A 130 AÑOS DE SU NACIMIENTO

Luis B. Negreti: El poeta de los humildes

En sus versos supo interpretar los sentimientos humanos, la desesperanza y las preocupaciones de los menos favorecidos, como así también las costumbres y postales de pueblo que comenzaban a desdibujarse frente al “progreso” de la ciudad. Una ventana para adentrarse en la vida y la obra de este exponente capital de la cultura juninense.

“Un poeta que viene de muy abajo”; “un bohemio incorregible”, así se describe a Luis Bernardino Negreti en el prólogo de su primer libro, un poeta, autodidacta y bohemio que nació en Junín, el 20 de mayo de 1890 (este año se cumplen 130 años de su nacimiento), y fue una figura central para la poesía juninense. 
Proveniente de una familia muy humilde, su padre, Cruz Negreti, falleció cuando él tenía cinco años, por lo que su madre tuvo que afrontar varias dificultades para educar a sus hijos. Como consta en las descripciones de la época, desde muy chico conoció el dolor y la desesperanza. 
Si bien apenas cursó la escuela primaria, esto no fue una limitación para transformarse en uno de los máximos exponentes de la literatura juninense. 
En 1910 publicó trabajos en prosa con el seudónimo “Rocambole”. “Las cartas a Celina” lo hicieron popular y lo consagraron como un buen prosista. Además, fue maestro rural en la zona de Morse, ejerció el periodismo en Lincoln y publicó en el semanario “Letras y Sport” de esa ciudad. Su sustento económico lo obtenía de realizar trabajos como pintor de brocha gorda y obtenía su bebida escribiendo cartas de amor por encargue. 

Muchos de sus poemas fueron publicados por diarios y periódicos de la época. Su primer libro fue “Mi ventana que da sobre la vida”, publicado en 1929 por la Editorial de la Agrupación Bases, de La Plata. Esta fue presidida por el hijo del fundador de la capital de Buenos Aires, Dr. Justo Rocha, y trabajaba “por contribución de sus asociados, de acuerdo al concepto de todos para uno, y uno para todos”.
En sus versos supo interpretar los sentimientos humanos, la desesperanza y las preocupaciones de la época.
También le cantó a la belleza de la mujer y dulcificó el dolor en estrofas sublimes. “Yo nunca estaré solo, aunque me dejes,/ aunque muy lejos de mi lado partas;/ ni te he de suplicar, cuando te alejes,/ la piadosa limosna de tus cartas.”
En el poema titulado “El ómnibus pasa” expresa: “Pero mi esperanza de volver a verla,/ se va deshojando como mis rosales,/ ¡Acaso ya nunca soñaré más versos/ bajo la caricia de sus ojos grandes!”. 

Un amor no correspondido
En su vida sentimental mantuvo el misterio, ya que nunca se le conoció ninguna mujer. Sin embargo, dedicó en silencio sus poemas a un amor no correspondido, que lo habría llevado al alcoholismo y a un momento de mayor inspiración. Muestra de ello son las cartas dedicadas “a una que ni quiere leerlas”, que nunca fueron enviadas.
En cada uno de sus versos se evidencia un hombre humilde y sencillo que le dio voz a los pensamientos de la gente del pueblo, al cantar sus penas. En este sentido, detuvo su mirada sobre el niño pobre, el mendigo, el trabajador. “Juan con su familia vive en una pieza,/ pagando por ella subido alquiler;/ y al fin para colmo de tanta pobreza,/ la carga del hijo que está por nacer.”
Además, se opuso al materialismo porque sostuvo que agobiaba a la sociedad moderna. “Yo soy un hombre bueno, demasiado sencillo,/ que tengo la desgracia de ser espiritual,/y como de las cosas no me seduce el brillo/la gente me moteja de ser original./ Yo soy un hombre bueno, demasiado sincero,/ que tengo para todos un afecto cordial,/ y como escribo versos y no tengo dinero/ vivo el sueño dorado del bohemio ideal.”

Himno a Junín
Es autor del Himno a Junín, que se realizó con la música de Ignacio Grau y se estrenó en el teatro Italiano el 28 de octubre de 1931 (ver aparte). 
También dejó su huella en la historia del tango de nuestra ciudad. En 1926 escribió “La reina del arrabal”, con la colaboración musical del bandoneonista don Juan Behety, y en 1931, “Mujer que yo quise tanto”, con música de José Messia.
Asimismo, era un apasionado del deporte, especialmente del fútbol. Fue uno de los fundadores del club Atlético Sarmiento, cuyos equipos integró siendo muy joven y ocupó el cargo de Secretario.  
Falleció a los 46 años, el 4 de julio de 1936, en la casa del señor Rosellini, en la calle Sarmiento 329, quien le ofreció hospedarse allí debido a su delicado estado de salud. El avance progresivo de la tuberculosis y la vida que llevaba desencadenaron la muerte del poeta de Junín. En el año siguiente a su fallecimiento, el grupo Bases editó su obra póstuma con el título “Sencillamente”. Leopoldo Lugones quería prologar este libro, pero ese deseo no pudo concretarse.  

Posteriormente se decidió ponerle su nombre a la calle en la que vivió. Hasta el 29 de mayo de 1948 la calle se llamó Ushuaia. También, la plaza situada en el barrio El Molino, frente a la escuela 19, lleva su nombre desde 1949. El monumento a Negreti se encuentra ubicado en el boulevard de los Trovadores, en chile entre Guido Spano y Winter. 
Negreti fue reconocido en el ámbito nacional y su poesía continúa conmoviendo con cada uno de sus versos. El sufrimiento que describe, los personajes y los motivos de su inspiración resultan de una sugerente actualidad, pues evocan los dramas y pesares del hombre. En el prólogo a la primera edición de “Mi ventana que da sobre la vida”, Juan Peliche sostiene: “La poesía, pues, no muere, porque con ella moriría la vida”. 

(*) Especial para Democracia.   

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