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LAS CONSECUENCIAS PUEDEN SER GRAVES

Los peligros de perder el olfato en la tercera edad, algo que sucede con bastante frecuencia

El aroma del café por la mañana o el olor de una persona querida...en general, damos por sentado estas cosas. Sin embargo, con la edad puede reducirse el sentido del olfato, algo que sucede con bastante frecuencia. El problema es que con el olfato no sólo se pierde algo bonito, sino que esto tiene consecuencias para muchos aspectos de la vida diaria de las personas.
¿Pero por qué se pierde el olfato? Por un lado, el cuerpo cambia con la edad. Esto afecta a los ojos, los oídos y también la nariz: se pierden células olfativas, los huesos se engrosan y bloquean los nervios, el bulbo olfatorio se vuelve más pequeño y transmite menos informaciones al cerebro. Encima, este se contrae, con lo que se puede ver perjudicado el procesamiento de las impresiones sensoriales.
Por otra parte, la pérdida del sentido del olfato puede ser una señal temprana el inicio de una enfermedad neurodegenerativa como el Alzheimer o el Parkinson. Lo complejo es que la reducción de capacidad olfativa se vuelve a veces difícil de detectar, dado que sucede de a poco.
De todas formas, hay tests que se pueden hacer con un médico para detectar si hay un problema con el olfato. Por lo general el paciente debe oler unos 12 marcadores (fibras) llenos de olores en vez de color e identificarlos. Dependiendo de la cantidad de olores reconocidos, el médico sabe si hay una alteración del olfato y cuán grande es.
Las consecuencias de la pérdida del olfato pueden ser graves. Un aspecto es que los afectados ya no disfrutan de las comidas. Y es que, si bien la lengua hace una división gruesa en dulce, ácido, salado, amargo y umami (sabroso), la nariz hace el trabajo fino.
Esto hace que algunos afectados coman menos y bajen de peso, lo cual es peligroso en edad avanzada y en el caso de personas de por sí frágiles. Además, cuando la comida pierde sabor se pierde una de las pocas alegrías que depara la edad avanzada.
Si se nota la falta de apetito en una persona cercana, hay algunas cosas que pueden hacerse. La solución es apelar a otros sentidos más allá del olfato y generar otros incentivos para comer: por ejemplo lo crocante de un pancito, o un plato bien dispuesto y de forma colorida y tentadora.
La falta de olfato también complica la vida de las personas en la rutina diaria: si no se perciben los olores, como por ejemplo si es necesario lavar una prenda o darse uno mismo un baño, uno se siente más inseguro socialmente. Además, el olfato es un importante sistema de alarma cuya pérdida está asociada a riesgos: las personas mayores con problemas olfativos suelen ser más propensas a intoxicaciones con alimentos y accidentes domésticos. Sin olfato, ya no perciben si la leche está vencida o si se está quemando algo sobre la hornalla.
Dado que el olfato no parece en principio un sentido tan importante, las personas no suelen ir al médico hasta que ya es tarde.

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