Cotinha sufrió un accidente cuando era niña. Ella y su hermano fueron atropellados en una autopista de Brasil. El hermano falleció y ella fue llevada a un hospital muy golpeada y con innumerables fracturas en todo el cuerpo. Los médicos la salvaron pero nadie regresó por ella.
Por ese motivo, vivió durante 60 años en un hospital hasta que fue cerrado. Gláucia de 27 años, que trabajaba haciendo la limpieza del centro hospitalario, decidió adoptarla.
Cuando a Cotinha la trasladaron a un nuevo refugio, Gláucia se dio cuenta que no era nada feliz y no estaba dispuesta a que pasara el resto de sus días en medio de la soledad y la tristeza.
La joven contó que fue a la Defensoría Pública porque se resistía a abandonarla pero que aún así, no tenía recursos para mantenerla. “Si se va a morir de hambre, vamos a morir de hambre juntas“, dijo Gláucia.
La hija de Gláucia, Emily, está feliz y se convirtió en su compañera de juegos. Antes de mudarse con su nueva familia, Cotinha casi no hablaba y en muy poco tiempo empezó a llamar a Gláucia “mamá”.
En 2017, salieron los papeles de la adopción y formalmente Cotinha se convirtió especie de abuela e hija a la vez.
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