguay, Venezuela y España.

A pesar de tener una vasta producción, la teoría feminista sigue siendo mirada como subalterna dentro de la academia, donde incluso para hablar de “dominación masculina” se cita a autores varones en lugar de mujeres, afirma la socióloga e investigadora de Conicet Karina Bidaseca, referente de estudios de género.
Bidaseca se define como feminista decolonial, antirracista y antiespecista porque asegura que “utilizar estas categorías es asumir una posición política frente al mundo” y también dentro del feminismo, causa y cuerpo de ideas que abrazó desde el final de su formación como socióloga a partir de su trabajo con mujeres campesinas e indígenas.
De sus múltiples aportes a este campo, el más reciente fue el trabajo de investigación que encabezó sobre el “Impacto de la Covid-19 en la vida de las mujeres”, estudio que terminó siendo un modelo para Cuba, Chile, Uruguay, Venezuela y España.
Investigadora de Conicet, docente de la Universidad de San Martín (Unsam), fundadora de la editorial trans feminista El Mismo Mar Ediciones, Bidaseca dialogó sobre las conclusiones de este trabajo, sobre el impacto de las tareas de cuidado en las mujeres científicas y el lugar que ocupan los estudios de género dentro de las ciencias sociales.

-¿Cómo surgió la idea de hacer el estudio “Impacto de la Covid-19 en la vida de las mujeres”?
-Con un grupo de compañeras empezamos a pensar qué estará pasando con las mujeres, encerradas, aisladas, y armamos los formularios con colegas de Brasil y lo largamos. Cuando comenzamos imaginábamos un estudio pequeño y nos sorprendió positivamente lo que pasó. No teníamos al principio financiamiento, así que fue puro amor y construcción de tejido feminista. A partir de que tomó estado público por la difusión del Conicet y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCyT) comenzó a crecer y logramos un alcance increíble de 2.274 encuestas contestadas por WhatsApp en un mes. El estudio tuvo un alcance internacional que tampoco preveíamos porque, además de Brasil, nos contactaron colegas de Venezuela y España que terminaron utilizando casi el mismo cuestionario que acá, y también de Chile, Cuba y Uruguay.

-Los resultados del estudio mostraron cómo las tareas de cuidados siguen recayendo en las mujeres.
-Así es. Encontramos que hubo un regreso al hogar y que hay muchísimas fragilidades en el trabajo; muchas mujeres asumieron la responsabilidad del teletrabajo, lo cual es muy difícil porque tienen que organizar lo laboral sin poderlo separar de lo doméstico. Vimos que no solo nos hacemos cargo de las tareas de cuidado, sino que la educación recae principalmente en nosotras: el 92% estaban a cargo de las tareas de sus hijos y casi la mitad mencionó que el trabajo lo compartía con su pareja.

-¿Por qué decidiste investigar temas de género?
-Cuando me estaba por recibir, me sumé al grupo de estudios rurales del Gino Germani, en el que trabajábamos con mujeres campesinas e indígenas del NOA. Hacia principio de la década de 1990 emerge el Movimiento de Mujeres Agropecuarias en lucha y la aparición de las mujeres con los tractores en Plaza de Mayo fue muy fuerte. Trabajamos con ellas los siguientes diez años, en su resistencia contra la expropiación de sus tierras.
Toda esta producción me marcó muchísimo porque comencé a leer sobre “otras” mujeres, que nada tenían que ver con el feminismo liberal, blanco, clasemediero y urbano para quienes las campesinas eran mujeres pasivas que no podían agenciarse ninguna transformación ni gestión de la vida.

-¿Y qué lugar tenían y tienen las mujeres y los estudios de género en la academia?
-Durante la carrera se suele hablar de los “padres” de la sociología: Durkheim, Marx y Weber son la tríada fundante, no hay mujeres o, mejor dicho, no se nombran. En aquel momento (los años 80), los estudios de género no estaban dentro del campo científico. Las materias de género se pusieron años después como optativa y, a pesar del fuerte impacto de Ni Una Menos, siguen siendo optativas y la tríada fundante sigue siendo la misma. En lo personal, me acuerdo que para un trabajo final había elegido como tema la participación de las mujeres en la revolución francesa y fue muy difícil aprobar esa materia porque el docente todo el tiempo me marcaba que era un tema menor.
Por supuesto que hubo cambios pero todavía hoy estudiar temas de género es considerado subalterno porque a las teorías feministas no se les da el rango que se les da a las teorías sociales. Hoy sigo escuchando a colegas que citan la teoría de la dominación masculina de Pierre Bourdieu, pero no citan a una Donna Haraway y ni que hablar de afro-feministas como Lelia González o Ángela Davis. O sea, si lo dice un varón, entonces debe ser así, porque el valor de la palabra sigue estando en el varón.
Otro dato interesante es que, a pesar de que se habla mucho del tema, no hay investigaciones científicas sobre feminicidios.

-En las universidades la composición mayoritaria de estudiantes y docentes son mujeres. Sin embargo, en los lugares de poder la mayoría son varones, ¿por qué pasa esto?
-Esto tiene que ver en parte con el estereotipo de la capacidad de las mujeres, en el foro público, por ejemplo, la voz autorizada es la del varón, es algo que ya se percibe desde que sos estudiante. También con modelos de liderazgo, por ejemplo, yo dirijo muchos tesistas y me dicen que se me acercan porque tengo una modalidad “maternal” de dirigir cuando la maternidad es una elección no un destino, entonces trasladar esa palabra al liderazgo de investigación es, al menos, problemática. Hay otro dato que no es menor que es que cuando uno comienza la carrera científica, en general, coincide con la edad en la que, en caso de elegirlo, se es mamá. Entonces uno tiene que hacer la tesis y maternar a la vez, lo cual es muy complicado porque no hay una contemplación de esta situación. La directora de tesis de doctorado me ha llegado a decir que destete a mi hija a los cuatro meses “porque me llevaba mucho tiempo”, lo cual no hice pero fue muy fuerte porque mi decisión era amamantar y me generó dentro del grupo un conflicto.

-Te escucho y pienso que siempre preguntamos a las mujeres cómo hicieron para compatibilizar trabajo con vida privada, cosa que no consultamos a los hombres. Sin embargo, parece una pregunta que todavía no podemos dejar atrás…
-No se ha superado para nada, los cuidados siguen estando a cargo nuestro. Y el ámbito científico no escapa a esa realidad. Quizás podrían empezar a preguntarle lo mismo a los varones a ver qué dicen (risas).

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